La Unidad Cristiana Conforme a Las Sagradas Escrituras: | |
Una
somera mirada a la realidad eclesiástica del tiempo presente nos muestra,
por una parte, un panorama de divisiones no bíblicas entre los cristianos
renacidos y, por la otra, de movimientos y organizaciones de unidad
indebidas de fieles e infieles. Todo ello sin duda afecta el testimonio de
la Iglesia de Cristo en el mundo como el mismo Señor lo demanda en Su
Palabra. Ecumenismo El
Ecumenismo es un movimiento de sincretismo religioso, que pretende
amalgamar en una super-iglesia mundial distintas confesiones de fe, tanto
protestantes como ortodoxas y católico-romanas, sean modernistas o
neomodernistas y aún creyentes renacidos que, carentes de discernimiento
espiritual, son envueltos en tal corriente (Ez.22:26). Núcleos impulsores de este movimiento son: 1. Por una parte, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) fundado en 1948 y que hoy agrupa a unas 330 iglesias de diversas extracciones: Anglicana, Luterana, Metodista, Reformadas Ortodoxas (incluyendo Ortodoxa Rusa) y otras, todas sobre la base de paridad, aprendiendo las unas de las otras, con la pretensión de avanzar a una plena comunión que hoy todavía, luego de muchos tropiezos, no se puede precisar. 2. Otro centro ecuménico es la Iglesia Católica Romana a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), la cual, aunque participa de la Comisión de Fe y Constitución del CMI, en verdad pretende que los “hermanos separados” vuelvan a la “casa paterna”. 3.
Una tercera corriente ecuménica está dada por el movimiento
carismático, corriente que traspasa las fronteras de las denominaciones
evangélicas y aún del catolicismo, pretendiendo unir a todos sobre la
base de la supuesta “experiencia y manifestación del Espíritu”. No
es esta la unidad por la cual oró el Señor Jesucristo (Jn.17:11), sino
que se trata de una falsa unidad (2Co.6:14-17). La unidad verdadera se
basa en el Un Espíritu (1Co.12:13) que mora solamente en aquellos que,
salvados por arrepentimiento y fe en el Señor Jesucristo, han
experimentado el nuevo nacimiento (Ro.8:9). Y se basa en las Santas
Escrituras (Jn.17:17), no en “otro Evangelio” (Ga.1:8-9), ni “otros
Cristos” (Mt.24:24), ni otros intercesores. El
mandato bíblico respecto a estas distintas formas de la Babel moderna
(Ap.17:5) es redargüirlas y apartarse (Ef.5:11; Mt.7:15 y 23;
Ro.16:17-18; 2Jn.9-11), y a los creyentes que fueron envueltos: “salid
de ella, pueblo mío...” (Ap.18:4). Ver
al respecto Ecumenismo
y Doctrina
Bíblica de la Separación. Denominacionalismo El
Señor Jesucristo fundó una sola Iglesia, única y universal y las
distintas congregaciones que los apóstoles fueron estableciendo en las
diferentes ciudades que visitaban, no tenían entre sí otra diferencia
que su localización en el espacio. ¿Por qué circunstancia, entonces,
tenemos tantas Denominaciones Evangélicas? La
cristiandad evangélica se presenta ante el mundo separada en
Denominaciones, cuyos cuerpos organizacionales son de concepciones disímiles
y sus cuerpos de doctrina no armonizan entre sí. Las denominaciones sólo
pueden existir a condición de que existan desarmonías. De allí que la
Unidad Cristiana está circunscripta a esos límites confesionales. ¿Por
qué mantener las discrepancias y tenerlas por insolubles, cuando el Señor
oró por la unidad de los suyos, sin ninguna distinción de
“denominaciones”? La
Biblia nada sostiene de denominacionalismos ni de interdenominacionalismo.
“Yo soy de Pablo”, “yo de Apolos”, no podía ser la nota divina de
convivencia en la Iglesia de los días apostólicos. Tal nota era
“carnal”, no la espiritual según Dios. (1ªCo.3:4). La Biblia nada
dice de “iglesia de tal o cual denominación” sino sólo refiere a
“la iglesia del Señor”, “la iglesia de Dios” y la iglesia de
tal o cual lugar. El Interdenominacionalismo
procura unir a los creyentes sólo alrededor de aquellos objetivos de
trabajo respecto a los cuales sabe con seguridad que no hay divergencia.
Pero confiesa que esos mismos creyentes están positivamente desunidos en
todos los puntos que allí no se van a tratar, porque si se trataran
llevaría implicado el inmediato rompimiento de su concordancia. Es
por todo ello que lanzamos el llamado a todos los fieles, expresando que
es necesario quitar de nosotros ese espíritu denominacionalista y unirnos
todos los fieles creyentes en un genuino y sincero deseo de servir a
nuestro Dios en la única forma que Su bendita Palabra nos ordena hacerlo. Ver
a este respecto Denominacionalismo en
Método Bíblico
de Restauración de la Unidad Cristiana La Doctrina Bíblica de la
Unidad Cristiana Se
entiende por Unidad Cristiana a nivel Bíblico, la unidad de los
cristianos en todas sus connotaciones de origen, áreas de relación y
manifestación, y, consecuentemente, la unidad de la iglesia cristiana que
ellos integran, entendiendo por “cristianos” a los renacidos. Es
la unidad por la cual Cristo oró (Jn.17:21-23), la unidad de sus discípulos
a Sí mismo y al Padre, o sea con los suyos, que establece a su vez, la
unidad de los suyos. Esa bidimensión –verticalidad y horizontalidad- de
la unidad, define la unidad cristiana que es decir la unidad de la
Iglesia, implícitamente referida. La unidad de la Iglesia de Cristo es la
unidad de los renacidos, quienes son los únicos “miembros
de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (Ef. 5:30). Tenemos entonces cuatro aspectos inseparables en la Doctrina bíblica de la unidad cristiana: ¨ La unidad del Espíritu o Sustancial (Jn.17:11,21-23), ¨ la unidad de Verdad o doctrinal (Ef. 4:13-16), ¨ la plena comunión de amor fraternal (Col.3:14) y ¨
la unidad de testimonio ante el mundo (Jn.17:21). En relación con el testimonio, la unidad cristiana es corporal y misional, y se aplica: 1) a la iglesia local, 2) a la relación inter-iglesias cuyas asambleas deben ser independientes, respondiendo sólo al Señor, pero que deben guardar fraternal relación, comunión, asistencia y cooperación, 3)
al testimonio al mundo, donde la Unidad Sustancial e invisible, se
hace objetiva a los ojos del mundo por la unanimidad de los cristianos en
doctrina, prácticas, enseñanzas y
testimonio. Una
es la Iglesia de Cristo, que se expresa visiblemente en la tierra en
diversidad de iglesias locales, no en denominaciones que son divisiones
antibíblicas; tales deben guardar plena unanimidad en doctrina, prácticas
y testimonio. El mandato del Señor es claro y no debe ser desoído
(Sal.50:5). Ver al respecto la Doctrina Bíblica de la Unidad Cristiana y el Testimonio Philadelphia. "...siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo." (Efesios 4:15) "Juntadme mis santos; los que hicieron conmigo pacto con sacrificio." (Salmo 50:5 )
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