REVISANDO
LA REVISION DE 1960
Armando
Di Pardo
Un
estudio crítico de la Revisión de 1960 de la Versión Castellana Reina–Valera de
la Santa Biblia, a la luz de la "sana doctrina".
Ediciones "Adelphia"
© Copyright 1998 - 2002,
Adelphia.
Ediciones
"Adelphia". ISBN N° 987-97636-0-2
Junta
de Publicaciones de la Comunión Espiritual de Iglesias e Instituciones
Cristianas Evangélicas "Adelphia"
Gral. E. Martínez 889, (C1426BBM) Buenos Aires, Argentina. www.philadelphos.org
Nueva
Edición ampliada en 1998
Esta
página y todos sus contenidos se encuentran registrados y no puede ninguna
parte de ellos ser almacenada en BBS o sitios de Internet sin el permiso
expreso del editor. Ninguno de los textos pueden ser reproducidos total o
parcialmente con fines comerciales. Pueden ser enviados gratuitamente por
correo electrónico, siempre que se deje intacto su contenido, sin ningún
agregado ni omisión, y se haga mención expresa del autor y la
fuente.
Versión Antigua |
Versión Reina–Valera (1569 y 1602), Revisada en 1862 y 1909. Publicada por Sociedades Bíblicas Unidas. |
Revisión 1960 |
Versión Reina–Valera, Revisada en 1960. Publicada por Sociedades Bíblicas Unidas. |
RV 1977 |
Versión Reina–Valera, Revisada en 1977. Publicada por Sociedad Bíblica Internacional y CLIE, 1979. |
RVA |
Versión Reina–Valera Actualizada (1989). Publicada por Editorial Mundo Hispano, 1990. |
RV 1995 |
Versión Reina–Valera, Revisada en 1995, Edición de Estudio. Publicada por Sociedades Bíblicas Unidas, 1996. |
VP |
Dios Habla Hoy. La Biblia Versión Popular. Segunda Edición. Publicado por Sociedades Bíblicas Unidas, 1983. |
BA |
La Biblia de las Américas. Publicada por The Lockman Foundation, 1995. |
NVI |
Nueva
Versión Internacional. Nuevo Testamento con Salmos y Proverbios. Publicado
por Sociedad Bíblica Internacional, 1995. |
INDICE
CAPITULO I. EL
SELLO DE AUTENTICIDAD Y AUTORIDAD LITERARIA
CAPITULO II.
Títulos incorporados indebidamente al Texto Bíblico
iii. Algunos "títulos" en el libro de Job.
v. Eliminación del término "MESÍAS", en títulos
sobre clásicos pasajes Mesiánicos.
x. Sobre la sección de Proverbios cps. 28 y 29
xii. Sobre Ia Tes. 2:17 a 3:13
CAPITULO IV.
CAMBIOS EN EL TEXTO, QUE AFECTAN DOCTRINAS
Sobre las palabras y su significado
La Cuestión de los Manuscritos
"Considera
lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo" (2 Timoteo 2:7)
La
traducción de las Sagradas Escrituras de sus idiomas originales (hebreo, arameo
y griego) a una gran mayoría de las lenguas que se hablan en el mundo, puso la
Palabra Inspirada de Dios al alcance de la humanidad. Eruditos y fieles
creyentes de diversas épocas se dedicaron con esfuerzo a esta noble tarea para
que "la Palabra del Señor corra y sea glorificada" (2ª Tes.
3:1).
Ello
dio origen a maravillosas versiones o traducciones de la Biblia en
las lenguas modernas, como la "Versión Reina–Valera" en idioma
castellano, o la Versión "King James" en inglés, famosas por su
respeto de los textos originales y de amplia aceptación en el pueblo evangélico.
Como
fuera revelado proféticamente por el Señor y luego anunciado por sus apóstoles,
en los últimos tiempos se levantarían "falsos maestros", que por
haber escuchado a "espíritus de error y a doctrinas de
demonios" (1 Ti.4:1), traerían "otro
evangelio" (Gá.1:6-7), con el cual "engañarán,
si es posible, aún a los escogidos" (Mt.24:24).
Tales
"vientos de doctrina" soplaron con fuerza a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX a través del así llamado "modernismo
doctrinal" y del "neomodernismo", corrientes teológicas que
rechazan la inspiración verbal y plenaria de las Santas Escrituras y mutilan o
reinterpretan los textos desconociendo su valor histórico y doctrinal. Dichas
corrientes niegan, por ejemplo, desde la Deidad Esencial y Propia del Señor
Jesús, Su nacimiento virginal, Sus milagros, hasta la redención por Su Sangre,
Su resurrección corporal, etc. Pretenden reinterpretar las Escrituras
calificando muchos de sus registros como relatos alegóricos carentes de
veracidad histórica, de los cuales se necesita extraer las enseñanzas
espirituales que pudieran contener.
A
ello se unen otros vientos doctrinales procedentes de las mismas "puertas
del infierno" que los anteriores: los movimientos ecuménicos que desde
mediados de este siglo intentan arrastrar tras una falsa unidad a cristianos
evangélicos con católico–romanos, ortodoxos y aún con judíos y otras religiones
no "cristianas". Tras esa corriente se han "unido" diversas
denominaciones evangélicas y han llegado a proponer la finalización de la obra
misionera de evangelización.
Iglesias
fundamentales en todo el mundo rechazaron tales corrientes de pensamiento; sin
embargo éstas han inundando seminarios y escuelas de Teología de muchas
"denominaciones" protestantes, y han hecho sentir su influencia en
las nuevas versiones de la Biblia. Con el argumento de actualizar el lenguaje y
hacerlo más sencillo y accesible al pueblo, no se ha cuidado la "sana
doctrina" permitiendo cambios que adecuan el texto bíblico a la tendencia
teológica dominante de corte neomodernista y ecuménico.
Así
ocurrió con versiones inglesas de las Sagradas Escrituras, como "The New
English Bible" publicada en Inglaterra o la "Revised Standard
Version" en Estados Unidos (1953), que suscitaron fuertes reacciones de
cristianos fundamentales en la fe. Posteriormente continuó hasta el día de hoy
la revisión y publicación de nuevas versiones en inglés: "Good News For
Modern Man" (1966), "The Living Bible" (1967) "New American
Standard Version" (1960), "New International Version" (1973),
"New King James Version" (1979), "New Revised Standard
Version" (1990), todas ellas denunciadas por fieles creyentes que
defienden la todavía ampliamente usada versión "King James".
También
en idioma español, la "Revisión de 1960" de la Versión Reina–Valera
suscitó en ese tiempo firmes resistencias y denuncias como las que emprendió el
autor de este libro y otros, al punto que no se interrumpió la impresión de la
Antigua Versión de 1909 como era la intención original de Sociedades Bíblicas.
Posteriormente
nuevas versiones se han multiplicado, las cuales no hicieron sino profundizar
cambios en la misma dirección, respetando aún menos los textos originales, en
pos de manuscritos corruptos tenidos por "más antiguos". Entre otras,
se destacan nuevas revisiones de la Versión Reina–Valera en 1977, 1989 (Versión
Reina–Valera Actualizada) y 1995 (Edición de Estudio), la Versión Popular
"Dios Habla Hoy" (1966,1970,1979,1983,1994), la "Biblia de las
Américas" (1995), la "Nueva Versión Internacional" (Nuevo
Testamento con Salmos y Proverbios: 1979, 1985, 1990, 1995), etc.
En
este informe solamente se contrastan algunas partes de la Versión Castellana de
las Sagradas Escrituras (Edición de 1909) conocida comúnmente como Versión
Antigua, que ha sido motivo de indebidos cambios en la nueva Biblia
oficialmente llamada "REVISIÓN de 1960" editada por las Sociedades
Bíblicas en América Latina.
La
primera edición de este trabajo se publicó en varios números de la Revista
Adelphos en Montevideo, Uruguay, entre 1972 y 1975. La segunda edición apareció
en Cuadernos de Fundamentos N° 9 en Barcelona, España. La
presente constituye una tercera edición que contiene pequeñas ampliaciones
respecto a las anteriores.
Finalmente,
encarecemos al amado lector la consideración atenta de este estudio a la luz de
uno de los tantos consejos que el anciano apóstol Pablo escribiera al joven
Timoteo: "Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste,
en la fe y amor que es en Cristo Jesús" (2ª Ti.1:13).
Los editores
Como
es sabido, las Sociedades Bíblicas Unidas vienen publicando desde hace ya
muchos años, una nueva Biblia en idioma Castellano codificada como
"Revisión de 1960 de la Antigua Versión Reina–Valera" (datada en 1569
y 1602, con revisiones en 1862 y 1909).
Que
nosotros presentemos ahora un nuevo Informe que insiste en protestarla,
parecería un intento fuera de término en pro de una causa ya obsoleta.
Sin
embargo, no lo es: porque también en materia de Revisiones Bíblicas, la perspectiva
del tiempo contribuye generosamente a la evaluación y juicio de los hechos; de
modo que nuevas reflexiones —inacusables de prematuras— tienen un lugar
legítimo y aún relevante, que las recomiendan a la consideración Cristiana.
Pero,
(se objetará), la experiencia ha demostrado que las protestas no logran hacer
cesar la publicación de las "nuevas Biblias", ni inciden mayormente
entre quienes las aceptan. Es un hecho comprobado que las líneas están ya
tendidas y no son permeables a corrientes adversas a las posiciones
predeterminadas. Entonces: ¿por qué insistir?
Se
contesta. Es cierto que, en nuestro caso, las protestas no lograron hacer cesar
la publicación de la "Biblia de 1960". Pero también es cierto que sí
lograron, que tampoco cesara la publicación de las fieles Biblias Versión
Antigua o Edición de 1909, cuya cesación estaba en los propósitos de la
Revisión de 1960!
Será
esclarecedor, al respecto, recordar aquí ciertos hechos. Nosotros confrontamos
ambas Versiones, en una serie de conferencias seguidas de "mesas
redondas", en sendos Congresos Evangélicos realizados en ambas márgenes
del Plata. En uno de ellos, en Montevideo, Uruguay, participó activamente en el
debate el funcionario a cargo, por entonces, de la Agencia de Sociedades
Bíblicas allí. Pocos días después regresamos a Buenos Aires, Argentina; y
hallándonos circunstancialmente en una dependencia de la "YMCA", se
nos apersonó el propio representante general de Sociedades Bíblicas y nos
manifestó que la publicación de Biblias Versión Antigua no cesaría y que
atenderían nuestros pedidos en todo tiempo. Cabe la pregunta: —¿Fue ello el
resultado de nuestros Congresos y debates? La respuesta es: —Juntamente con
otras iniciativas a través de América, SI!
Pero
lo del todo importante, son las razones Bíblicas que fundamentan estas
protestaciones. Veámoslas seguidamente.
(1)
Dijo el Señor: "El que me ama, mi palabra guardará" (Juan
14:23).
Es
obvio que "guardará" tiene aquí, primariamente, el
sentido de "obedecer". Pero también es obvio que para poder
"obedecer" la Palabra, necesitamos primero conocerla y esto, a su
vez, hace imprescindible que podamos tenerla a nuestro alcance en alguna forma
concreta y consultable. Esa forma concreta es, para nosotros hoy, sólo una: Las
Santas Escrituras. Y esto —que es indiscutible— nos trae a considerar el hecho
final de que debemos también "guardar" las Escrituras, en el sentido
de "preservarlas" o "conservarlas" en su integridad y
pureza, sin alteraciones, pues cualquier alteración en sus registros altera
automática y proporcionalmente, la Palabra a obedecer. Resumiendo:
"mi palabra guardará", tiene, para nosotros, una imprescindible connotación
Hagiográfica o Escritural, es decir, una forzosa relación con las Santas
Escrituras, con un doble deber: (1) obedecerlas, (2) preservarlas.
Por
lo tanto, cuando llegamos a tener conciencia de que ciertas
"revisiones" han afectado la Palabra, debemos "protestar"
los hechos, dando un claro testimonio que redarguya el error y vindique la
verdad. Nos lo exige nuestro deber de "preservar" las Escrituras para
poder cumplir nuestro deber de "obedecer" la Palabra. Si amamos al
Señor, debemos hacerlo, pues: "el que me ama, mi palabra
guardará"!
(2)
"La caridad . . . no se huelga de la injusticia mas se huelga de
la verdad". (1a Co. 13:6).
Hermanos:
"Revisar" Versiones de las Escrituras de un modo tal que resulte
afectada la Palabra, ¿qué es, sino tratar con "injusticia" a los
Santos Escritos? La Caridad no podrá holgarse con tales "revisiones"
ni recibirlas con beneplácito o indiferencia. Por lo tanto, ante la acción
obstinada de quienes persisten en publicar Biblias objetables, deberá oírse la
voz de un testimonio por la Verdad Bíblica, de Cristianos movidos por la
Bíblica Caridad. Y ello, tantas veces como fuere necesario, pues está escrito, con implicaciones
inexcusables, "Has dado a los que te temen bandera que alcen por
la verdad" (Salmo 60: 4, comp. Is. 59: 19, Sal. 20:5), y no está escrito que esa bandera deba
ser arriada!
Luego:
cuantos hermanos han aceptado confiadamente las "nuevas" Biblias,
harían bien en reexaminar los hechos a la luz de estas verdades, a fin de tomar
la actitud correcta que demandan la Caridad correcta y el reverente temor de
Dios.
(3)
"La Caridad . . . todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta". (1a Co. 13: 7).
Por
lo tanto, insistiremos en nuestra acción por la verdad, aún esperando contra
toda esperanza y a pesar de "líneas tendidas y no permeables" y de
"posiciones predeterminadas", sin desesperar de los resultados. Y aún
si supiéramos por anticipado que no habrá "resultados", igual
insistiremos, pues la bondad intrínseca y el verdadero éxito de un testimonio
genuino, no se miden con la vara de filosofías pragmáticas, sino con la única
vara de la fidelidad al Señor y a Su Palabra. Algo puede enseñarnos, al
respecto, la Escritura que dice: "Les hablarás pues mis
palabras, escuchen o dejen de escuchar" (Ez. 2: 7).
Al
siervo toca obedecer, dejando el resultado al Señor. ¡SI, INSISTIREMOS!
Finalmente,
la preparación de este informe en 1972 nos fue prácticamente impuesta por
ciertas circunstancias coincidentes y compulsivas acaecidas en este tiempo. Un
nuevo cambio hecho por Sociedades Bíblicas, esta vez en la página presentación
de la Versión Antigua y que no puede ser pasado por alto; la amplia circulación
de un folleto que intenta justificar cambios hechos y, de paso, embiste contra
hermanos que no los aceptaron; cartas recibidas de hermanos de distintos países
y lenguas; etc. todo ello nos constriñó a preparar un nuevo trabajo que
supliera una doble constatada necesidad actual: (1) tratar, con mayor amplitud
que anteriormente, las principales diferencias entre ambas Versiones y (2) dar
respuesta a ciertas afirmaciones hechas en favor de la Revisión de 1960. Con
ello, pues, el lector ha ganado nuevas materias de meditación.
Por
la Providencia de Dios, este trabajo fue preparado en los EEUU de América, lo
que nos permitió contar con cooperación y elementos de juicio especializados.
Tal circunstancia, obliga doblemente nuestra gratitud, primero al Señor y luego
a los hermanos que nos fueron de ayuda en la labor.
Especial
reconocimiento es hecho al Dr. George Linhart, de Havertown, Pennsylvania, por
su inapreciable y constante ayuda en el estudio de textos en las lenguas
originales, especialmente en las varias lecturas del Griego del Nuevo
Testamento.
Nuestro
agradecimiento al Dr. David Otiss Fuller de Grand Rapids, Michigan, por su
libro ‘Which Bible" ("¿Cuál Biblia?") y otros análisis críticos
de Versiones; y por sus inspiradoras cartas personales.
Al
Dr. Donald A. Waite, de Collingswood, New Jersey, por sus estudios sobre
manuscritos antiguos y versiones modernas, y por su estímulo personal.
Al
erudito hermano Terence H. Brown, de la Sociedad Bíblica Trinitaria, de
Londres, Inglaterra, por sus estudios sobre textos discutidos y otros trabajos
técnicos.
Y
al distinguido hermano W. G. Broadbent, de Nueva Zelandia, uno de cuyos
medulosos estudios, "The Doctrine of Origins" ("La Doctrina de
los Orígenes"), es muy revelador en cuanto a lo ocurrido con manuscritos,
textos y versiones.
A
todos, muchas, muchas gracias, amados hermanos.
Tres
son los propósitos de este informe: el primario, el vital y el devocional.
(1)
El primario, propio de todo informe, o sea, informar. Y esto lo hemos hecho,
atendiendo las necesidades determinadas en nuestro primer subtítulo
"Razones de una insistencia".
(2)
Pero toda información, que objetivamente se nutre de datos, necesita, si es que
aspira ser mensaje, de un elemento subjetivo, simple, digno y veraz, que dé
vocación, significado y trascendencia a la tarea primaria de informar. Ese
elemento, alma y espíritu del informe, debe ser su motivo y su intención
íntimos, principio y fin de la tarea: el por qué, cómo y para qué se escribe.
¿Y
cuál es, según ello, el propósito vital de este trabajo?
Es
el de reafirmar el principio espiritual normativo de la conducta de individuos
e instituciones Cristianos, es a saber:
¡LEALTAD
AL SEÑOR Y A SU SANTA PALABRA!
Y
enfatizar esa Lealtad, en su aplicación a la preciosa tarea de producir y
distribuir Versiones de las Sagradas Escrituras, lo cual nos da la Causa
auténtica de toda Sociedad Bíblica auténticamente Bíblica, es a saber, su
compromiso total a un solo cometido: ¡VERSIONES FIELES, INCORRUPTAS, DE LA PURA
Y SOLA PALABRA DE DIOS, SIN NOTAS NI COMENTARIOS!
Tal
es nuestro propósito vital. Es por, en y para lealtad al Señor, a su Palabra y
a la Causa de Sociedades Bíblicas, que estas páginas fueron escritas. Que no se
confundan sus términos (por mentes insensatas) con la hediondez del prurito o
erosión carnal propios del espíritu de contención.
(3)
El propósito devocional, completa a los dos anteriores, en cuanto los acompaña
con una oración:
Que
el Señor quiera usar estas páginas para reavivar en Sus siervos, el amor a Su
Palabra. Que en estos postreros días de tanta apostasía, podamos estar firmes
"Por la Palabra de Dios y el Testimonio de Jesucristo" (Ap. 1:
9). Y que mientras llega el anhelado día de Su venida por nosotros (Jn. 14:1-3;
1 Ts. 4: 16-18), sigamos Sus pisadas andando fielmente la senda marcada, no
olvidando jamás que: "Lámpara es a mis pies tu Palabra y
lumbrera a mi camino" (Sal. 119: 105)
Una
Palabra fiel y un pueblo fiel, para un testimonio fiel. Hasta que El venga.
¡Así sea; Amén!
Fraternalmente
(He. 13: 1) ,
Armando Di Pardo
Setiembre de 1972, West
Collingswood, N. Jersey, USA.
EL SELLO DE AUTENTICIDAD Y AUTORIDAD LITERARIA
"....
Preguntad por las sendas antiguas..." (Jer.6:16)
La
exégesis tiene mucho que decir respecto del texto con que intitulamos esta
primera parte de nuestro informe. Pero permítasenos tomar solamente su obvia
exhortación y usarla como una analogía para así inmediatamente inquirir:
¿Dónde está el Sello Antiguo, de Autenticidad y Autoridad Literarias, que
tenía la Versión Castellana "Reina–Valera" de las Santas Escrituras,
en la frase de su título? ¡Pues ha desaparecido!
Por
espacio de 51 años (1909-1960), la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera,
luego Sociedades Bíblicas Unidas, nos dieron una Versión de las Santas
Escrituras en idioma Castellano, que, por su alta fidelidad a los Textos de los
idiomas originales Hebreo y Griego y por la hermosura de su estilo, llegó a ser
muy amada por sus amigos y hasta respetada por sus enemigos: la Versión de 1909, conocida popularmente
hoy día como la Versión Antigua.
En
su primera página impresa, la frase de su titulo, decía:
"LA SANTA BIBLIA.
ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO.
ANTIGUA VERSIÓN DE CASIODORO DE
REINA (1569) REVISADA POR CIPRIANO DE VALERA (1602), Y COTEJADA POSTERIORMENTE
CON DIVERSAS TRADUCCIONES Y CON LOS TEXTOS HEBREO Y GRIEGO"
Huelga
decir que esa frase no traduce a los Textos originales de las Escrituras, pero
sus últimas palabras se relacionan con ellos y por lo que implica la entera
última sentencia, resultan de suprema importancia para nuestra Versión
Castellana: "Y COTEJADA POSTERIORMENTE CON DIVERSAS TRADUCCIONES Y CON LOS
TEXTOS HEBREO Y GRIEGO". Técnicamente, esas palabras pueden definirse como
la "correlación documental" de la Versión, al dar cuenta de su debido
cotejo, no sólo con "otras traducciones", sino "con los textos
Hebreo y Griego". Por lo tanto, vienen a resultar el Sello de Autenticidad
y Autoridad Literarias de nuestras Biblias en idioma Español.
De
hecho: toda Versión Bíblica, o sea, toda traducción de las Escrituras, debe
llevar alguna constancia que informe de qué idiomas fue traducida. Debe
saberse, ni bien se abre una Biblia, si se trata de una traducción de los
originales Hebreo y Griego o; caso contrario, si se trata de una traducción de
otras traducciones y en tal caso de cuáles (Septuaginta, Siríaca, Vulgata
Latina, etc.). Y toda Sociedad Bíblica que se precie, tomará especial cuidado
de que ese sello no falte, pues además de autenticar la Versión, va en ello
colateralmente involucrada y comprometida, su propia honestidad y
responsabilidad. Es una cuestión de ética profesional y Cristiana.
Pero:
en las últimas entregas de la Versión Antigua, las Sociedades Bíblicas han
quitado aquel sello. Y en su lugar han puesto: "OTRAS REVISIONES: 1862;
1909".
Además,
en la nueva Biblia Revisión de 1960, ese sello tampoco aparece, leyéndose en
cambio: "OTRAS REVISIONES: 1862, 1909, 1960". De modo que actualmente
tenemos: (1) Biblias Versión Antigua, unas con la nota y otras sin ella; (2)
Biblias Revisión de 1960 sin la nota.
Cabe
preguntar: ¿Por qué fueron quitadas esas palabras de la Versión Antigua? La
pregunta es pertinente, pues los procedimientos demuestran una dualidad de
criterio, que lo sagrado de la materia exige clarificar.
Naturalmente,
no se nos escapa que quizá lo único que se tuvo en mente fue el deseo de
simplificar y codificar la frase uniformando su enunciado. Pero tampoco se nos
escapa que el criterio prevalente fue absolutamente negativo. Lo positivo
hubiera sido perfeccionar la frase y no cercenarla. Muy ligeros cambios
bastaban para lograrlo. Por ejemplo: OTRAS REVISIONES: 1862, 1909. COTEJADA CON
DIVERSAS TRADUCCIONES Y CON LOS TEXTOS ORIGINALES HEBREO Y GRIEGO. Tal o
parecida redacción hubiera dejado la frase esencialmente intacta y aún
enriquecida. Pero no se obró así. Se optó por la supresión de una constancia
vital y, como resultado; quien abra las actuales Biblias, no sabrá si nuestra
Versión Castellana tiene o no alguna relación con los Textos originales Hebreo
y Griego, o si es una simple traducción de otras traducciones. Se ha dejado,
pues, a la Versión Castellana, sin dar razón de sus fuentes.
Tan
negativa digitación, —duele decirlo— transparenta serias lagunas en la
reflexión de los responsables: (a) inadecuada captación de los valores, pues
han sacrificado algo que es esencial para enfatizar únicamente a lo segundo en
el orden; (b) falta de percepción o falta de estimación adecuada, de las
consecuencias reales y probables de tal acción; (c) lamentable falta de
consideración para con la misma Palabra de Dios que nos ha sido dada en la
Versión Antigua y para con las Iglesias que perseveran en su exclusivo uso,
como también para con los funcionarios y Sociedades Bíblicas del pasado que
redactaron e imprimieron la primitiva frase, y finalmente, para con la Revisión
de 1960 y las Iglesias que confiadamente la han adoptado.
(1)
La Palabra de Dios y, colateralmente, sus antiguos publicadores, quedan
expuestos innecesariamente a injusta crítica y aún traídos bajo sospecha de
inexactitud o error. En efecto: tómese la Versión Antigua y considérese lo que
implica que antes tenía un sello de autenticidad documental y ahora le ha sido
quitado. ¿Por qué? Cualquier suposición es posible. Tómese la Revisión de 1960
que carece de constancias. ¿Por qué? Cualquier suposición es posible. ¿Y qué de
los funcionarios y Sociedades Bíblicas del pasado? ¿Se equivocaron cuando
redactaron la nota o fueron muy atrevidos en mencionar "originales"?
En último análisis, sombras de descrédito y aún de duda pueden ser echadas
sobre un pasado, que, sin merecerlo, puede ser traído a reexamen y sujeto a
veredicto de competencia.
(2)
Neófitos quedan imprudentemente expuestos a todo viento de tendencias
antagónicas. Quien abría una Biblia Versión Antigua que tenía la nota, quedaba
inmediatamente informado de que los idiomas originales eran el Hebreo y el
Griego y que esa Biblia había sido cotejada con ellos, de modo que tenía en sus
manos documentos fidedignos y confiables. Pero ahora, sin constancias, un
neófito queda en su ignorancia o en incertidumbre o expuesto a serias dudas
ante los avances de cualquier advenedizo interesado en desprestigiar a los
Cristianos Evangélicos "y sus Biblias Protestantes"... como algunos
las llaman.
(3)
La difusión de la Palabra de Dios y la obra de colportaje y evangelismo pueden
resultar afectadas, pues Biblias sin constancias de fuentes de origen, quedan
en desventaja ante otras que las tienen. Y tal hecho se torna candente, si se
considera que Biblias Católicorromanas, en este punto, sacarán ventaja en una
confrontación.
(4)
Biblias Evangélicas disminuidas o en desventaja ante las discutibles Versiones
Católicorromanas. ("discutibles" sí, por la inclusión en ellas de los
libros apócrifos y por el tenor de muchas de sus notas, además de otras
consideraciones de carácter textual)
Por
vía de ejemplo: En la Versión Castellana editada por el Centro de Ediciones
Paulinas en el año 1964 y distribuida a través del mundo (tanto así que nuestro
ejemplar lo adquirimos en una tienda de la Ciudad de Filadelfia USA) se han
impreso nada menos que siete veces,
constancias de validez documental: dos veces en la sobrecubierta, una en su
interior, luego en páginas II, III y X, repitiéndose vez tras vez: "LA
SANTA BIBLIA. TRADUCCIÓN DE LOS TEXTOS ORIGINALES AL ESPAÑOL", y
finalmente, en páginas XX, XXI y XXIII, sendas notas sobre los Textos Hebreo y
Griego. Ciertamente, no hace falta ser perito en el arte de la comunicación,
para apercibirse de que tan excesivo énfasis contiene una sobre carga de
intención psicológica que bien puede tener dos alcances: por un lado, un obvio
efecto propagandístico que puede pasar por candorosa estima y alta
recomendación de la Versión ante cualquier lector, y por otro lado, filosidad
de espada apuntando sutilmente "a priori" con intención apologética.
Ellos
no se descuidan y saben cubrir todas las eventualidades, aún a riesgo de
notoria oficiosidad. Y aunque nada de ello nos arredre, el hecho permanece: la
Biblia Católico–Romana editada por el Centro de Ediciones Paulinas, tiene siete
protestas de autenticidad documental, contra ninguna en las Biblias Evangélicas
editadas por Sociedades Bíblicas Unidas.
Y
debe ser dicho: la Palabra de Dios no debió jamás ser colocada en esa posición,
ni tampoco lo merecían las Iglesias Evangélicas de habla Hispana.
Razones
de Bíblica autenticidad; razones de Evangelismo y Apologética; razones de
dignidad y concepto Evangélicos; razones de ética profesional y Cristiana,
demandan que las Sociedades Bíblicas Unidas vuelvan a imprimir la frase con el
sello de autenticidad documental, en la Versión Antigua de las Sagradas Escrituras
en idioma Castellano.
Caso
contrario, quedará latente la interrogante desprendida de nuestra analogía del
principio: ¿Qué habéis hecho de las "sendas antiguas"?
Títulos incorporados indebidamente al Texto Bíblico
"No
añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella" (Dt.4:2)
Previamente,
recordemos aquí que la Biblia Versión Antigua tiene ciertas sentencias sucintas
—no títulos— impresas fuera del Texto Bíblico (en la
parte superior de las páginas) y en tipo de letra diferente (letra bastardilla). Tal
proceder es correcto, pues no permite que esas inscripciones sean confundidas
con el Texto. Además, sus enunciados son sanos, lo cual las hace útiles
Pero:
en la nueva Biblia Revisión de 1960, esas sentencias marginales han sido
eliminadas y en su reemplazo, han sido incorporados al Texto Bíblico, ciertos
"TÍTULOS" sobre "SECCIONES" de la Palabra de Dios; impresos
con idéntico tipo de letra que el usado para el Texto pero en realce (en letra negrita), y sin advertencia alguna
para el lector.
"SECCIONES" y "TÍTULOS". Así los definieron las mismas
Sociedades Bíblicas, en un folleto titulado: "La Biblia Reina–Valera. La
Revisión de 1960", pag. 6: "una característica interesante de esta
nueva edición de la Biblia, es la
división del texto en secciones y el uso de
títulos con el fin de identificar el contenido de cada sección". Y agrega: "Así podrá el
lector reconocer de inmediato no solamente los pasajes
familiares, sino también el sitio
donde comienza y termina cada sección" (El subrayado es nuestro).
Tales
hechos, no deben ser aceptados sino protestados, por las siguientes razones:
(1)
Porque esos "títulos" no se hallan en los Textos originales
Inspirados por Dios. Por lo tanto, el hecho de incorporarlos al Texto,
constituye flagrante transgresión al mandato de "no añadir" a la
Palabra.
(2)
Porque esa "presencia" dentro del "corpus" Bíblico, los
hace aparecer como si fueran tan Inspirados por el Espíritu Santo como el Texto
mismo y, consecuentemente, como teniendo igual autoridad, inerrabilidad y
derechos hermenéuticos (derechos de ser interpretados y de ser partes en la
interpretación del entero pasaje). Todo ello es arbitrario; y es peligroso,
pues si el enunciado de esos "títulos" no fuera correcto, inducirán a
error y afectarán al significado del Texto.
(3)
Porque, en sana doctrina, no puede esperarse la asistencia del Espíritu Santo a
una tarea que el mismo Espíritu no puede aprobar. Luego: tales
"títulos", no tienen autoridad divina sino humana; son el mero fruto
de estimaciones subjetivas de comentadores falibles, huérfanos del auxilio de
Dios; y podrán ser quizá buenos o quizá malos, con probabilidad mayor de lo
segundo, sea por errar en la captación del contenido de la "sección"
intitulada, u omitir, reducir, o exceder, sus hechos y significados. Y en vez
de ayudas, pueden resultar piedras de tropiezo.
(4)
Finalmente, porque esos "títulos" (sospechables) han sustituido a
excelentes sentencias marginales de la Versión Antigua, cambio también
indebido. Es importante notar aquí, que, el caso con la Revisión de 1960 tiene
dos lados: (a) no se trata solamente de lo que ha sido incorporado a la misma,
sino (b) se trata también de lo que ha sido quitado de la Versión Antigua para
ello, sin que mediara ninguna razón de fundamento: ni textual, ni exegética, ni
idiomática!
Se
impone, pues, examinar tales "títulos", lo cual haremos seguidamente,
considerando algunos ejemplos de menor o de mayor cuantía, pero todos
igualmente sintomáticos.
La
Revisión de 1960 lee: "Moisés
suspende la ofrenda del pueblo".
"Suspende",
de "suspender", significa en el uso común "hacer cesar momentáneamente".
Pero, según el texto, Moisés mandó que las ofrendas cesaran no momentánea sino definitivamente, porque
el pueblo traía más de lo que era menester para la construcción del
Tabernáculo, ¡y sobraba! (v. 5 a 7).
Es
obvio que el "título" ha restringido los hechos esenciales del
pasaje, pues reduce el alcance de la orden de Moisés y nada dice de la bendita
causa que la fundamentó y que puede ser de gran estímulo para nosotros hoy.
Una
idea cabal del "contenido de la sección", la hubiera dado, por
ejemplo: "Moisés manda cesar las ofrendas del pueblo, pues
sobreabundaban", o cosa así.
La
Revisión de 1960 lee: "Nehemías
designa dirigentes".
"Dirigentes"
("los que dirigen", en sentido de "gobernar"), es una
palabra que debe usarse con cuidado, pues suele aplicársela indebida y
abusivamente.
En
la sección intitulada, sólo en el v. 2 se nombra a Hanani, hermano de Nehemías
y a "Hananías príncipe del palacio de Jerusalem", como principales.
Pero en los v. 1 y 3, se nombran porteros, cantores, Levitas, guardas (o
centinelas y guardianes), y tal variedad de oficios y funciones ciertamente no
está representada en el "título", que resulta así incompleto. Todo el
énfasis ha sido cargado en el v. 2 y nada dice de las otras partes de la
sección. Además de eso, está la potencial dificultad de que un lector poco avisado
no se aperciba de ello y piense que "dirigentes" vale para todos los
oficios mencionados en la entera sección y hasta pueda ser inducido a ciertas
comparaciones o analogías incorrectas.
"Nehemías
asigna distintos cargos y tareas" nos parece hubiera sido mejor.
iii. Algunos
"títulos" en el libro de Job.
(a)
Sobre Job cp. 7: "Job argumenta
contra Dios".
(b)
Sobre Job cps. 16 y 17: "Job se
queja contra Dios".
Aquí
tratamos con asuntos más graves.
No
es constructivo enfatizar solamente lo antagónico: "Job... contra Dios", dejando de lado
otros aspectos del texto que —por lo menos— insinuarían que una actitud tal
está básicamente equivocada y darían, además alguna idea de la turbación
espiritual de Job y los encontrados sentimientos que agitaban en tales momentos
su atribulado corazón, como Job mismo lo declara: "Hablaré en la
angustia de mi espíritu y me quejaré con la amargura
de mi alma" (7:11); "mi rostro está enlodado
con lloro..." (16:16).
Cuán
distinta 1a Versión Antigua, que, señalizando el cp. 7, dice: "Job...
justifica sus lamentos"; y sobre cps. l6 y 17: "Quéjase Job de sus
amigos y se lamenta de su mal"; expresiones más respetuosas del texto y
además, reverentes.
(c)
Sobre Job cp. 24, la Revisión de 1960 ha puesto: "Job se queja de que Dios es indiferente ante la maldad".
Caso
gravísimo. Tal "título" no es correcto, ni sensato, ni edificante en
modo alguno (comparar Ef. 4: 29). No es correcto, porque no capta ni refleja el
real sentido del texto. No es sensato, porque por su modo de expresión facilita
motivos a la más extrema línea de pensamiento izquierdista–revolucionario de
quienes gritan "la religión es el opio de los pueblos" y que
"hay que hacerse justicia por las propias manos", etc. No es edificante,
porque a simple vista produce la impresión de que Job tuviera razón y que Dios
ha sido hallado en posición reprochable, como si fuera una Deidad apática o
insensible ("indiferente" tienen también esas acepciones), lo cual
cae en el error del "Deísmo", falsa doctrina que dice que Dios se
desentiende de sus criaturas, entre otros errores. ¡Sáquese, por favor tal "título"!
Lo
grave del caso en foco, nos obliga a tratar con algún detalle la pregunta
latente: ¿Cuál es el real sentido del capítulo 24 del libro de Job?
Para
ayudarnos a captarlo, recapitulemos 1os hechos hasta ese momento: Job pasaba
por aflicciones terribles cuyas reales causas desconocía (cps. 1 y 2) y tres de
sus amigos le acusaban de estar bajo "castigo" de Dios (Eliphaz: cps.
4:8,9; 5:17, 18 y 15:l-6; Bildad: cp. 8:4-7, 20; Sophar: cp. 11:1-6, 20), pero
Job rechazaba tales acusaciones porque tenía conciencia de no haber faltado
(cps. 6:24-30; 9: 17; 10: 7; 16:17 y 23:10-12) y, aunque confesaba: "la
mano de Dios me ha tocado" (cp. 19:21), él sentía en su corazón que no era como
"castigo", sino por lo que él llamó "determinaciones" de
Dios:
"Empero si él determina una cosa, ¿quién lo apartará? El pues
acabará lo que ha determinado de mí; y muchas cosas como éstas hay en él. Por
lo cual yo me espanto en su presencia; consideraré y temerélo". (cp.
23:13-15) .
Tal
el sentir de Job: Dios había determinado que él padeciera sin que supiese por
qué; "y muchas cosas como estas hay en él", dice
Job; y entre esas "muchas cosas" estaban también las
determinaciones de Dios para con los impíos, a quienes Job describe en el cp.
24 (ver también el cp. 21), como obrando sin impedimento y sin ser castigados
en el curso de su vida en este mundo (cp. 24:1-12). Hasta allí los hechos.
Inquiramos
ahora: ¿Trajo Job a colación a los malvados como ocasión para quejarse de que
"Dios es indiferente ante la maldad"?
¡En ninguna manera! La razón
es: Job, ante las acusaciones de sus amigos y la negación de éstos a aceptar su
integridad e inocencia, trae entonces a colación los hechos de los impíos y su
impunidad presente, como un argumento comparativo para probar, por contraste,
su sufriente rectitud. Es como si les dijera: —Vosotros me acusáis de estar
bajo "castigo" de Dios como si yo fuera un malvado: ahora yo os muestro
que los malvados no son "castigados" en esta vida. Aceptad entonces
que yo no soy malvado ni estoy bajo castigo, sino que padezco a pesar de ser
justo, porque Dios así lo ha "determinado" acerca de mí.
Esa
es la razón. Job estaba tratando por todos los medios lógicos, razonables, que
sus amigos comprendieran su situación y le ayudaran a inquirir la más Alta Luz
sobre su terrible experiencia. Job no se estaba "quejando" contra
Dios; estaba refutando a sus amigos, a quienes tenía por doblemente equivocados:
(1) equivocados respecto de Job, al dar por sentado que si sufría era porque
había cometido faltas; (2) equivocados respecto de Dios, al atribuirle estar
castigando a Job por tales supuestas faltas; todo lo cual no era así. Tan
seguro estaba Job de ello, que los desafía diciéndoles: "Y si
no, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?" (cp.
24:25). Sus amigos no lo pudieron.
En
segundo lugar: ¿Interpretó Job que la impunidad presente con que obran los
impíos, significaba que "Dios es indiferente ante la maldad" ?
La
respuesta es un enfático: ¡NO! Damos cuatro razones para ello:
Primera razón: Job 23: 15. Allí leemos que Job, después de hablar de las
"determinaciones" de Dios, dice: "Por lo cual yo me
espanto en su presencia, consideraré y temerélo". Y nos
parece que una "Deidad" que fuese "indiferente ante la
maldad", no podría inspirar espanto ni temor en un hombre de la integridad
moral de Job, sino repudio, pues carecería de toda sensibilidad ética, justicia
y santidad, y además, de amor y compasión para con sus propios siervos justos y
sufrientes. No a Dios, sino al Diablo, corresponde tal descripción.
Es necedad y aún blasfemia, pensar siquiera que "Dios es indiferente ante
la maldad"; y Job no era necio, sino sabio; Job no era blasfemo, sino un
siervo reverente y temeroso del verdadero Dios.
¿Por
qué entonces, se espantaba y temíale? Porque le anonadaba pensar en la
majestad, soberanía y decretos inescrutables de Dios, que estaban fuera de su
alcance, aunque Job mismo no estaba fuera del alcance de sus manifestaciones y
efectos.
Segunda razón: Job 24:12. Al final de ese versículo, la Versión Antigua
lee: "Más Dios no puso estorbo", es decir, Dios no estorbó
la acción de los impíos. La Revisión de 1960, en cambio, siguiendo otras
Versiones, dice: "Pero Dios no atiende su oración", lo cual
refiere al clamor de los que sufrían a manos de los impíos. Creemos más
correcta la traducción de la Versión Antigua que sigue al Texto Hebreo
reconocido y, además se refiere directamente a la acción de los malvados, que
es precisamente el punto en foco.
De
esa parte del versículo, parecería ser que la Revisión de 1960 dedujo su
"título": "Job se queja de que Dios es indiferente ante la
maldad". Si de allí lo dedujo se excedió en mucho, pues Job no está allí
hablando ni irónica, ni interpretativamente, ni quejosamente de los hechos,
sino "descriptivamente", es decir, relatándolos tal como él los veía
acaecer aquí sobre la tierra.
Pero,
se argüirá, si Job dijo: "Más Dios no puso estorbo": ¿no
significa eso "indiferencia" por parte de Dios?
—¡En ninguna manera! Descártese
totalmente, por blasfema, tal insinuación. Lo máximo que una exégesis sana y
reverente puede extraer de las palabras de Job es que Dios, al no poner
estorbo, "permitió" obrar a los malvados. Y jamás se olvide que
"permitir", en acepción divina, podrá significar
"paciencia", "tolerancia" y "longanimidad", ¡pero
jamás "indiferencia de Dios ante la maldad"!
—Pero,
se insistirá: ¿no pudo ser, acaso, que Job interpretó entonces esa
"permisión" de Dios como si fuera "indiferencia" y por eso
se quejó, sin apercibirse que al hacerlo incurría implícitamente en blasfemia?
—En
el terreno de las conjeturas, cualquier cosa se puede decir. Lo mejor sería
preguntárselo directamente a Job... cosa que por el momento no podemos hacer.
Pero, si hemos de atenernos a lo que está escrito, tanto en el cp. 24 como en
el entero libro de Job, entonces la respuesta a tal pregunta es un enfático
¡NO! Para poder concebir y para poder aceptar el "título" de la Revisión
de 1960, se debe cometer la siguiente serie de errores: "interpretar"
el texto de modo tal que se deduzca que Job "interpretó"
subjetivamente los hechos como evidenciando "indiferencia" de Dios
ante la maldad y, después de eso "interpretar" que Job en reacción, se
"quejó" de ello contra Dios; o sea: se debe especular subjetivamente,
dentro del texto y dentro de Job... y errar en ambos campos, al punto de hacer
que Job, en forma inconsciente, formule una queja que equivale a una blasfemia.
(!) Tal aberración se hará más y más evidente, al tratar los dos puntos
siguientes.
Tercera razón: Job 24:20, 23 y 24. En el v. 20, leemos: "...
como un árbol serán los impíos quebrantados". Lógicamente, eso refiere a
su muerte. Pero aún así, obsérvese la fuerza de la expresión, como un índice de
juicio. Luego, refiriéndose ya explícitamente al tiempo presente, Job dice: "Sus
ojos (los ojos de Dios) están sobre los caminos de ellos (de los
malvados)" (v. 23) y ciertamente, si Dios les controla todos sus pasos,
luego no es "indiferente" ante su maldad. Finalmente leemos: "Fueron
ensalzados por un poco (en la brevedad del tiempo presente) más
desaparecen (por la muerte); serán encerrados y cortados (juicio y
castigo hay allí) como cabezas de espigas" (se les
permitió llegar a la madurez para que dieran todo el fruto de su maldad,
dándoles Dios, en su longanimidad, tiempo o "largas" (comp.
Is.48:9) para que colmen la medida de sus abominaciones, queden sin excusa
delante de El y acumulen ira para el día de la ira), (v. 24) . Hemos ido dando
algunas ideas del significado del texto para que se haga claro que Job no habla
allí de "indiferencia" de Dios, en lo más mínimo.
Obsérvese
que ninguno de esos versículos del cp. 24, ha sido tenido en cuenta por la
Revisión de 1960, que olvidó así una de las más elementales reglas de la
Hermenéutica: la ley del contexto. Y obsérvese de paso, que estos versículos
favorecen totalmente la lectura de la Versión Antigua en el v. 12: "Dios
no puso estorbo", o sea, Dios les permitió obrar pero bajo control y
hasta que les llega el día, lo cual prueba, además, que Dios atendió la oración
de los sufrientes y la contestó en Su tiempo.
Cuarta y última razón: Job 42: 7,8. Aquí tenemos la prueba definitiva: el
testimonio nada menos que de Dios mismo, según lo hallamos al final del libro,
cuando el Señor dice a Eliphaz:
"Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros: porque no habéis
hablado por mí lo recto, como mi siervo Job" (v. 7);
" ...por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi
siervo Job". (v. 8).
Obsérvese:
Si la ira de Dios se encendió sobre los tres amigos de Job, porque no habían
hablado por Dios lo recto, ciertamente Dios NO ES indiferente ante la maldad.
Pero el punto ahora es: Si Job se hubiera quejado de que lo fuera (como lo
afirma la Revisión de 1960), ese era el momento en que Dios lo hubiera
reprendido como lo hizo con sus tres amigos. Pero Job no fue reprendido, sino
aprobado por lo que habló respecto de Dios; luego: ¡Job jamás incurrió en el pecado de quejarse de que "Dios es indiferente
ante la maldad"!
Por
lo tanto, la Revisión de 1960: (1) no habla lo recto al hablar de Job, pues con
lo que pone en su boca, tergiversa el sentido de sus palabras; (2) tampoco
habla lo recto de Dios, pues por vía indirecta, hace que Job lo haga aparecer
como siendo "indiferente ante la maldad" lo cual es blasfemia; (3)
contradice el testimonio que el mismo Dios dio de los dichos de Job a su
respecto; (4) ha introducido con su erróneo "título", un error dentro
del corpus Bíblico y con ello induce a errar al lector; (5) debe pues ser
corregida perentoriamente. La mera presencia de "títulos" como el que
nos ocupa, basta para justificar que se la devuelva a sus editores
responsables.
¡Cuán
distinta la Versión Antigua!, la cual, siguiendo de cerca la ilación de los
hechos, señaliza la entera sección (cps. 23 y 24) diciendo al margen: "Job
afirma su inocencia y describe a los malvados"; sentencia simple, pero
reverente y objetiva, que no incursiona en especulaciones subjetivas erróneas
como lo hizo la Revisión de 1960. Es preferible.
Ya
podríamos concluir nuestro análisis, pero, para beneficio del lector, hagámonos
una última pregunta: —¿Cuál era el
real problema en la conciencia de Job?
El
mismo Job lo declara, cuando dice a Dios: "Hazme entender por
qué pleiteas conmigo" (cp. 10:2 comp. 13: 23). Ese es el meollo del
asunto. Si Dios había "determinado" que Job padeciera: ¿Por qué lo
había determinado? ¿Cuáles eran las causas y los propósitos de tal
determinación? Job, al llegar en su experiencia a la etapa del cp. 24, todavía
no tenía luz sobre el asunto. Recién cuando el mismo Dios se mostró a Job, éste
comprendió; y quebrantado delante del Señor (cp. 42: 1-6), se arrepintió de su
secreto orgullo de justicia propia. Luego de ello, todo le fue tornado en
doblada bendición (cp. 42: 10-17); y, como leemos en la epístola de Santiago: "He
aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído la paciencia de
Job y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordiosa y
piadoso". (Stgo. 5: 11).
d)
Sobre Job cp. 25, la Revisión de 1960 ha puesto: "Bildad niega que el hombre pueda ser justificado delante de
Dios".
Otro
"título" que debe ser corregido, pues parece indicar que
"nadie" puede justificar al hombre, lo cual no es cierto, pues Dios
sí puede justificarlo.
Naturalmente,
Bildad no está allí discutiendo la Gracia de Dios, de la cual nada sabía, pero
tampoco dice lo que la Revisión de 1960 le hace decir. Lo único que en forma implícita
afirma, es que el hombre no puede justificarse a sí mismo delante
de Dios, lo cual es muy distinto del "título" y, además, es cierto.
Por
lo tanto, corríjase ese "título" y clarifíquese bien el concepto del
texto, pues tal como está se presta a serios equívocos y además, para cualquier
experto, puede que tenga cierto husmillo a "modernismo"... ¡Cuidado
con ello!
La
Revisión de 1960 ha puesto:
"Plegaria pidiendo la destrucción de los malvados".
Otro
título interpretativo y recargado. La Versión Antigua dice: "Audacia e
impiedad de los malvados", declaración más de acuerdo con el espíritu del
texto y que no había razón alguna para cambiar.
v. Eliminación del término
"MESÍAS", en títulos sobre clásicos pasajes Mesiánicos.
(a)
Sobre Salmo 22, la Versión Antigua dice: "Descripción profética de los
sufrimientos del Mesías".
Pero
a los señores "revisores", les molestó eso del "Mesías" y
la implícita referencia a la Cruz del Señor Jesucristo; desecharon tan santas
palabras, correctas exegética, doctrinaria e idiomáticamente considerada y, sin
ninguna razón válida, las reemplazaron con expresiones de mero lirismo en un
"título" inexpresivo, minúsculo, que dice: "Un grito de angustia y un canto de esperanza".
¿Por
qué tal cambio? ¿Para no "ofender" la incredulidad culpable de Judíos
rebeldes y "modernistas" apóstatas, enemigos a una de la Cruz de
Cristo?
(b)
Sobre Salmo 69, la Versión Antigua dice: "Abatimiento del Mesías".
Pero
otra vez los señores "revisores" desecharon la referencia Mesiánica,
para reemplazarla con su lírico sonsonete: "Un grito de angustia" ¿Por qué?
(c)
Sobre Isaías cp. 53, la Versión Antigua dice: "Sufrimientos del
Mesías". Pero los señores "revisores" sacaron deliberadamente la
palabra "MESÍAS" y en su lugar pusieron "Siervo de Jehová".
Por
supuesto, no se nos escapa que la "sección" intitulada por la
"Revisión de l960" (que cubre Isaías 52:13 a 53:12), tiene dos veces
la expresión "Siervo de Jehová" (52:13 y 53:11) y que por
lo tanto no es incorrecto, desde ese punto de vista, el "título"
nuevo.
Pero
tenemos una seria objeción: ¿Por qué los señores "revisores"
desecharon la palabra "MESÍAS" que tenía la Versión Antigua? ¿Acaso
el "Siervo de Jehová" NO ES el Mesías, o sea,
el Señor Jesucristo?
La
Versión Antigua, al decir: "Sufrimientos del Mesías", concuerda con
lo que dijo Felipe el Evangelista cuando explicó esa misma "sección"
de Isaías al eunuco de Candace (Hechos 8:34, 35) . La cuestión es entonces:
¿Por qué la Revisión de 1960 quitó lo que decía la Versión Antigua, que estaba
bien expresado exegética y doctrinalmente y bien expresado en correcto y
corriente idioma castellano? ¿Lo hizo para no comprometer opinión ni ofender a
la incredulidad de judíos rebeldes y "modernistas" apóstatas que
dicen que "Siervo de Jehová" no tiene nada que ver con
la persona del Mesías, sino —así dicen— con el "sufriente pueblo de
Israel?"
Los
señores "revisores" al hacer tal cambio, ya se comprometieron: pero
no a favor de Felipe el Evangelista, ni Spurgeon, ni millones de fieles siervos
de Dios, sino inclinándose sospechosa y culpablemente aún, a la apostasía
ambiente.
(d)
Sobre Miqueas cp. 5, la Versión Antigua dice: "Venida y reino del
Mesías". Pero los señores "revisores" que evidentemente padecían
de "Mesíasfobia", barrieron otra vez con toda alusión Mesiánica,
poniendo en su lugar el siguiente "titulo": "EI reinado del libertador desde Belén".
Excusamos
decir que el "título" de la Revisión de 1960 contiene un craso error,
pues en ninguna parte de Miqueas cp. 5, ni en ninguna parte de la entera
Biblia, se dice que ningún "libertador" reinará desde Belén. La
Biblia dice que el lugar desde donde reinará el Señor será JERUSALEM. (Is.
24:23).
Es
evidente: los señores "revisores" se muestran como inclinados a las
tendencias más sospechosas Judeo–Modernistas. La eliminación reiterada del
título "MESÍAS" sobre los pasajes Mesiánicos clásicos, lo prueba en
alto grado.
La
Revisión de 1960 ha puesto: "La
insensatez de confiar en las riquezas".
La
Versión Antigua dice: "Vanidad de las riquezas, sabiduría y honra
humanas", sentencia ésta obviamente más completa e incisiva. ¿Por qué se
dejó a un lado?
La
Revisión de 1960 parcializó el sentido omitiendo sospechosamente asuntos muy
importantes que, además de las cosas materiales, muestran la vanidad del
orgullo espiritual del hombre. Muy sugestiva la omisión en la Revisión de 1960,
sin causa que la justifique.
La
Revisión de 1960 ha puesto: "La
generosidad de Dios en la naturaleza".
Título
que enfatiza sólo un aspecto del Salmo y omite lo mejor, lo espiritual que está
contenido en los versículos 1 a 5, que transcribimos como prueba de nuestra
afirmación:
"Tuya es la alabanza en Sion, oh Dios, y a ti se pagarán los votos.
Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne. Las iniquidades prevalecen contra
mí; mas nuestras rebeliones tú las perdonarás. Bienaventurado el que tú
escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios; Seremos saciados
del bien de tu casa, de tu santo templo. Con tremendas cosas nos responderás tú
en justicia, Oh Dios de nuestra salvación..." (Copiado de la Revisión de
1960).
La
parte más preciosa del Salmo, la parte que habla de la oración, el perdón de
nuestras rebeliones, la elección de los escogidos, del templo, del Dios de
nuestra salvación, ha sido pasada por alto como si no existiera, para
enfatizarse solamente las nubes, las lluvias, los granos, los rebaños, los
pastizales...
Muy
sugestivo, muy sugestivo... y muy sospechoso. Otra vez los expertos aquí
sienten ese husmillo a "modernismo" que es de lo más desagradable.
¡Cuidado, mucho cuidado!
La
Revisión de 1960 ha puesto: "Exhortación
a los guardas del templo".
Muy
pobre la "interpretación" de la Revisión de 1960, pues reduce el
Salmo a los "guardas del templo", cosa que: (1) si no se interpreta
bien puede confundir al lector que puede pensar sólo en guardias tipo
"policías" o meramente "porteros" sin apercibirse que
también están allí los sacerdotes a cargo de los cultos; (2) no capta que el
sentido del v. 3, "Desde Sión te bendiga Jehová, El cual ha
hecho los cielos y la tierra" (copiado de la Revisión de 1960), no es una
"exhortación que se da a los guardas", sino que es la respuesta que
los sacerdotes del templo daban a los peregrinos, cosa que en cualquier
comentario sano sobre los Salmos se puede leer.
De
paso, nótese el afán de cambiar por cambiar, pues la Versión Antigua lee el v.
3 así: "Bendígate Jehová desde Sion" cosa que
es mas correcta gramaticalmente y mas reverente espiritualmente pues pone
primero a Dios y después al lugar, pero la Revisión de 1960 pone primero al
lugar y después a Dios. Afán de cambiar por cambiar y no para mejor, por lo
visto.
La
Revisión de 1960 ha puesto:
"Exhortación a la creación, para que alabe a Jehová".
Este
es otro caso parecido al del Salmo 65, en que se enfatizan sólo los aspectos
naturalistas, omitiéndose otros aspectos más importantes. En efecto, el Salmo
148 además de seres y cosas creados; habla también de reyes, príncipes, jueces,
del pueblo del Señor y de los hijos de Israel, el pueblo a El cercano.
Debió
hacerse distinción en el "título" pues "Creación",
aparentemente amplio, no es término adecuado para las otras obras de Dios que
requieren otros procedimientos, motivos y propósitos, que el mero Cosmos. La
Versión Antigua dice: "Exhortaciones (nótese el plural, significando
distinciones) a alabar a Dios". Es correcto. ¿Por qué se cambió?
x. Sobre la sección de
Proverbios cps. 28 y 29
La
Revisión de 1960 ha puesto: "Proverbios
antitéticos".
No
nos referiremos aquí a las sutilezas filosóficas ni a las implicaciones
teológicas ultramodernistas contenidas en forma latente en el término
"antitéticos", pues no creemos que estuvieron presentes ni incidieron
en la mente y ánimo de los señores "revisores", cuando colgaron ese
letrero altisonante dentro de la sencilla Palabra de Dios. Hécholes ese
beneficio, ¿qué tenemos contra el uso de la palabra? ¿Acaso dentro de la
Retórica, no significa simplemente: "contraponer frases de distinto
significado"? ¿Y acaso no son de esa clase los proverbios de la sección
intitulada?
Nada
tenemos que objetar a todo ello. Pero hay, un hecho que debemos señalar y que
no puede pasarse por alto. Es que NO SOLO en los cps. 28 y 29 hallamos
proverbios de esa clase. También están y abundan, en los cps. 10, 11, 14 y 15,
por citar ejemplos, pero la ‘Revisión", al poner "antitéticos"
solamente sobre los cps. 28 y 29, da la impresión que sólo en esa sección se
hallan y que por ello sólo a esa sección se la intituló así. Y ambas cosas son
inexactas.
Además,
tenemos el hecho de que se ha desechado lo que decía la Versión Antigua:
"Otros proverbios de Salomón sobre diversos asuntos", sentencia
correcta, que no contiene ninguna palabra en desuso en el idioma Castellano y
que, además, reafirma la paternidad Salomónica del Libro de Proverbios, cosa
que concuerda con la evidencia interna (ver cp. 1:1). Pero la Revisión de 1960
borró de sus "títulos" tal paternidad, cosa que alguien podría
interpretar como incursión en el campo de la Crítica Literaria negativa...
—pero no entremos en tales disquisiciones.
Otra
vez nos vemos obligados a preguntar: Por qué tanto afán por cambiar?
La
Versión Antigua dice: "Elección de Matías".
Pues
oiga usted esto, querido hermano: la Revisión de 1960 se sintió, al parecer, en
el honroso deber de vindicar tan horrenda omisión de "Judas", así es
que desechó el enunciado de la Versión Antigua y colgó este "título":
"Elección del sucesor de
Judas". ¡Qué prurito de cambiar, sin ninguna razón!
Además
eso de "SUCESOR" debió tener algún aditamento que indicara el
carácter de esa "sucesión", dadas las implicaciones del caso pues tal
como ha sido usado el término, resulta incorrecto si se lo coteja con el
pasaje. Por ejemplo, el apóstol Pedro dijo: "uno sea hecho con
nosotros testigo de su resurrección", (v.22) y en esto, Matías NO
SUCEDE A JUDAS, pues el traidor no fue testigo de la resurrección del Señor
Jesucristo. Estos aspectos no están incluidos, es obvio, en la sentencia de la
Versión Antigua, pero al menos el énfasis de ésta va sobre el electo, un santo
testigo; pero el énfasis de la Revisión de 1960 refiere a un hijo del Diablo.
xii. Sobre Ia
Tes. 2:17 a 3:13
La
Versión Antigua dice: "El amor de Pablo".
Pero
la "Revisión de l960" —pues hermano, hay que cambiar— pone: "Ausencia de Pablo de la Iglesia".
Otro cambio de frase totalmente innecesario, con el consiguiente cambio de
énfasis. La Versión Antigua enfatiza el amor del apóstol, pero la Revisión de
1960 enfatiza su ausencia de la Iglesia... cosa ésta que si no se interpreta
convenientemente puede resultar contraproducente.
La
Revisión de 1960 ha puesto: "Requisitos
de ancianos y obispos".
La
Versión Antigua, por razones de compaginación, no señala los versos 5 a 8 de
esa sección, que son los únicos que tratan sobre ancianos, pero señala la
Sección mayor, que comprende los versículos 9 a 16 del pasaje y dice: "Los
falsos maestros".
Tan
importante porción del pasaje que trata de tan grave asunto, fue descartada por
la Revisión de 1960 al redactar su "título". ¿Por qué? Hubiera podido
redactarlo así: "Requisitos de ancianos y prevención sobre falsos
maestros" ¿Verdad?
Además,
el uso de la conjunción copulativa "y" en su título "Requisitos
de ancianos y obispos", trae problemas, pues induce al lector a pensar que
"ancianos" es una clase de oficio y que "obispos" es otra;
cosa que, si bien hace aparecer a la Revisión de 1960 favoreciendo formas de
gobierno eclesiástico discutibles (como la "episcopal" por ej.), la
coloca irremisiblemente en contra de las claras enseñanzas del Nuevo Testamento
que establecen que "ancianos" u "obispos", son uno y el
mismo oficio y que la diferencia de palabras no significa
"jerarquías" de los obispos sobre los ancianos, sino que simplemente
señalan diferentes aspectos del mismo ministerio: el ministerio de los pastores
de la Iglesia local. (Considérese, al respecto: los vv. 5 y 7 de la misma
sección intitulada y también Hechos 20:17 y 28).
La
Revisión de 1960 ha puesto: "La
palabra de vida".
A
simple vista hiere nuestra sensibilidad Cristiana, eso de leer
"palabra" con minúscula, pues si se deseó que el "título"
fuera equivalente a la expresión "Verbo de vida" del v. 1, entonces
"Palabra" debió escribirse con mayúscula pues se trata de la Persona
de Cristo, el Verbo. Por lo tanto, el "título", además de
gramaticalmente incorrecto resulta espiritualmente irreverente.
Pero,
si no se quiso referir al Verbo, entonces tenemos que reinterpretar el
"título" para discernir en qué connotación fue basado y a qué —ya que
no a quién— enfatiza y tal cosa hará obvio que no enfatiza a la Persona de la
Santísima Trinidad que es preeminente en el pasaje.
Basta
con lo expuesto, caro lector, para mostrar lo grave que es el hecho de
incorporar "títulos" dentro de la Santa Palabra de Dios, pues tales
"títulos" requieren ser interpretados y con ello, vienen a ser parte
en la interpretación del pasaje y hasta pueden llegar a alterar el significado
del Texto Bíblico.
¡Fuera
del texto, pues, todos los títulos! Y algunos de ellos: ¡fuera también de las
paginas!
Respétese,
sin excepción alguna, la regla seguida en la Versión Antigua y vuélvase al
enunciado de sus breves sentencias: sencillas en su expresión, sanas en su
doctrina, reverentes en su redacción y prácticas, impresas fuera del Texto
Bíblico (en la margen superior de las páginas) y en tipo de letra diferente
(bastardilla o cursiva).
Sentencias
fuera de texto, en la versión Antigua. Sugerimos que en futuras ediciones, se
advierta al lector en un breve "Prefacio", que esas sentencias no
traducen a los originales Hebreo y Griego; que han sido puestas simplemente
como una guía sencilla para ayudar a visualizar rápidamente ciertos pasajes y
servir, en ocasiones, como una también sencilla guía u orientación sobre el
contenido general o algún aspecto destacable del Texto. De paso, digamos aquí
que también debiera aclararse la presencia y el uso de las así llamadas
"referencias".
¡Ah!,
pero esto de las "bastardillas", ya nos introduce a nuestro capítulo
siguiente.
Eliminación del tipo de letra bastardilla para las
palabras auxiliares o complementarias
DICE
EL SEÑOR: "¿QUE TIENE QUE VER LA PAJA CON EL TRIGO?" (Jer. 23:28)
En
nuestra Biblia Versión Antigua, cierto número de palabras está impreso en tipo
de letra bastardilla o cursiva, para diferenciarlas de las
palabras principales del Texto. Tal cosa indica que esas palabras en bastardilla, no
traducen directamente a términos equivalentes de los Textos originales Hebreo y
Griego pues éstos no los tienen, pero se imprimen porque a juicio del traductor
lo requiere la construcción de la frase o el sentido del original. El uso de
las bastardillas facilita la inmediata identificación de esas
palabras complementarias.
Pero
en la Revisión de 1960, las bastardillas fueron eliminadas, aunque no las
palabras complementarias que así (junto con otras agregadas en la Revisión de
1960), han quedado indebidamente incorporadas al Texto Bíblico, sin posibilidad
de identificación ni prevención alguna para el lector.
Antes
de examinar algunos ejemplos de tan inconsulta medida, analicemos algunas de
las "razones" circuladas en su defensa, que las extraemos de un
folleto del Sr. Félix Arana, titulado: "Principales objeciones
al trabajo de revisión hecho a la Biblia Reina–Valera en 1960"
(1)
Se ha dicho que si el lenguaje a que se traduce exige esas palabras,
"entonces ya no deben ir en letra bastardilla, porque forman parte
integral del significado y sin ellas la traducción quedaría defectuosa. Lo que
es indispensable, pues, no está de más; y por lo tanto pertenece al
texto."
Respuesta: Es obvio
que en el caso planteado, lo que es indispensable por exigencias legítimas del
idioma a que se traduce, no está de más. Ninguna cuestión al respecto.
Pero:
¿qué de los otros casos? Porque los hay. Por ejemplo: (1) cuando el traductor
no necesita suplir exigencias del idioma ni completar terminaciones de palabras
ni frases, pero usa palabras "extras" que, a su juicio, pueden servir
para ayudar a entender el sentido o significado del texto. ¡Qué puerta abierta
a cualquier "modernista" infiltrado en la labor sería ésta, al
eximirse al traductor de la responsabilidad de usar las bastardillas! Y aún
hombres buenos podrían sucumbir a la sutil tentación de obrar —sin duda de
buena fe— para inclinar algún texto según sus propias sinceras creencias.
Cuando se incursiona en el campo de la Hermenéutica Bíblica, consciente o
inconscientemente, el sentir subjetivo jugará su papel; y todas las
precauciones son pocas tratándose de la Palabra de Dios. De no usarse las
bastardillas, muchos errores podrían subyacer bajo el amparo de las palabras
adicionadas, sin que se las pueda identificar. Téngase en cuenta que al
suprimirse las bastardillas, muchas palabras adicionales,
complementarias, auxiliares, secundarias, etc. han sido incorporadas al Texto
Bíblico en igualdad de derechos con las palabras principales, o sea, las del
Texto mismo, y con ello, la Revisión de 1960 les ha concedido derechos
hermenéuticos, es decir, derecho de ser interpretadas, de tener parte en la
interpretación del pasaje en que han sido agregadas y a influir en la
interpretación de otras porciones de la Palabra Santa. (2) Otro caso es cuando
el traductor, por demasiado oficioso, se siente inclinado a adicionar palabras
que no las halla en los Textos originales pero que encuentra en otras Versiones
y entonces, con el buen deseo de que su traducción, o Revisión de 1960, no
adolezca de omisiones, incurre en el peligro de las adiciones; y esta es otra
puerta por la cual pueden infiltrarse contradicciones y aún serios errores.
El
uso de las bastardillas es pues realmente imprescindible: (a) Porque sin dejar
de satisfacer las exigencias gramaticales, se satisface también la exigencia de
que las palabras adicionales sean debidamente identificadas, cosa ésta que será
siempre reverente además de informativa y preventiva. (b) Porque las palabras
adicionales quedan en su lugar como lo que realmente son, secundarias y en
ninguna manera definitorias. (c) Porque al no confundirse con las del Texto no
se les conceden indebidos derechos hermenéuticos ni autoritativos, con lo cual
se evitan graves peligros.
(2) Otra de
las "razones" circuladas es que, "en los medios literarios y
periodísticos, hoy se usa la letra bastardilla para destacar,
distinguir o dar énfasis a una palabra o a toda una expresión o frase. Si una
persona acostumbrada en este uso de las bastardillas toma la Biblia en sus
manos, pasará algún tiempo antes de que se dé cuenta que la bastardilla en la
Biblia quiere decir exactamente lo contrario, es decir, restar
importancia".
Respuesta: Para
evitar que cierta clase de lectores crean que esas palabras en bastardilla son
enfatizadas sobre las otras, la solución NO ES suprimir las bastardillas. La
solución es ADVERTIR AL LECTOR, por medio de una sencilla nota en un breve
"PREFACIO" (cosa que hemos sugerido en nuestro capítulo anterior),
que explique la real razón de su uso.
Pero
la Revisión de 1960, paradójicamente, ha incurrido en el mismo error que, según
se dice, quiso evitar, pues al imprimir esas palabras secundarias en el mismo
tipo de letra que las principales, les ha dado igual autoridad que las del
Texto y con ello, las ha sobreestimado. Es pues en la Revisión de 1960 que las
palabras adicionales han pasado a tener "énfasis indebido". Corríjase
tan grave error.
(3) Se ha
dicho también que si el traductor tiene el recurso de las "bastardillas",
"va ser mucho menos exigente y cuidadoso en su traducción" y que si
nos las usa "se verá obligado a usar tan sólo el número de palabras
necesarias para dar una traducción clara y fiel del contenido del
original".
Respuesta: Tales
afirmaciones nos parecen un insulto gratuito a los santos traductores del
pasado que en todos los idiomas a que vertieron las Escrituras usaron
reverentemente las "bastardillas".
Además,
es pueril pensar que si el traductor no usa bastardillas, "se verá
obligado a usar tan sólo el número de palabras necesarias". La verdad es
que la obligación de no usar bastardillas, sólo obliga a no usarlas, sin que
tal cosa sea de por sí garantía de fidelidad en las otras palabras que él crea
necesarias.
El
hecho es reversible y puede que el traductor (perdonen los hermanos
traductores) al verse liberado de la responsabilidad de dar cuenta de lo que
adiciona, pues adicione aún más, sin que nadie pueda siquiera identificar esas
adiciones. Pero hablando ahora como personas mayores, creemos que un traductor
responsable, profesionalmente capaz y sano en la fe, puesto ante la alternativa
de usar o no las bastardillas, debe decidirse por su uso, pues nada se pierde
con ello y en cambio, mucho es lo que se gana.
Toda
precaución es poca, tratándose de la traducción de la Inspirada Palabra de
Dios. El uso de las bastardillas puede evitar muchos males, sin causar ninguno.
(4) Se ha
dicho también que "los hermanos tendrán confianza en todo y no en parte
del texto que tienen en la mano; ya no tendrán que tachar palabras para ver
cuáles son las que pueden citar con autoridad y cuáles no".
Respuesta: (a)
Afirmar que si no se usan las bastardillas, "los hermanos tendrán
confianza en todo y no en parte del texto que tienen en la mano", es una
exageración rayana en lo ridículo, pues da la impresión de que la mitad o las
tres cuartas partes de nuestra Biblia Castellana se halla impresa en esos caracteres.
Excusamos decir que la cantidad de palabras en bastardilla que tiene nuestra
Versión Antigua es ínfima, insignificante, en comparación con la masa de las
Escrituras. Pero dejemos esas puerilidades. (b) Pasando a la aducida
"confianza en el texto", digamos que en ninguna manera puede ser
disminuida por la presencia de bastardillas, sino reforzada, pues hará que el
lector o el intérprete, consciente que allí se encuentra con un problema de
traducción o de aclaración de sentido o adición, se dedique más diligentemente
aún que de ordinario al estudio de ese particular versículo o pasaje. Además,
su confianza en la Versión que tiene en sus manos se aumentará pues echará de
ver que el traductor o revisor o el editor han procedido con honestidad y
veracidad. Pero, —nótese bien lo que sigue— si no se usan las bastardillas,
ningún lector o intérprete (a no ser un erudito) puede saber si está
entendiendo o interpretando o aplicando el pasaje sobre la base del significado
de una palabra que realmente no traduce al original sino que ha sido allí
agregada. Y si llega a saberlo a través de alguna publicación exegética
documentada, entonces tal cosa le hará traer a toda su Biblia bajo sospecha,
pues no sabe cuántas veces tal hecho ha sido repetido ni en qué lugares lo fue.
Por lo tanto: no es el uso, sino la falta de las bastardillas, lo único que
puede realmente llegar a hacer perder la confianza en el Texto. (c) En cuanto a
que algunos hermanos, según se dice, "ya no tendrán que tachar
palabras" (o sea, tachar bastardillas), nos parece que la solución
para corregir tan mala costumbre no está en suprimirlas, sino en INSTRUIR a
esos hermanos al respecto. Digamos de paso que nosotros, con ya muchos años de
ministerio Cristiano, las únicas personas que hemos conocido que "tachaban"
palabras y enteros pasajes de las Escrituras, son los "modernistas",
apóstatas que no tachan precisamente las "bastardillas"... (d) Y
respecto de la "autoridad", vemos que por haberse suprimido
el uso de bastardillas, TODAS las palabras adicionales resultan ahora con
"autoridad" lo que es tan erróneo como peligroso. La Revisión de 1960
lo prueba en alto grado.
(5)
Finalmente se ha dicho que "la ciencia de la traducción nos
indica que si hay en la traducción algo que sobra, no debe estar ni en bastardilla
ni de otra manera; si lo que está es indispensable para dar un sentido completo
y claro, entonces pertenece al texto y debe quedar como texto".
Respuesta: De
acuerdo. Devuélvanse pues las ediciones de la Revisión de 1960 para que les
quiten todos los agregados que se han hecho al Texto, comenzando con los
"títulos".
Pero,
particularizando ahora con algunos problemas legítimos de traducción, en casos
en que no existen palabras equivalentes o que den el "sentido completo y
claro", entonces ÚSENSE PALABRAS EN LETRA BASTARDILLA, como las tiene la
Versión Antigua. En una Biblia "sin notas ni comentarios" ese es el
único camino sincero en esos casos, y tanto más cuando el traductor o el
revisor adiciona palabras o frases que no toma de los Textos originales sino de
otras Versiones.
En conclusión: Al Texto, en el mismo tipo de letra que el Texto, todas
las palabras "indispensables para dar un sentido completo y claro"; y
en tipo de letra diferente, bastardillas u otras, las palabras
"indispensables" sólo como sustitutos de aquéllas por causas de
problemas legítimos de traducción, o cuando por oficiosos, se adicionan
palabras o frases tomadas de otras Versiones. Esto es lo correcto.
Examinemos
ahora, algunos casos en que palabras adicionales han sido incorporadas al Texto
sin ser diferenciadas, por haberse suprimido el uso de letras
"bastardillas" en la Revisión de 1960.
La
Revisión de 1960 agregó la siguiente frase: "Por qué habéis robado mi copa
de plata?".
Tal
frase no está en el Texto Hebreo del cual fue traducida y con el cual fue
cotejada nuestra Versión Antigua, que por tal causa no la tiene. Quizá la
Revisión de 1960 la tomó de la Versión Griega Septuaginta o de la Versión
Latina o de alguna otra traducción; por lo tanto esas palabras provienen de
segunda o tercera mano y no de la fuente original, el Hebreo, que en este caso
es la autoridad competente. Ya que la Revisión de 1960 optó por adicionarla,
hubiera debido usar las bastardillas y/o aclarar el hecho en una nota. Pero no
lo hizo así y por ello: (a) hace aparecer como imperfecta, en ese pasaje, a la
Versión Antigua que las mismas Sociedades Bíblicas nos estuvieron dando por más
de 50 años; y por negligentes, a los eruditos que nos la dieron y cotejaron;
(b) introduce en el Texto Bíblico una complicación exegética, pues la frase
adicionada, añade innecesaria gravedad a la sencilla estratagema de José, al
poner en su boca una flagrante mentira, cosa ésta que también puede tener
repercusión negativa en la aplicación práctica de la enseñanza del pasaje.
La
entera frase es de origen dudoso; y es totalmente innecesaria. Sáquesela.
La
Revisión de 1960 agregó, luego de la palabra "comunión", las palabras
"unos con otros".
Ese
agregado cambia el significado de esa parte del versículo, pues limita el
alcance de la "comunión" a la sola expresión entre creyentes, siendo
que antes, además de ese aspecto obvio, también incluía la comunión "con
el Señor" (comparar Ia Jn. 1:3).
Por
querer ser oficioso, el revisor incursionó en el campo de la Hermenéutica y
cayó en el doble error de "agregar" a la Palabra, pues "unos con
otros" no está en el original Griego y al agregar, paradójicamente,
disminuyó su significado. Y como no se usaron bastardillas ni hay nota
aclaratoria, carga el énfasis del sentido en una restricción. Esas palabras
están de más y son innecesarias. Sáqueselas.
Luego
de la palabra "lengua" la Versión Antigua tiene, en letras
bastardillas, las palabras "extraña" (v.13) y
"desconocida" (vv. 14,19) pues estas palabras no están en el
original Griego. Pero la Revisión de 1960, al suprimir las bastardillas,
incorporó las palabras al Texto y con ello, complica las cosas, pues esto
traerá más confusión a muchos sinceros hermanos que soportan hoy día la tan
tremenda como errónea presión de los "neopentecostalistas". ¿Será,
quizá, que el revisor se inclinó a favorecer la interpretación del movimiento
"carismático"? Nos parece que no, que simplemente obedeció la decisión
de suprimir caracteres en bastardilla, cosa que era totalmente innecesaria.
La
Versión Antigua lee: "Porque hay un Dios y asimismo un mediador".
Pero la Revisión de 1960 agregó dos veces la palabra "solo" y lee:
"Porque hay un solo Dios y un solo mediador". Ese agregado de la
palabra "solo" debió ser impreso en tipo bastardilla: (a) porque esa
palabra no está en el original Griego; (b) porque no era necesaria para dar el
sentido del original, que ya estaba dado por la traducción sin aditamento.
Además, por cargar el énfasis de una verdad ya evidente, se hace pasible de
crítica por parte de cualquier romanista o espiritista, etc. que puede acusar a
las Biblias de los "protestantes" de hacer agregados para enfatizar
sus propios dogmas; crítica injusta, sin duda, y que tampoco nos inquieta, pero
que no había por qué facilitar.
Así
que, como agregado, debió ponerse en bastardilla; y por innecesario, no debió
ponerse para nada.
La
Versión Antigua, hablando de Pablo, dice: "Y habiendo arribado a Cesarea
subió" y luego agrega en letra bastardilla "a
Jerusalem".
Pero
la Revisión de 1960 quitó esas palabras aclaratorias, sin absolutamente ninguna
razón ni necesidad textual o exegética. Llama la atención que a veces la Revisión
de 1960 agregó palabras y aún frases totalmente innecesarias y en otros casos
quitó palabras que —sin ser imprescindibles— eran sin embargo útiles para
aclarar el significado del texto. En el caso que tenemos en foco, cualquier
Comentario sano, dirá que "subió", según se usa en otros pasajes del
Nuevo Testamento, significa "subir a
Jerusalem" (por ej. Jn.7:8, 10; 12:20).
Tales
palabras, pues, debieron dejarse; pero en bastardillas, como las tiene la
Versión Antigua: (a) porque ayudan a entender el significado de la palabra
"subió" y lo hacen en forma correcta; (b) porque el tipo de letra
bastardilla suple la exigencia de informar al lector que esas palabras, "A Jerusalem", no se hallan en
el Texto Griego.
EN
CONCLUSIÓN. Es nuestro sentir que mucho mejor era dejar las cosas como las
tenía la Versión Antigua, usándose siempre el tipo de letra bastardilla, sin
innovar en la materia.
CAMBIOS EN EL TEXTO, QUE AFECTAN DOCTRINAS
"Ten
cuidado.. . DE LA DOCTRINA" (1ª Timoteo 4:l6)
Las
"Sociedades Bíblicas" han afirmado —vez tras vez— que los cambios
hechos en el texto de la Versión Antigua e incorporados a la Revisión de 1960,
sólo tienen que ver con:
"los cambios que el idioma sufre con el paso del
tiempo", pero que "no afectan doctrina alguna de la iglesia",
"solo por medio de una periódica revisión podrá
mantenerse este precioso texto Bíblico a tono con los cambios naturales que el
idioma sufre con el paso del tiempo".
"De ahí que el Comité Revisor se impusiera la
tarea de conformar la dicción y la gramática de esta versión con los usos
contemporáneos de la lengua, conservando a la vez el precioso estilo y el
significado exacto de esta versión". (La Biblia Reina–Valera. La
Revisión de 1960, publicado y distribuido entre las Iglesias, por Sociedades
Bíblicas en América Latina )
Tal
declaración oficial, no puede ser probada por los hechos. La triste verdad es
que han sido introducidos cambios en el Texto, que afectan doctrinas.
Nuestro
deseo ahora sería pasar directamente a la discusión de tales textos, pero las
circunstancias nos obligan a dar primeramente algunas ideas de lógica y de
hermenéutica que olvidaron quienes hicieron las declaraciones arriba
transcriptas; y además, tendremos que dar también previamente, alguna respuesta
a ciertas otras declaraciones hechas por algunos "abogados" de la
Revisión de 1960. Paciencia, pues, amigo lector.
Entramos
ahora, en aguas abiertas y más profundas que en nuestros capítulos anteriores.
Pero gobernará nuestro rumbo, un sencillo Principio Rector, que tiene fuerza de
axioma y es indiscutible, basado en la perspectiva que le dan cuatro igualmente
sencillos puntos cardinales. Esos puntos son: doctrina, palabras, textos y
hechos. Y el Principio, entonces, se enuncia simplemente así:
Toda doctrina es inseparable del
significado de las palabras de los textos que las definen y éstos, a su vez,
son inseparables de los hechos que los fundamentan.
Tal
regla elemental pero fundamental, fue olvidada por la "Revisión de
l960", y consecuentemente, han hecho inconsistente las declaraciones del
folleto de las "Sociedades Bíblicas". En efecto, los revisores, al
cambiar palabras en ciertos textos, NO USARON palabras de idéntico significado
que las anteriores y, como resultado, palabras de significado diferentes
produjeron doctrinas diferentes provenientes del texto diferente que, por lo
tanto, requerirán hechos diferentes.
Enunciemos
esta otra fase del Principio para completar su enunciado:
Cuando se considere necesario, por
el correr de los tiempos, introducir cambios de palabras en los textos, deberán
utilizarse palabras de idéntico significado que las sustituidas. Caso
contrario, será afectada la doctrina original y, con ello, la realidad de los
hechos originales.
Un
ejemplo sencillo, ilustrará el íntegro concepto. Los productores de la nueva
Biblia en idioma Inglés, codificada como "STANDARD REVISED VERSIÓN",
(Versión Standard Revisada), al revisar el texto de ISAIAS 7:14, cambiaron la
palabra "virgen" y
pusieron "mujer joven".
Digamos ante todo que el cambio era innecesario pues la palabra
"virgen" no cayó en desuso con el correr de los siglos, de modo que
allí hubo un aspecto necesariamente interpretativo.
Pero
el hecho es claro: "mujer joven" no significa lo mismo que
"virgen", pues una mujer joven podrá o no ser virgen y, viceversa,
una mujer virgen podrá o no ser joven. Al cambiar, pues, una palabra poniendo
otras con significados no sinónimos, la doctrina del nacimiento virginal de
Jesucristo es afectada, el texto es afectado y los hechos también. El entero
pasaje profético es expuesto a innecesaria "reinterpretación". Y
cuanto antes era claro y terminante en la antigua lectura "virgen"
pasa ahora a ser discutible, objetable y expuesto a negación con la nueva lectura
"mujer joven".
El
Señor Jesucristo mismo, es quien nos indica el camino seguro. Una y otra vez
leemos que El dijo: "Escrito está"
(Mt.4:4,7,10,11; Lc.10:26). "Era necesario que se cumpliesen
todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés y en los profetas
y en los salmos.... Así está escrito y así fue necesario que el Cristo
padeciese y resucitase al tercer día" (Lc.24:44, 46).
"Ni una jota, ni un tilde perecerá de la ley"
(Mt.5:18). Tales terminantes declaraciones, prueban que las verdades están y
deben dejarse donde están, sea en el Antiguo que en el Nuevo Testamento y que
el problema de cambios, no puede tampoco disculparse con eso de que si no se
dejó en un lado, la doctrina está en otro y, después de todo, queda en la
Biblia. ¡NO! La doctrina está en cada texto que la define, aunque vuelva a
estar también en otros textos. De modo que: cambio en un texto dado, afecta la
doctrina en ese texto. Y a propósito de "tildes y jotas", se han
producido ciertas declaraciones que necesitamos, perentoriamente, no pasar por
alto y trataremos por lo tanto en nuestro punto siguiente.
Sobre las palabras y su
significado
En
su folleto titulado "Principales objeciones al trabajo de
revisión hecho a la Biblia Reina–Valera en 1960", el Sr.
Félix Arana escribe: "Los tildes y jotas... se refería a la jota y a la
tilde del significado, de la esencia"... "El contenido es lo
importante, el lenguaje es apenas el vehículo", "tenemos este tesoro
en vaso de barro"... "una buena traducción no es la que nos presenta
una fiel fotografía del vaso de barro sino la que nos pone en contacto directo
con el contenido, con el tesoro del original".
Tal
declaración no puede anular, con apariencias impresivas, el principio rector
anteriormente establecido. De hecho, el Sr. Félix Arana ha olvidado que, en
materia de doctrina Bíblica: las jotas y las tildes del significado
están inseparablemente ligadas a las jotas y las tildes de los escritos.
En
cuestiones de artículos de fe, muy especialmente, ese Principio es
irrenunciable, pues también resulta obvio que "el tesoro" no
puede separarse del "vaso de barro", por la sencilla
razón de que es el vaso de barro el que define al tesoro. En otras palabras:
doctrinariamente hablando, "el contenido" es inseparable del
"continente" por la misma razón de que "el
significado" lo dan "las palabras del texto".
La
analogía de "tesoro" y "vaso de barro" no se aplica al caso
pues exige una dicotomía, o sea una separación total entre "tesoro" y
"vaso". No es así en la doctrina de las Escrituras, ni es así —por
regla general— en ningún escrito. Todo significado dependerá, irremisiblemente,
de las palabras usadas. De modo que, para trasmitir fielmente el
"tesoro" (la Doctrina) es necesario reproducir exactamente el
"vaso de barro" (las palabras del texto).
El
apóstol Pablo viene en socorro de nuestro aserto, cuando escribe: "Así
que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por
palabra o por carta nuestra." (2a Tes. 2:15). Más claridad, imposible.
La "DOCTRINA" es dada "POR PALABRA O POR CARTA". Cuidado,
pues, con las palabras de las cartas. Cambiarlas, es cambiar la doctrina si, al
hacerse tal cambio, se dan palabras diferentes, con significados diferentes.
A
la luz de todo esto, es un deber fraternal decir que ciertas aseveraciones de
algunos abogados de la Revisión de 1960 sólo pueden encasillarse en la
categoría de los "sofismas": un razonamiento incorrecto que puede
inducir a error.
La Cuestión de los
Manuscritos
Se
ha dicho, además, que: "Siempre fue el deseo de la Comisión Revisora el
comunicar, en la forma más correcta, el significado de los textos originales,
hasta donde fue posible saber lo que éstos decían... no obstante algunos casos
en que la tradición nos ha trasmitido el texto un poco diferente. Lo que
importa es llegar hasta el sentido del original, más que apegarnos a nuestras
tradiciones, aun cuando tales tradiciones consistan en la forma del texto
bíblico y de su traducción". (De una carta originada en el Departamento de
Traducciones, de Sociedades Bíblicas.)
Tal
declaración trae los hechos al último reducto de los que argumentan a favor de
la Revisión de 1960: la cuestión de los manuscritos, o copias de los textos en
los idiomas originales Hebreo y Griego.
Primeramente,
llamamos la atención del lector a la actitud ambivalente observada por
Sociedades Bíblicas, pues mientras que por años informaba oficialmente al
pueblo de Dios que la Revisión de 1960 efectuándose sólo tenía que ver con
"los cambios que el idioma sufre con el paso del tiempo... con la dicción
y la gramática y los usos contemporáneos de la lengua Castellana", por
otra parte, a espaldas del pueblo evangélico, se movían otros criterios
rectores de las tareas y que tenían que ver con textos y manuscritos. Cabe
preguntar: ¿Qué influencias actuaron y prevalecieron en estos procedimientos?
Todo el trabajo de diez años cae bajo sospecha de que influencias de
"tradición modernista" tuvieron que ver con esta cuestión y que
corrientes que abogan por el abandono del "TEXTUS RECEPTUS" (Texto
Recibido o Autorizado) del Nuevo Testamento, jugaron en alguna manera su papel
en favor de otros textos "críticos", tales como el de Westcott &
Hort, dos "modernistas" que introdujeron unos cinco mil cambios... en
el texto.
Es
necesario acotar, de paso, que las "Sociedades Bíblicas", llevadas
por criterios "renovadores", nombraron en 1955 un Comité para
redactar y publicar un nuevo Texto Griego del Nuevo Testamento, que vio la luz
en 1966 y fue reactualizado en segunda edición tan pronto como dos años después
(1968)... De ese nuevo "texto" derivó la infortunada versión llamada
"POPULAR". Se ha informado que toda nueva traducción del Nuevo
Testamento se basará en tal nuevo "texto original".
Nosotros
rechazamos de plano toda tradición "modernista", pues de su obra e
influencia provienen: la preparación de tales nuevos "textos en los
idiomas originales" y, consecuentemente, el prurito o fiebre por
"nuevas versiones" en las lenguas modernas que está multiplicando y
multiplicando innecesariamente ediciones Bíblicas aún en un mismo idioma, que
al final sólo traen confusión pues nadie puede estar seguro de cuál sea la
versión correcta.
Nosotros
perseveramos, sí, en la tradición Fundamentalista, de la cual han provenido las
ediciones confiables de las Sagradas Escrituras. Permítasenos dar algunas de
nuestras razones:
(i)
El Honor, la Soberanía y la Providencia de Dios.
El
Señor, que Inspiró las Santas Escrituras en los Textos originales: ¿hubiera
permitido que solamente copias defectuosas o falsas estuvieran disponibles y al
alcance, en los momentos cruciales de la Historia cuando las Santas Escrituras
debieron ser traducidas a los idiomas de las gentes?; ¿hubiera elegido a
hombres infieles que negaban Su Palabra, como sus instrumentos escogidos para
usarlos en las delicadas tareas de selección y traducción de los manuscritos?;
¿hubiera permitido que sus hijos vivieran engañados por siglos con versiones
erróneas de Su Palabra, para utilizar luego a "modernistas" para
proveerles Su Verdad? ¡NO, NO, NO! ¡Dios Todopoderoso, proveyó copias correctas
en el tiempo correcto a hombres correctos, que nos dieron las Versiones
Antiguas!
(ii)
La Sana Doctrina.
En
la Inspirada, y por ello Inerrable e Infalible Palabra de Dios, no hay errores
ni contradicciones ni doctrinas falsas. Por ello, todo manuscrito o texto en
los idiomas originales, probará su autenticidad al ser medido por esa regla:
SANA DOCTRINA. Se podrá discurrir en cuanto a su "edad o antigüedad"
por causa de la incertidumbre propia de medios de verificación insuficientes pero no podrá ser discutible su autenticidad
si es sano en doctrina. Si el apóstol Pablo nos dice:
"Si alguno os anunciare otro evangelio del que habéis recibido, sea
anatema" (Gálatas 1:9), no es entonces impropio ni exagerado, exigir
que se rechacen manuscritos o textos compilados por modernistas que afectan a
la Verdad Doctrinal.
(iii)
Las prevenciones de la misma Palabra de Dios, respecto de las apostasías de la
fe y a las prohibiciones de quitar o añadir a la Palabra.
"Guardáos de los falsos profetas" (Mt. 7:15). "Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, antes, teniendo comezón de
oír se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias y
apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas" (2a
Tim. 4:3). "Porque así como hubo falsos profetas en el pueblo,
así habrá entre vosotros falsos doctores que negarán al Señor que los rescató
atrayendo sobre sí mismos perdición acelerada. Y muchos seguirán sus
disoluciones, por los cuales el camino de la verdad será blasfemado" (2a
P. 2:1-3). Y las citas pueden multiplicarse. Todo esto también es Palabra de Dios y cumplimiento tiene. El
"modernismo" está claramente expuesto allí en su base: rompimiento
con las Escrituras y negación de la Persona y Obra del Redentor que las
Escrituras revelan. Recuérdese, además, la prohibición de "añadir o quitar
a la Palabra" (Dt. 4:2) y el castigo del infractor: "Si
alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están
escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida" (Ap.
22:19), lo cual implícitamente muestra que si la posibilidad está contemplada,
es porque así se haría en los postreros tiempos en los cuales "algunos
apostatarán de la fe escuchando a espíritus de error y a doctrinas de
demonios" (1a Tim. 4:1). Nada mejor, para falsas
doctrinas, que "Biblias" digitadas y preparadas. El Diablo sabe bien
que "doctrinas" se relacionan a "palabras" y entonces: a
preparar nuevas "palabras" y a producir nuevas "versiones"
para establecer falsas "doctrinas". Tal el real origen y los
propósitos de la crítica destructiva de las Escrituras.
Cerramos
esta parte con unos pensamientos que vienen muy al caso, del Dr. Henry M.
Morris, que tomamos de su libro "The Bible Has The Answer" (La Biblia
tiene la Respuesta), páginas 11 a 13:
"La
práctica una vez tan honrada y de gran valor de la memorización de las
Escrituras, es ahora una disciplina casi olvidada y una de las razones debe ser
la confusión sobre qué versión memorizar. Después de todo: ¿por qué memorizar
cierto versículo de las Escrituras si ni aún las autoridades están de acuerdo
acerca de lo que dice el versículo? Más aún, muchos de los traductores de estas
versiones modernas han sido hombres que de por sí no estaban entregados a la fe
en la plena Inspiración Verbal de la Biblia. No importa cuán completo pueda
haber sido su conocimiento de los idiomas originales y de los manuscritos
bíblicos, su bajo punto de vista de la Infalibilidad y Perspicuidad Bíblicas se
refleja en cierta flojedad y subjetividad en la traducción que inevitablemente
ha de corromper la revelación divina. Los traductores de la Versión del Rey
Jaime —(Dr. Morris se refiere aquí a la Versión Antigua de la Biblia Inglesa y
lo que dice seguidamente, puede aplicarse a los traductores de todas las
Versiones Antiguas en distintos idiomas)— no sólo eran eruditos de igual
calibre que cualquiera de la moderna era, sino también eran hombres que
consideraban a las Escrituras como profundamente sagradas y que cada palabra
estaba colocada en el texto original exactamente como Dios quiso que
estuviera... También se refleja en el uso de bastardillas en la traducción
donde palabras eran agregadas y que no estaban específicamente presentes en el
Hebreo o Griegos una práctica que lamentablemente no es seguida en versiones
modernas... Finalmente el Nuevo Testamento está basado en el Texto Griego
conocido como TEXTUS RECEPTUS (Texto Recibido) que es el Nuevo Testamento
Griego usado durante el despertar del período de la Reforma. Antes de la
invención de la imprenta, las Escrituras eran trasmitidas por copias a mano y
circuladas. Los manuscritos más reconocidos y aceptados eran, por supuesto,
usados muy extensamente y así es que se gastaban bastante rápidamente y por ello
tenían que ser continuamente vueltos a copiar sobre pergaminos o papel nuevos.
Grandes números siempre estaban en uso y de esta manera había un proceso
continuo de autocontrol que aseguraba al texto contra cualquier cúmulo
significativo de errores de copistas. Fue de esta fuente que el Nuevo
Testamento Griego conocido como Textus Receptus fue compilado. La gran mayoría
de los manuscritos que sobreviven están de acuerdo con este texto llamado
también Bizantino, que fue preservado a través de los primeros siglos del
Cristianismo por las Iglesias mismas de habla Griega. Cuando un manuscrito fue
preparado que, por descuido o por intento deliberado, contenía errores o
alteraciones significativas, naturalmente tendía a ser descartado cuando se
descubría su carácter. Si no era destruido deliberadamente, sobrevivía más que
los otros, por la sola razón de que no se lo usaba. Tal es probablemente el
caso con los manuscritos Sinaítico y Vaticano, como también de otros que fueron
descubiertos en el Siglo XIX y que eran más viejos que los aún preservados
manuscritos del Textus Receptus. Esos manuscritos contienen un sorprendente
número de errores obvios y, probablemente, hasta alteraciones deliberadas. Sin
embargo, por causa de su antigüedad, fueron aceptados por eruditos tales como
Westcott, Hort, Nestlé y otros, como base para sus Nuevos Testamentos Griegos
publicados en el Siglo XIX y que a su vez han servido de base para
subsiguientes traducciones modernas." (Hasta aquí el Dr. Morris).
Por
todo lo expuesto, afirmamos una vez más: sólo las Versiones Antiguas son de
fiar. No así tantas "nuevas versiones" que se multiplican hoy día aún
en un mismo idioma y que hacen surgir preguntas como ésta: ¿Y cuál de estas
versiones es la correcta? Y el peligro subsecuente: como los
"modernos" nos dicen que es imposible saber qué exactamente decían
los autógrafos originales... se concluye por no dar tanta importancia a la
Biblia misma, que llega así a ser menguada y aún hasta rechazada (como lo ha
sido por algunos) como Autoridad Inerrable e Infalible. Hermanos: no nos
prestemos, por indiferencia o silencio, ni directa ni indirectamente como
tributarios a tan sutiles estrategias cuyo origen no puede ser otro que
diabólico.
Finalmente,
el método bíblico de restauración de la verdadera Unidad Cristiana en
obediencia al mandato de Cristo (Jn. 17) es afectado por tal multiplicación de
versiones. En efecto, el tratamiento de las discrepancias en doctrina y
prácticas entre creyentes renacidos de iglesias y denominaciones evangélicas,
requiere considerarlas a la luz de las Sagradas Escrituras, hasta lograr pleno
acuerdo con ellas, como fuera practicado en la Asamblea de Jerusalem (Hch.
15:1-31). Pero ante tales versiones, ¿cuál de ellas –se plantea- será la base
para distinguir la verdad del error?. La variedad permite que cada iglesia y
aún cada creyente use la versión que mejor se acomoda a su pensamiento o
costumbres. Ello afecta el principio de "Sola Scriptura" y
contribuye a perpetuar la obra diabólica de dividir a los hermanos tras líderes
y tradiciones humanas.
¡Basta
ya!. Debemos volver a las "sendas antiguas" de los textos incorruptos
de la Palabra de Dios y contrastar con ellos nuestras doctrinas y prácticas
cristianas, en obediencia al Señor y Su Palabra.
Ah!,
nos parece oír aquí:
"Allí
están los elementos perturbadores... los abanderados de la disensión... los que
no pueden concebir su existencia sino en plan de combate, buscando siempre algo
o alguien contra qué embestir, para perturbar la paz de la iglesia y alarmar a
los hermanos sencillos y sinceros en su vida cristiana". (Frase copiada
de: "Principales objeciones al trabajo de revisión hecho a la
Biblia Reina–Valera en 1960", de Félix Arana).
Tales
expresiones, que ciertamente no nos alcanzan, sin embargo las reproducimos como
una muestra de las atenciones "fraternales" que ciertos abogados de
la Revisión de 1960 han dedicado a buenos hermanos que, llevados por un santo
celo por la pureza de la Palabra de Dios, protestaron la citada Revisión de
1960. Uniéndolas a tantos otros cargos gratuitos y aún
"excomuniones"... remitamos hermanos todo ello "AL QUE JUZGA
RECTAMENTE".
II. Breve examen de algunos de
los cambios en el Texto Bíblico del Antiguo Testamento, hechos por la Revisión
de 1960, que afectan doctrinas.
Versión
Antigua: "Y dijo Dios: Sean lumbreras en la expansión de los
cielos para apartar el día y la noche; y sean por señales, y para las
estaciones, y para días y años"
Revisión
de 1960: "... y sirvan de señales para las
estaciones".
La
Versión Antigua es la correcta, pues respeta el significado Bíblico de la
palabra "señales", que tiene que ver específicamente con cosas
por venir, hechos extraordinarios o fuera de las leyes naturales y que en
ocasiones pueden ocasionar temor, como leemos por ejemplo, en Jeremías 10:2, "Ni
de las señales del cielo tengáis temor".
Finalmente, el mismo Señor Jesucristo define el caso en favor de la Versión
Antigua en forma terminante, como leemos en Lucas 21:25, "Entonces
habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas".
Clarísimo: las lumbreras no fueron puestas como meras "señales
para las estaciones" como erróneamente dice la Revisión de 1960, sino con
propósitos extraordinarios aparte de las leyes naturales comunes y para
ocasiones predeterminadas por Dios mismo. La Revisión de 1960, con su cambio
erróneo, afecta simultáneamente a la Teleología (la doctrina del designio o
propósito de las cosas creadas); a la Escatología (la doctrina que trata de
sucesos postreros) y, además, afecta a la Evidencia Interna de la armonía de
las Escrituras del Antiguo con el Nuevo Testamento.
La
Revisión de 1995 y la Versión Popular siguen el camino erróneo trazado por la
Revisión del 60:
·
RV 1995: "...que sirvan de
señales para las estaciones, los días y los años"
· VP:
"...y que sirvan también para señalar los días, los años y las fechas
especiales."
Versión
Antigua: "A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus
dolores y tus preñeces; con dolor parirás los
hijos; y a tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti".
Revisión
de 1960: "...tus dolores en tus preñeces".
Obsérvese
que el cambio hecho por la Revisión, modifica totalmente el significado de la
sentencia. Y se equivoca gravemente, pues no tiene en cuenta el estado y el
propósito de la mujer originalmente dado por Dios en relación con la concepción
(un ciclo diferente del actual). Ese error le conduce a otro, que es el de
tergiversar el sentido del castigo. Antropología (la doctrina que tiene que ver
con la humanidad) y Hamartiología (la doctrina que tiene que ver con el pecado
y sus consecuencias), son por lo tanto afectadas. Permítasenos citar en nuestro
apoyo, a una autoridad como la del Dr. C. I. Scofield, quien, en su Biblia
Anotada, comentando el versículo en foco, dice:
"La
condición de la mujer es cambiada; la
concepción es multiplicada",
declaración que concuerda totalmente con la Versión Antigua. Digamos de paso,
que los editores de la Biblia Anotada, de Scofield, usaron desafortunadamente
en su edición Castellana, el texto de la Revisión de 1960, sin apercibirse que
en este caso, dejaron a la nota del Dr. Scofield totalmente sin sentido. Vemos:
el error de la Revisión de 1960, no advertido por la "Spanish Publication
Inc.", de Miami, Florida, USA, editora de la Biblia Scofield, colocó
también a ésta en contradicción consigo misma...
Lo
mismo dice la Revisión de 1977 y también, en otras palabras, la Versión
Reina–Valera Actualizada (añadiendo cambios en otras partes del versículo) y la
Revisión de 1995. La Versión Popular intenta eliminar la referencia al
embarazo:
Versión
Antigua: "Las señales de las heridas son
medicina para lo malo: y las llagas llegan a lo más
secreto del vientre".
Revisión
de 1960: "Los azotes que hieren son medicina
para el malo".
Un
evangelista muy conocido en Argentina, me dijo una vez: "Yo he predicado
de este versículo tal como lo tiene la Versión Antigua, como Mesiánico,
aplicando su significado a las marcas de las llagas de Cristo, pero con el
cambio hecho por la Revisión, todo ello ha quedado sin efecto". Creo que
este fiel hermano tenía razón, pues otras Escrituras confirman su sana
interpretación, por ejemplo: Isaías 49:16; Isaías 53:5; Juan 20:25-29 y 1 Pedro
2:24. La Revisión de 1960 afectó la Soteriología (la doctrina que tiene que ver
con el Salvador y Su Obra) pues ha cambiado totalmente el significado y la
aplicación de esta porción Bíblica, sacándolos de toda posible connotación con
Cristo y refiriéndolo erróneamente al castigo de un pecador a quien, a fuerza
de azotes que le hieren el cuerpo, se pretende transformarlo... una práctica
tan cruel como equivocada que tan tristes ejemplos ha tenido a través de la
historia.
Versiones
posteriores no hacen sino añadir mayor confusión en el mismo sentido:
Versión
Antigua: "Empero él rociará
muchas gentes: los reyes cerrarán sobre él sus bocas; porque verán lo que nunca
les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído".
Revisión
de 1960: "Así asombrará él a
muchas naciones".
Quitar
"rociará" y poner en su lugar "asombrará" es
un absurdo que sólo puede concebirse en una mente con prejuicio doctrinario. La
palabra Hebrea es "nazah" que significa literalmente
"arrojar un chorro" y la misma Revisión de 1960 la traduce "rociar" en
otros pasajes, como por ejemplo, Éxodo 29:21; Levíticos 4:6,17; Números 8:7. El
texto que nos ocupa es Mesiánico y con ello concuerdan declaraciones del Nuevo
Testamento como la de 1 Pedro 1:2, "rociados con la sangre de
Jesucristo". Por lo tanto, la Soteriología es afectada, así como la
Evidencia Interna de la Biblia.
La
palabra Hebrea para "asombrar" es "shamen"
(ver Isaías 52:14) y no tiene punto de relación alguna con "nazah" o
"rociar". Luego: la Versión Antigua es correcta y la Revisión ha
introducido un serio error en el Texto.
Las
versiones posteriores emplean el mismo término equivocado (RVA y RV 1995) u
otro similar: "sorprenderá" (RV 1977), "se quedarán admiradas" (VP).
Versión
Antigua: "Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no
prosperará; y tú condenarás toda lengua que se levantare contra ti en juicio.
Esta es la heredad de los siervos de Jehová, y su
justicia de por mí, dijo Jehová".
Revisión
de 1960: "... y su salvación de mí vendrá,
dice Jehová".
La
Versión Antigua contiene un claro concepto de imputación de justicia divina.
Pero la Revisión lo ha suprimido muy sutilmente, pues pone en lugar de "justicia
de por mí" las palabras "Su salvación de mí
vendrá" que suenan bien, pero que pueden o no ser entendidas como
imputación de justicia por parte de Dios.
El
cambio ha afectado la doctrina de la Justificación, claramente anticipada en
este texto del Antiguo Testamento.
La
palabra Hebrea para "justicia" es "tsedaqab".
Pero la palabra Hebrea para "salvación" es "yeshuwab".
Son pues palabras totalmente diferentes. La Versión Antigua respetó el
original, no así la Revisión de 1960. Como un ejemplo de la inconsecuencia de
procedimientos, digamos que en Isaías 56:1, texto en que aparecen ambas
palabras, la Revisión de 1960 las respetó y las tradujo bien a ambas: no había
entonces razón para no hacerlo así con la palabra "justicia" en
Isaías 54:17.
La
revisión de 1977 dice: "y la
recompensa que obtendrán de mí", mientras que la RVA: "y su vindicación de parte mía" La Versión Popular va mucho más allá en
los cambios: "pero nadie ha hecho
el arma que pueda destruirte. Dejarás callado a todo el que te acuse. Esto es
lo que yo doy a los que me sirven: la victoria. El Señor es quien lo
afirma."
Versión
Antigua: "El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria,
y se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su
solio; y consejo de paz será entre ambos a dos".
Revisión
de 1960: "Y habrá sacerdote a su lado".
El
cambio hecho por la Revisión, rebaja indebidamente la función del Mesías como
Rey–Sacerdote en Su Trono, pues le pone a otro sacerdote "a su lado".
Queda con ello afectada la Persona del Señor y Su Obra y Posición. Cristología,
Soteriología y Escatología quedan afectadas. La Biblia Anotada de Scofield, en
la columna de referencias dice correctamente: "Cristo, Segunda
Venida", cosa que ahora queda otra vez en dificultades con el texto.
El
mismo sentido refuerzan versiones posteriores:
Versión
Antigua: "Levántate, oh espada, sobre el pastor, y sobre el
hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y se
derramarán las ovejas: mas tornaré mi mano sobre los
chiquitos ".
Revisión
de 1960: "haré volver mi mano CONTRA
los pequeñitos".
El mismo término "contra" utilizan las Versiones modernas.
La
Versión Antigua habla de protección de Dios pero la Revisión la ha tornado en
oposición. Escrituras como Juan 18:8 dan la razón a la Versión Antigua. El
cambio hecho por la Revisión, afecta a la Teología (particularmente en este
caso: la doctrina de Dios) pues tiene que ver con el carácter y proceder de
Dios. Grave cambio.
III. Breve examen de algunos de
los cambios en el Texto Bíblico del Nuevo Testamento, hechos por la Revisión de
1960, que afectan doctrinas.
Versión
Antigua: "Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo
que nacerá, será llamado Hijo de Dios."
Revisión
de 1960: " ...el santo ser
que nacerá"
La
Versión Antigua es absolutamente correcta, pues traduce exactamente del texto
original griego, el artículo neutro "TO" que
significa precisamente "lo" en
Castellano. Siendo pues artículo neutro seguido de "santo" y leerse
así "lo santo", queda
claro que se refiere específica y únicamente a algo de carácter sustantivo,
concreto, o cosa material en este caso. Esto, en sana doctrina, caracteriza la Santidad del cuerpo del Señor, dado
que "el cuerpo" es el único elemento en la naturaleza humana del
Salvador, que puede ser referido como esa "cosa" santa. La materia es
del todo importante pues ahondando el concepto, "lo santo" es
requerido, más aún exigido, por el hecho de que aunque José no tuvo parte
alguna en la engendración humana de Cristo Jesús, con todo, su cuerpo fue
creado por el Espíritu Santo en el seno de María virgen y sujeto así a la ley
biológica correspondiente. Pero este hecho no trasmitió elemento alguno de
corrupción física o de germen de pecado. Tan santo como lo fue espiritualmente
debía serlo también corporalmente. En otras palabras: José no tuvo parte alguna
en ningún sentido y en cuanto a la parte que tuvo María, no afectó ni al alma
ni al espíritu ni al cuerpo del Señor Jesús. Dado que es posible aducir que la
perfección sólo debe entenderse como espiritual (por la engendración del
Espíritu) y que no tiene importancia lo corporal (lo cual no es cierto pues
TODO es del todo importante), era necesario que la Palabra diera revelación
sobre santidad del cuerpo, "lo santo", y nada
mejor para ello que la instrumentalidad de un médico (Lucas) quien fue
inspirado para usar el artículo neutro, respetado y con razón por la Versión
Antigua. Finalmente, la Redención exige un Salvador santo, también en el
cuerpo.
Pero
la Revisión de 1960 induce, con su lectura "el santo ser", a dar
solamente énfasis a lo sicológico, al "ser" espiritual, sin
referencia a lo corporal. Con el cambio hecho: (1) ha quitado del Texto, pues
ha suprimido el neutro "lo" y lo ha reemplazado con el determinante
"el"; (2) ha agregado al Texto, introduciendo el vocablo
"ser" que no está en el Griego; y con ello, (3) omite la referencia a
la santidad física corporal, del Señor, santidad tan imprescindible para la
obra salvadora como la santidad moral y espiritual del Redentor. La Cristología
(doctrina de la Persona de Cristo) y la Soteriología (doctrina de la Salvación)
están involucradas en el cambio. Grave, pues, grave cosa es manipular con la
Palabra de Dios.
En
las versiones modernas, sólo la Revisión de 1977 y la Biblia de las Américas
utilizan el neutro "lo
santo". En
cambio RVA y RV 1995 utilizan "Santo Ser", NVI "santo
niño"; mientras que la Versión Popular va más lejos aún pues quitó de allí
la palabra santo y dice "el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios."
Versión
Antigua: "Y como se cumplieron lo días de la purificación de ella,
conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalem para presentarle al
Señor"
Revisión
1960: "la purificación de ellos"
Correcta
la Versión Antigua: (1) porque el Texto Griego Bizantino lee exactamente "AUTÉS"
(caso genitivo femenino singular), o sea, "de ella";
(2) porque la Evidencia Interna de las Escrituras exige "de ella" pues esto concuerda
con Levíticos capítulo 12, texto de fondo en el caso, que establece que la
necesidad de purificación es únicamente de la mujer que ha dado a luz.
La
Revisión de 1960 ha seguido otros Textos Griegos que leen "AUTON"
(caso genitivo masculino plural), o sea, "de ellos",
pero tales Textos por no concordar con Levíticos 12, carecen de autoridad
normativa en la materia. El uso del plural abre la puerta a muchas
interpretaciones —incluida la "modernista", que puede implicar que en
el plural "de ellos" también el niño Jesús cabe, lo que es una
blasfemia—; u obliga al intérprete a toda una serie de argumentaciones
indirectas para salvaguardar la santidad de la naturaleza humana del Señor.
Una
autoridad como lo fuera el Dr. J. Gresham Machen prefirió la lectura plural
"de ellos" (según una publicación circulada por el
"Faro Cristiano" del 30 Nov. 1967), sobre la base de que una
"lectura difícil es preferible a una más fácil" y dando como
interpretación que "de ellos" puede entenderse como la purificación
"de los judíos". Con
todo respeto por la opinión del erudito líder fundamentalista, creemos que tal
preferencia no puede recomendarse: (1) porque en materia de fidelidad Bíblica,
no se trata de preferir lecturas difíciles ni lecturas fáciles, sino únicamente
la lectura correcta: y sólo
puede ser correcta una lectura que, literalmente, no permita sombra de
contradicción de escritura con escritura; (2) porque ingeniosa como lo es la
interpretación del Plural "de ellos" como "de los Judíos",
siempre será materia de interpretación y otros intérpretes no tan cándidos ni
reverentes pueden reclamar lugar para sus errores. No se debe tomar lo que es
cuestión de lectura literal para hacerlo incursionar en arenas movedizas de
escuelas de interpretación.
Déjese
pues "de ella" conforme al Texto Bizantino y todo peligro
desaparece, las Escrituras quedan armonizadas y los modernistas con las bocas
cerradas.
La
Revisión de 1960 con su traducción plural "de ellos" tiende puentes
al modernismo negativo que, en este caso, puede afectar la doctrina de la
engendración virginal de Jesucristo por la virtud del Espíritu Santo, doctrina
fundamental por excelencia.
Excepto
la Revisión de 1977, las Versiones Modernas consultadas refieren también
equivocadamente a la purificación "de
ellos". La
versión RVA contiene una nota aclaratoria al pie de página que dice: "Es
decir, de los judíos". La Revisión de 1995 contiene una nota que
explícitamente afecta la Santidad del Niño Jesús: "Según Lv.12:2-4, la
purificación correspondía solamente a la madre, que quedaba ritualmente impura
después del parto. Con el plural lo
trajeron, Lucas
parece referirse a la purificación de ambos, la madre y el padre del niño. En
cuanto al plural de ellos, es posible que incluya al propio niño Jesús, quien iba a ser presentado
en el Templo
(v.22-27)."
Versión
Antigua: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el que
es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino
que la ira de Dios está sobre él."
Revisión
de 1960 (edición común sin Concordancia): "... el que desobedece
al Hijo..."
Revisión
de 1960 (edición especial con Concordancia): "... el que rehusa
creer en el Hijo..."
El
lector atento habrá ya observado la inconsecuencia y contradicción existente
entre dos ediciones de la misma Revisión de 1960. ¿Es que existen dos ediciones
de la "Revisión de 1960’’: la una para uso del pueblo común, que dice una
cosa y la otra para los que pueden pagarse una Biblia con tapas de cuero y
Concordancia, que dice otra cosa? Porque "desobedece" como dice la
edición común (aunque no vemos por qué cambiar "incrédulo" como lee
la Versión Antigua, pues "incrédulo" no es una
palabra "en desuso en el idioma Castellano"), y "rehusa
creer" como dice la edición especial, no significa lo mismo.
Estos
son hechos graves, serios, que juntamente con lo que se relaciona con la doctrina,
se acompañan con lo que se relaciona con erogaciones cuyos fondos provienen
tanto de los que compran las Biblias como de los que ofrendan pequeñas o
grandes sumas para la obra de las Sociedades Bíblicas. Ciertamente que tales
cosas no recomiendan ni los procedimientos técnicos de traducción e impresión,
ni los resortes administrativos de las Sociedades Bíblicas intervinientes.
Los
hermanos en Cristo que insisten en seguir usando la Revisión de 1960, deben
saber que no pueden saber si la Revisión de 1960 que ellos usan es la misma
Revisión de 1960 que otros usan, a menos que tengan el cuidado de cotejar unas
con otras. Y no es cargar las tintas expresar que tales incongruencias entrañan
también, por parte de las Sociedades responsables, una falta de consideración
para la buena fe de la Hermandad Cristiana Evangélica de habla Hispana a través
del mundo. Creemos que ya es hora de decir: ¡Basta ya, señores, basta ya!
Veamos
ahora, la cuestión doctrinal involucrada.
La
Versión Antigua, al leer "el que es incrédulo
al Hijo", se atiene estrictamente al uso, en el pasaje, del Griego "APEITHON",
participio activo del verbo "APEITHEO" (no
creer, ser incrédulo, no hacer caso, no acatar, desobedecer). El
"uso" en el versículo tiene el valor de una antítesis, un contraste
con lo que le antecede. Y como lo que antecede trata de la salvación por creer
en el Hijo, luego su antítesis trata de la perdición por ser "incrédulo".
Claro como la luz meridiana. Corresponde pues, la lectura "incrédulo".
Es
interesante —como apoyo acumulativo— que la misma palabra se usa en Hechos
14:2, "los Judíos que fueron incrédulos";
también en Hechos 19:9, "endureciéndose algunos y no creyendo"; y en 1a
Pedro 3:1, "también los que no creen
sean ganados". La misma Revisión de 1960 tradujo así esos pasajes, de modo
que no hay razón para no haberlo hecho así también en Juan 3:36.
El
cambio a "desobedece" es grave, pues, como se ha dicho, en el Griego
todo el peso del argumento se basa en la antítesis entre creer para ser
salvo o no creer para perderse. Respétese pues.
Además,
si la perdición es por "desobedecer", entonces: (1) la vía de
salvación, anteriormente expresada como solo por creer, ahora es adicionada con
un agregado de obras y viene a resultar: salvación por fe más obras, una
doctrina Romanista aprobada por el Concilio de Trento, pero no es el Evangelio
Bíblico; (2) la vía de la seguridad de la salvación es también afectada, pues
si se abre la puerta a la falsa doctrina de salvación por fe más obras,
entonces existe la posibilidad de que un salvado caiga de la Gracia y pierda
así la salvación, por causa de alguna desobediencia o falta de obras. Y esto
tampoco es lo que enseña el Evangelio. En conclusión, la Soteriología es
afectada en dos áreas vitales: (a) la vía de salvación y (b) la seguridad del
salvado.
Las
demás Versiones Modernas utilizan, por una parte, desobedece, no obedece (RVA, BA), como por la otra rechaza (NVI), rehusa
creer, se niega a creer o no quiere
creer (RV 1977, RV
1995, VP).
¡CUIDADO,
CON ASUNTOS TAN DELICADOS!
Versión
Antigua: "De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi
palabra, no verá muerte para siempre".
Revisión
1960: "... el que guarda mi palabra, nunca verá
muerte".
La
Versión Antigua tiene una lectura más completa y más lógica, que se ajusta
estrictamente al significado de las palabras en el original Griego. En efecto, "no
verá muerte para siempre" incluye dos hechos: (1) la salvación de la muerte
espiritual, actual, muerte en delitos y pecados, muerte de separación de Dios,
que un creyente tenía antes de ser salvo pero que al instante de ser nacido de
nuevo, del Espíritu, cesa y no la verá más; (2) la salvación de la muerte
física que todo creyente verá por un período de tiempo, pero no será para
siempre, pues el salvado espiritualmente, será salvado también corporalmente en
el día de la resurrección en cuerpo glorificado. Todo esto cabe íntegro en la
riqueza de la traducción de la Versión Antigua, ajustada al Griego que contiene
esas mismas palabras. Y si están deben respetarse tal cual están.
En
cambio, la Revisión de 1960, al leer "nunca verá muerte" sólo
permite discernir y aún ello como una deducción, que la salvación es sólo
espiritual, pues sería absurdo pensar que una persona no morirá físicamente.
Los Judíos mal interpretaron las palabras de Cristo, como se ve en el v.53 y
pensaron que Cristo se refería a no morir físicamente lo que no era verdad. La
Revisión de 1960 acomodó las palabras del Señor al error de los Judíos y se
equivocó junto con ellos... Los "modernistas" no creen en la
resurrección corporal. ¡CUIDADO!
Nuevamente las versiones
posteriores continúan en este punto con el mismo error: "nunca jamás verá
la muerte" (RV 1977), "nunca verá la muerte para siempre" (RVA),
"no morirá" (VP), "nunca morirá" (NVI), etc.
Hamartiología
(doctrina del pecado y sus consecuencias); Soteriología (doctrina de la
salvación) y aún la Escatología (doctrina de las últimas cosas), resultan, en
una manera u otra inquietadas y afectadas por la Revisión de 1960.
La
Versión Antigua da la versión correcta del original y, con ello, las verdaderas
palabras habladas por el Señor y su correcto significado.
Versión
Antigua: "Yo y el Padre una cosa
somos"
Revisión
1960: "Yo y el Padre somos uno"
El
Griego "EN", es un adjetivo numeral cardinal neutro singular, y
por ser neutro, déjese pues la traducción de la Versión Antigua, "una
cosa", lo que señala "sustancia", y así unidad de
Sustancia, aunque diferencia de Personas. Es como si el Señor dijera: "Yo
y el Padre somos una cosa sustancialmente" y, consecuentemente, es obvia
la distinción de Personas. Una correcta doctrina Trinitaria requiere esos
elementos. La Versión Antigua, facilita su comprensión.
Pero
la Revisión de 1960, al leer "somos uno" induce a
confusión de Personas y coloca al lector poco avisado al borde de la herejía
Unitaria o de la herejía Modalista, que no son Trinitarias sino
Unipersonalistas. En cuestiones de doctrina, todas las precauciones son pocas en
cuanto a los textos que las revelan. La misma Teología (doctrina de Dios) tiene
una advertencia muy seria que hacer aquí a la Revisión de 1960.
Excepto
RV 1977 y RVA que registran "una sola cosa" y "una cosa",
las demás versiones consultadas dicen "somos uno" y VP agrega
"uno solo".
Podríamos
continuar y continuar citando, contrastando y examinando textos. Mas, a simple
título enunciativo, vea el hermano lector algunos otros ejemplos ilustrativos
de que en la Revisión de 1960 se ha incurrido en cambios que van desde
innecesarios, en algunos casos, hasta conducentes a confusión y a error, en
otros.
HECHOS 17:22
Versión
Antigua: "Varones Atenienses, en todo os veo como más supersticiosos;"
Revisión
1960: "Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos;"
Versiones posteriores
utilizan el mismo término "religiosos".
La
palabra griega "Deisidaimonía" significa "temor a una
deidad pagana", esto nunca puede ser "religión" de acuerdo a la
Biblia.
ROMANOS 8:32
Versión
Antigua: "El que aún a su propio Hijo no perdonó,
antes le entregó por todos nosotros"
Revisión
1960: "El que no escatimó ni a
su propio Hijo..."
La
Revisión hace aquí un cambio interpretativo y erróneo, afectando la doctrina de
la expiación vicaria.
El
mismo sentido se encuentra en RV 1995 y NVI; también en la VP que dice: "no nos negó". RVA, RV 1977 y BA dicen: "no eximió".
Comparar
con Hch. 20:29, Ro.11:21 y 2ª P. 2:4-5, donde se utiliza el mismo vocablo
griego con el mismo sentido dado en la Versión Antigua.
Versión
Antigua: "No es injuriosa, no busca los suyo, no se irrita, no piensa
el mal"
Revisión
1960: "no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor"
"No
piensa el mal" incluye: avaricia, concupiscencia, adulterio, etc. La
otra expresión limita el sentido.
Términos
como los de la Revisión 1960 se emplean en RV 1995, VP y NVI, mientras que RV
1977 traduce, favoreciendo graves errores interpretativos: "no toma en cuenta el
mal", al
igual que RVA: "ni lleva cuentas
del mal" y BA
que añade una aclaración: "no
toma en cuenta el mal recibido"
Versión
Antigua: "el primogénito de los muertos."
Revisión
1960: "el primogénito de entre los
muertos"
"De
los muertos" indica en forma profética la preexistencia de Cristo
(1ª P. 1:18-20; Ap. 13:8)
Al
igual que la Revisión de 1960, las versiones modernas utilizan los mismos
términos: "de entre los muertos", excepto VP y NVI que van más
allá al traducir: "el primero en
resucitar" y
"el primogénito de la resurrección", dándole claramente otro
sentido al texto.
Versión
Antigua: "Que cada uno de vosotros sepa tener su
vaso en santificación y honor"
Revisión
1960: "que cada uno de vosotros sepa tener su
propia esposa en santidad y honor"
"Su
esposa" limita el sentido de la exhortación solamente a los casados; ¿y
los solteros?.
Aquí
tenemos diferentes significados en las traducciones modernas: RV 1977 y BA
dicen: "poseer su propio vaso"; RV 1995 y VP 2ª Ed. traducen
respectivamente "tener..." y "portarse con su propia esposa"; y por último RVA, VP 3ª Ed.
y NVI traducen: "controlar (o
dominar) su propio cuerpo".
Versión
Antigua: "Pero tú vela en todo,
soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista, cumple tu
ministerio."
Revisión
1960: "Pero tú sé sobrio en todo..."
"Vela
en todo" está de acuerdo con todo el contexto.
Las
versiones posteriores continúan en la misma línea de 1960.
Versión
Antigua: mas ahora una vez en la consumación de los siglos, para
deshacimiento del pecado se presentó por el sacrificio de sí
mismo."
Revisión
1960: "pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó
una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para
quitar de en medio el pecado."
Una
cosa se puede quitar de en medio sin deshacerla. El Señor destruyó por completo
el pecado y la maldad, la deshizo.
Así
también siguen las traducciones modernas: "quitar" (RVA, VP) o "quitar de en medio" (RV 1977, RV 1995). Por otra parte BA dice: "para destruir el pecado" y NVI: "a fin de acabar con el pecado".
1ª PEDRO 1:18
Versión
Antigua: "Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana
conversación, la cual recibisteis de vuestros padres"
Revisión
1960: "sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres"
"Vana manera de vivir" usan también RV 1977, RVA, RV 1995 y BA. En
manera semejante, VP dice: "Dios
los ha salvado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus
antepasados" y
NVI: "de la vida absurda".
La
Revisión afecta en este cambio la doctrina del pecado en el Edén.