LA INSPIRACION DE LAS SANTAS ESCRITURAS

Por Armando Di Pardo

© Copyright 2002, Adelphia.
Gral. E. Martínez 889, (C1426BBM) Buenos Aires, Argentina. www.philadelphos.org
Esta página y todos sus contenidos se encuentran registrados y no puede ninguna parte de ellos ser almacenada en BBS o sitios de Internet sin el permiso expreso del editor. Ninguno de los textos pueden ser reproducidos total o parcialmente con fines comerciales. Pueden ser enviados gratuitamente por correo electrónico, siempre que se deje intacto su contenido, sin ningún agregado ni omisión, y se haga mención expresa del autor y la fuente.

 INDICE

I. Definición y propósitos de la inspiración. Referencias del Antiguo y Nuevo Testamento.

1. Inspiración: Definición; propósitos

2.Algunas referencias en el Antiguo Testamento

3.El testimonio del Nuevo Testamento

4 El texto clásico por excelencia, que define claramente la verdad en estudio

5. Conclusión

 

II. TESIS VERDADERAS: INSPIRACION VERBAL Y PLENARIA

1. Inspiración verbal

2. Inspiración plenaria

 

 

 

I. Definición y propósitos de la inspiración. Referencias del Antiguo y Nuevo Testamento.

1. Inspiración: Definición; propósitos

Inspiración es aquella actividad propia del Espíritu Santo, ejercida "sobre", "dentro", y "a través" de la mente y personalidad de los escritores sagrados, en virtud de la cual fueron éstos capacitados para declarar o registrar, sin incurrir en error ni contradicción alguna, la revelación de Dios según Su mente y voluntad. Trátase de un influjo sobrenatural, de Dios "al" hombre, "en" el hombre y "por medio" del hombre.

Tal actividad e influjo, fueron ejercidos por el Espíritu Santo: (a) "sobre" o "al" escritor sagrado, como un impulso divino que le inducía y predisponía a escribir; (b) "dentro" o "en" el escritor revelándole las materias o asuntos que debía registrar, dándole, como escogiendo del lenguaje propio del mismo, las palabras adecuadas a esa revelación; (c) "a través" o "por medio" del escritor, guiándole y utilizándole de tal manera que éste registraba exactamente lo que el Espíritu de Dios quería que fuese registrado, sin anular por ello el estilo personal del hagiógrafo, sino dentro de su propia modalidad.

En cuanto a los propósitos de la inspiración, pueden sintetizarse diciendo que fueron los de dar a conocer a los hombres maravillas de Dios, especialmente en relación con: (a) el mismo Dios, Su personalidad, atributos y gloria; (b) obras de Dios, tanto en términos generales como muy particularmente las relacionadas con la redención de nuestras almas a fin de que conociéramos el camino de nuestra salvación eterna, y (c) todos los demás asuntos que integran los registros de las Santas Escrituras, los cuales nos atañen en una u otra manera, tanto respecto del pasado, del presente, como del futuro.

2. Algunas referencias en el Antiguo Testamento

Del pasaje en números 11: 16 a 30, veamos solamente algunos textos:

"Entonces Jehová dijo a Moisés: Júntame setenta varones de los ancianos de Israel..." (v. 16). "Y yo descenderé y hablaré allí contigo; y tomaré del espíritu que está en ti y pondré en ellos... " (v. 17). "Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y juntó los setenta varones de los ancianos del pueblo, e hízoles estar alrededor del tabernáculo" (v. 24). "Entonces Jehová descendió en la nube, y hablóle; y tomó del espíritu que estaba en él y púsolo en los setenta varones ancianos; y fue que, cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron y no cesaron" (v. 25).

Aunque estos textos no tratan específicamente de escritores —excepción hecha de Moisés—, lo que deseamos hacer notar aquí es que el Espíritu de Dios debía ser puesto "sobre" y "en" los instrumentos humanos escogidos y recién entonces manifestábanse, "por medio" o "a través" de ellos, los justos juicios de las Palabras de Dios. Se trata exclusivamente de un influjo sobrenatural que les capacitaba realmente para funciones proféticas. Puede consultarse a este mismo respecto el texto de 1ª. Samuel 19: 19 a 24, que trata del tan conocido caso de Saúl y sus mensajeros, que al llegar donde se hallaba refugiado David, profetizaron porque vino sobre ellos el Espíritu de Jehová.

JEREMIAS 1: 1 a 9: "Las palabras de Jeremías hijo de Hilcías..." (v. 1). "La palabra de Jehová que fue a él..." (v. 2). "Fue pues palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te santifiqué, te di por profeta a las gentes" (v. 5). "Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah! ¡Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño" (v. 6). "Y díjome Jehová: No digas, soy niño; porque a todo lo que te enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré. Y extendió Jehová su mano, y tocó sobre mi boca; y díjome Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca" (v. 9). Notemos en este texto tres hechos:

1) Las palabras de Jeremías son identificadas con las palabras de Jehová (v. 1 y 2). Con ello se establece que los mensajes eran divinos, dados por Dios al hombre y por medio del hombre a los demás hombres.

2) El tal hombre era un vaso escogido por Dios; y en este caso, el Señor declara que tal escogimiento lo realizó antes que el tal hombre fuera concebido. Además, antes de ser nacido ya lo había santificado, apartado y dado por profeta a las gentes (v. 5).

3) Que tal aptitud no era fruto natural del siervo escogido, como proviniendo de su capacidad humana, sino, por el contrario, se trataba de una obra sobrenatural, divina, en y a través de aquél, y sólo en virtud de tal obra, podía el siervo de Dios hablar las palabras de Dios (v. 6 a 9).

 

JEREMIAS 36: 1 - 2: "Y aconteció en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que fue esta palabra a Jeremías, de Jehová, diciendo: Tómate un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las gentes, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy."

Ahora vemos claramente que fue la voluntad de Dios que Sus mensajes dados "a" y "por" los profetas escogidos fueran escritos y registrados íntegramente. Todas las palabras, sin faltar una, debían ser escritas. Tal era el mandamiento y a él debían sujetarse los escritores. No podían ni debían quitar ni agregar nada. "...todas las palabras que te he hablado... desde el día que comencé a hablarte, escríbelas; tómate un rollo de libro y escríbelas." Sí, las escrituras han sido escritas no por voluntad humana, sino por voluntad de Dios, no con palabras de humana sabiduría, sino con palabras de Dios. Las palabras que Dios había hablado, eran las palabras que Jeremías debía escribir. (Ver, también, v. 3, 4 y 14 a 18.)

EXODO 17: 14: "Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que del todo tengo de raer la memoria de Amalec de debajo del cielo."

En esta cita vemos que Dios mandó registrar, además de sus revelaciones extraordinarias, ciertos hechos históricos ordinarios en la vida de los pueblos, que contenían lecciones histórico-espirituales provechosas para la posteridad y que eran del dominio del conocimiento propio de sus siervos Es un caso típico de inspiración a escribir lo que había ya sucedido, que Moisés conocía de por sí, y que el Señor deseaba quedara registrado tal como había acontecido. Es interesante, además, observar que el Señor agrega una palabra profética al registro histórico, cuando revela a Moisés que diga a Josué "que del todo tengo de raer la memoria de Amalec debajo del cielo". (Ver, en esta misma línea de pensamiento, lo que dice: Deuteronomio 31: 19, 22, 24 a 26.)

3. El testimonio del Nuevo Testamento

a) Respecto al Antiguo Testamento:

2ª. PEDRO 1: 19 a 21: "Tenemos también la palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación, porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo."

En este texto se revelan aquellas partes que hemos establecido en nuestra definición de la inspiración, tanto "sobre" los profetas, pues nos dice: "la profecía no fue traída por voluntad humana", dándonos con ello a entender que la iniciativa, guía y acción son exclusivamente obra de Dios; como "en" y "a través" de los profetas: "hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo". Y es interesante observar que en los versículos precedentes, v. 16 a 18, el apóstol Pedro registra la gran experiencia que tuvo junto con Jacobo y Juan en el monte de la transfiguración, donde pudieron oír en forma externa y perfectamente audible la misma voz del Santo Padre Celestial, y recalca el hecho de que ellos no siguieron fábulas como por arte compuestas, sino hechos reales y verdaderos.

Además, se nos informa con toda claridad que los varones portavoces de la palabra de Dios eran vasos escogidos y santificados, completamente rendidos a la voluntad del Señor: "los santos hombres de Dios".

b) Respecto a los escritos apostólicos:

2ª. PEDRO 3: 1, 2 y v. 15 a 16. "Carísimos, yo os escribo ahora esta segunda carta, por las cuales ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento; para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos apóstoles del Señor y Salvador. Y tened por salud la paciencia de nuestro Señor; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también; casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos."

En este texto se nos muestra que los escritos apostólicos son también producto, no de humana sabiduría, sino de la "sabiduría que les fue dada", es decir, de Dios. Tales escritos son puestos aquí en pie de igualdad con los del Antiguo Testamento, lo que da así énfasis al hecho de que tanto el Antiguo como el nuevo Testamento eran —y son— las Escrituras producidas en virtud de tal Sabiduría.

JUAN 20: 30, 31: "Y también hizo Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro. Estas empero son escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre."

Se nos revela la bondad del Señor en hacer que sus siervos escribieran los hechos del Señor, para que nosotros leyendo los escritos y creyéndolos, recibiéramos vida eterna.

Comparar sobre el mismo tema:

1ª. JUAN 5: 13: "Estas cosas he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios."

1ª. JUAN 1: 1 a 4: "Lo que era desde el principio, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y vimos, y testificamos y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido). Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros: y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Y estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido".

Con toda claridad, se nos declara aquí que los escritos apostólicos (obsérvese cómo el apóstol Juan usa el plural), son el fiel testimonio de las realidades visibles, audibles y tangibles, tocantes al Verbo de Vida, registradas con el bendito propósito de que el gozo de los creyentes sea completo.

4. El texto clásico por excelencia, que define claramente la verdad en estudio

2ª. TIMOTEO 3: 14 a 17: "Empero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús.

TODA ESCRITURA ES INSPIRADA DIVINAMENTE y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra".

Notemos tres puntos en este texto:

1) Define a las Escrituras como Sagradas, con capacidad para impartir una sabiduría que puede hacer sabio para la salvación o salud por la fe que es en Cristo Jesús (v. 15). No se trata, pues, de escritos comunes y de sabiduría común; es una cuestión Sagrada y vital, que imparte sabiduría sobrenatural y salvadora.

2) Define a "toda Escritura", lo que incluye en su significado tanto a las del Antiguo como a las del Nuevo Testamento, es decir, a la Biblia considerada como un todo. Y aunque el Nuevo Testamento aún no estaba concluido, ni compilado como los tenemos ahora, debe no obstante quedar incluido en la sentencia, pues ya hemos sabido por el apóstol Pedro que los escritos apostólicos eran considerados en pie de igualdad con las otras Escrituras. Así es que TODAS estas, quedan definidas como "INSPIRADAS DIVINAMENTE", ("Theopneustos", en el original griego), expresión fuerte, significando dadas por el aliento divino, como la misma "respiración" de Dios. Esto es concluyente y tiene la fuerza de una palabra final y autoritativa por completo (v. 16).

3) Define los santos propósitos de los santos escritos, al discernirles su utilidad para: "enseñar, redarguir, corregir, instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra" (v. 17). Es decir, que los propósitos son eminentemente prácticos y santificantes. Las Escrituras fueron inspiradas divinamente y enseñan para santificar, pasando entre uno y otro extremo de la línea, por las fases básicas imprescindibles: manifestar lo oculto de los corazones, "redarguir"; lavar los pecados y la mala conciencia de obras de muerte, "corregir"; transformar al individuo por la obra de regeneración y nuevo nacimiento, "instituir en justicia"; edificar y establecer un nuevo ser, "el hombre de Dios"; hecho capaz intelectual, moral y espiritualmente para obrar la voluntad de Dios, "perfecto, enteramente instruido para toda buena obra".

5. Conclusión

Y así podríamos continuar citando texto tras texto de las Escrituras, diríamos casi sin solución de continuidad, afirmando la misma verdad: los escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento, son los registros fieles de las palabras inspiradas por el Espíritu Santo, a los santos hombres de Dios.

Por lo tanto:

La BIBLIA puede ser calificada de SANTA con toda propiedad, y definida terminantemente como. LA PALABRA DE DIOS pura y sin mácula.

 

II. TESIS VERDADERAS: INSPIRACION VERBAL Y PLENARIA

1. Inspiración verbal

Definición: Por Inspiración Verbal significa que el Espíritu Santo inspiraba tanto los temas o ideas como las mismas palabras en que eran declarados, desarrollados y escritos.

Ello no implica que los escritores fuesen meros autómatas. Ya hemos visto en la lección anterior que los mismos eran "santos hombres de Dios" que "hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo" (2 P. 1: 21), de modo que cumplieron su cometido como voceros o instrumentos escogidos, hablando y escribiendo como conductos santificados por la obra y bajo la inspiración espiritual de Dios. Tratábase, pues, de siervos del Señor hechos aptos para la tarea por la obra especial del Espíritu Santo, que mantenían íntima comunión espiritual con Dios y estaban plenamente identificados con Su obra en y por medio de ellos, de la cual eran plenamente conscientes. No se trataba de mera actitud pasiva o estática sino dinámica, rica en comunión espiritual activa y plena, de la cual tenían pleno discernimiento y en la cual se gozaban.

2 Samuel 23: 1 - 3: " Estas son las postreras palabras de David... el ungido del Dios de Jacob, el suave en cánticos de Israel: EL ESPIRITU DE JEHOVA HA HABLADO POR MI Y SU PALABRA HA SIDO EN MI LENGUA." (v.1, 2). Vemos claramente allí que David fue ungido de Dios y que era plenamente consciente de que el Espíritu de Jehová hablaba por su instrumentalidad y que la misma Palabra de Jehová era dada en su hablar.

Exodo 4: 12, 15: "Ahora pues, ve, que YO SERE EN TU BOCA Y TE ENSEÑARE LO QUE HAYAS DE HABLAR. Tú hablarás a él (a Aarón, v. 13, 14) y pondrás en su boca las palabras, Y YO SERE EN TU BOCA Y EN LA SUYA Y OS ENSEÑARE LO QUE HAYAIS DE HACER."

Léanse, en esta misma conexión, las siguientes escrituras: Jos. 1: 1; Is. 6: 8 - 10; Jer. 16: 1, 2 y cp. 18: 1 - 6; Hch. 1: 16 y cp. 28: 25 - 27; 1 Tim. 4: 1.

Veinte veces Isaías dice que sus escritos son las palabras de Jehová; casi cien veces repite Jeremías "Así dice Jehová" o usa palabras que equivalen a esa afirmación; Ezequiel declara unas setenta veces que lo que escribe lo registra por revelación de Jehová. El testimonio pues, es de carácter masivo.

2. Inspiración plenaria

La definición de la Inspiración Plenaria, que completa a la Inspiración Verbal, se integra con dos conceptos igualmente ciertos y válidos que refieren tanto a la totalidad de la Inspiración como a la particularidad del modo o modos de ser ejercida por el Espíritu de Dios en y a través de los instrumentos humanos. Veámoslos seguidamente.

1º. Que "TODA" la Biblia y no solamente "algunas de sus partes" fue inspirada por Dios.

"Plenaria" (del latín "plenarius") califica aquello que está completo o cumplido, abarcando la totalidad del sujeto u objeto así calificado. Se aplica pues con toda propiedad a la inspiración de la Biblia, de toda ella, como está escrito:

"TODA ESCRITURA ES INSPIRADA DIVINAMENTE" (2 Tim. 3: 16).

Y aunque la partícula "es" ha sido motivo de controversia pues no consta en el griego (de allí que en las versiones fieles figure en el tipo de letra bastardilla o itálica; y algunos traductores creen mejor citarla después que "inspirada divinamente" y no antes; y algunos comentaristas piden se omita del todo), tal incidencia en nada afecta la cuestión de fondo en estudio. El texto clave es claro, pues lee: "TODA ESCRITURA" (algunos prefieren la alternativa "CADA ESCRITURA" que tampoco cambia el concepto sino que lo confirma), lo cual bien se identifica con la declaración del versículo anterior (v. 15) que lee: "LAS SAGRADAS ESCRITURAS", o sea, el volumen sagrado en forma total. LA SANTA BIBLIA ES, PUES, LA PALABRA DE DIOS.

Yerran los "racionalistas modernistas" que contienden que la Biblia no "ES" sino que "CONTIENE" (sea en términos generales o sea sólo en algunas partes) la Palabra de Dios. Algunos objetan que en la Biblia se registran palabras de Satanás y por eso, dicen, no debe afirmarse que "toda" la Biblia fue inspirada. Pero tal objeción de ciertos "críticos" queda automáticamente insolvente si se aclara que la Inspiración del Espíritu Santo consistió en tal caso en guiar al escritor a registrar esas palabras. El mismo principio se aplica igualmente para todos los demás casos en los cuales no es Dios mismo quien se identifica hablando. Además, dicho sea de paso, nótese lo capcioso de tal objeción si se considera que algunos que la formulan no creen en la existencia del diablo...

2º. Que el Espíritu Santo inspiraba las materias y verdades, dando libertad, en ciertos casos, a los escritores, para expresarlos en su propia manera, lenguaje y estilo humanos, aunque guiándolos y supervisándolos sobrenaturalmente en forma tal que los escritores jamás incurrieron en error ni contradicción alguna.

Esta declaración ha sido objetada, tanto por los "modernistas" como por algunos creyentes, como pasamos a ver.

Los "modernistas-racionalistas" se toman de la primera parte de la citada definición, para argüir que al quedar en libertad los escritores para verter en su propia manera, lenguaje y estilos humanos, los temas y verdades inspirados por Dios, incurrieron en los errores que caben esperarse en toda obra hecha por los hombres. Por lo tanto, dicen, la Biblia contiene muchos pasajes viciados con tales errores. Observe el lector que tal contención de los modernistas racionalistas desglosa la definición o la divide en dos partes, tomando sólo algunos conceptos de la primera parte, pero omitiendo totalmente la segunda parte, que dice que Dios guió y supervisó sobrenaturalmente a los escritores, con lo cual toda posibilidad de errar quedó totalmente neutralizada o anulada y, por lo tanto, en la Biblia no hay error alguno.

La segunda objeción proviene de algunos creyentes poco avisados, que, no comprendiendo bien o no aceptando tal guía ni control sobrenatural por parte del Espíritu Santo sobre los escritores, a quienes dio en ciertos casos libertad de expresión, han rechazado totalmente esta definición y hasta han llegado a considerarla como una teoría falsa. Algunos, arguyen que "no existe libertad donde hay control", palabras que parecen impresivas, sin duda, pero que no se aplican cabalmente al caso en foco. Tanto unos como otros se equivocan, por las siguientes razones:

a) Interpretan mal el concepto mismo de la definición, que no trata de una libertad que conduce a "ocasión a la carne", sino que se trata únicamente de LIBERTAD DE EXPRESION DE LA VERDAD, DENTRO DE LA VERDAD. No es libertad para que puedan tergiversar con propias interpretaciones el material o asunto revelado. No se trata de una acción de "inspiración natural" del escritor para expresar la inspiración dada por Dios, con las consiguientes posibilidades de equivocación. Se trata, repetimos, de libertad de expresión, dentro y de, la verdad, estando allí presente el Espíritu para evitar toda desviación.

b) Limitan las grandes posibilidades divinas, o sea, la acción sobrenatural del Espíritu Santo que puede inspirar y al mismo tiempo guiar y supervisar sobrenaturalmente al instrumento humano, escogido para la realización de la necesaria parte humana de la tarea: escribir en manera inteligible, en el lenguaje humano, los misterios revelados. Por eso leemos: "Y díjole Jehová: tómate un gran volumen y escribe en él EN ESTILO DE HOMBRE (o a la manera y forma o caracteres propios del hombre) ..." (Is. 8: 1).

En Isaías 30: 8, también se dice: "Ve pues ahora y escribe esta visión en una tabla delante de ellos y asiéntala en un libro, para que quede hasta el postrero día, para siempre por todos los siglos". Nótese el imperativo divino y la intención de permanencia con que Dios ordenó escribir los libros del canon bíblico. Ver además: Jer. 30: 1, 2 y 36: 1 – 4, 14 – 18; Lc. 1: 1 - 4; Hch. 1: 1, 2.

Por último citamos un versículo que puede considerarse clásico sobre el asunto en discusión, pues contiene muy rica luz sobre el tópico: En 1ª. Cor. 7: 25, leemos: "Empero de las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel". Obsérvese que, aunque el apóstol confiesa no haber recibido un mandamiento específico, con todo, en virtud de que ha alcanzado misericordia para ser fiel (declaración que salvaguarda así los derechos divinos), puede hablar con propiedad y con libertad de expresión dentro de la verdad, sobre asuntos prácticos de importancia.

Concluimos diciendo que: aceptamos plenamente la Inspiración Verbal y Plenaria de las Escrituras, pues emana de las mismas páginas de la Biblia; tanto la que refiere a las Escrituras como la Palabra de Dios en su totalidad, cuanto la que refiere a la inspiración que contempló, en ciertos casos, dar las palabras mismas y, en otros, guiar a elegirlas o controlar las elegidas por los escritores, a fin de que ningún caso incurrieran en error, ni contradicción de ninguna especie, en ningún sentido o dirección.