EL COSTO DE UN TESTIMONIO POR "TODO EL CONSEJO DE DIOS"

Por Armando Di Pardo

Mensaje publicado originalmente en la Revista "Adelphos" N° 11, Montevideo, mayo de 1979, pp. 355-367

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"Compra la verdad y no la vendas" (Proverbios 23:23.)

Con este texto, la Palabra de Dios nos introduce —a través de la figura muy familiar de comprar-vender— a la valoración de profundas lecciones espirituales.

Todo el mundo compra-vende cosas y más cosas, de poco o mucho precio, necesarias o innecesarias, generalmente perecederas; cosas que han llegado a subyugar de tal modo al espíritu del hombre en nuestra así llamada "sociedad de consumo" que han llegado a hacer de él un mero esclavo de sus propias posesiones —valga la paradoja. Pero es obvio que nuestro texto nos confronta con otros valores: La Verdad no perece. Consecuentemente, no puede ser digitada como vulgar mercancía ni sus estrados confundidos con tarifas y mostradores de mercaderes mundanos.

"¿Qué cosa es verdad?", preguntó Poncio Pilato al Señor Jesucristo, sin advertir que estaba precisamente ante Su Augusta Presencia Personal. Digamos pues que a la luz de las Santas Escrituras, La Verdad en foco comprende una trilogía unificada en una relación vital, indisoluble e indisociable, es a saber:

1. El Señor Jesús, pues El dijo: "Yo soy LA VERDAD" (Jn. 14:6).

2. El Espíritu Santo, a Quien el Señor llamó "Espíritu de VERDAD" (Un- 14:17).

3. La Palabra de Dios, como el mismo Señor lo dijo al Padre: "Tu Palabra es VERDAD" (Jn. 17:17) .

Tal La Verdad "a comprar" y a "no vender". Su "precio", pues, no tiene relación alguna con "dinero" o moneda corriente (Is. 55:1): la Gracia de Dios no se cotiza en tal mercado bursátil. El precio de La Verdad es de carácter moral: su "moneda" consiste en "sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo" ( 1 P. 2:5) .

En cada área de la experiencia cristiana rige ese costo como un principio fundamental. Veámoslo brevemente:

SALVACION, que es por pura y sola Gracia, sin embargo cada pecador debe "comprarlas" al precio de "arrepentimiento y fe" (Actos 20:21). Ese precio declara la bancarrota de todo concepto humano de bondad natural y justicia propia. El arrepentimiento humilla, quebranta y trae al pie de la Cruz al engreído "superhombre" contemporáneo que, en dolor de contricción debe clamar por Misericordia. La "fe en el Señor Jesucristo" obliga a negar toda otra idea o concepto propio o ajeno sobre el verdadero camino de salvación y trae al alma arrepentida a depositar plena y sola confianza en la persona del Redentor y en su sangre preciosa derramada por nuestros pecados; la conecta así con el Espíritu Santo para ser nacida de nuevo. Todo ello por la aceptación del mensaje que nos es dado en las Santas Escrituras. Así es como en el área de la salvación eterna, cada pecador debe "comprar la verdad y no venderla".

SANTIFICACION también tiene su precio para el renacido. En Romanos 6:22 leemos: "Librados del pecado y hechos siervos a Dios tenéis por vuestro fruto la santificación"... Ser "hechos siervos", es decir, "esclavos" a Dios: tal el precio que el Espíritu Santo requiere pagar. "Llevad mi yugo sobre vosotros" dijo el Señor. "Humillaos bajo la poderosa mano de Dios" ordena la Escritura. Todo albedrío, todo orgullo, son traídos a rendición si hemos de gustar la "vida en abundancia" en profundidad de comunión fruto y poder del Espíritu. Paguemos todo ello en buena moneda de "sacrificio vivo" (Ro. 12:1,2). "Compra la verdad y no la vendas".

FIDELIDAD, en el extremo de la línea, reclama el precio que la Verdad exige, especialmente en estos postreros tiempos de apostasías y enfriamiento de la caridad. "No os juntéis en yugo con los infieles" (2 Co. 6:14, etc.) es un mandato indiscutible que no puede ser comprometido en ninguna de sus esferas de aplicación cristiana, sea en el plano individual como en el plano eclesial. Esto implica separación de modernismos y ecumenismos y de las organizaciones que los sustentan, tanto a nivel regional, como a nivel nacional, continental y mundial. Amistades, posiciones, templos, etc., están incluidos en el precio. "Salgamos pues a Él (a Cristo) llevando Su vituperio" (He. 13:13). No se debe vender la Verdad por mantener posiciones eclesiásticas, ni por miserables monedas de plata ni platos de lentejas. "Compra la Verdad y no la vendas" ordena el Señor en Su Palabra Santísima.

Mas el precio de La Verdad incluye además el costo implicado en la doctrina Bíblica de la Unidad cristiana. Esta ha sido tergiversada por el así llamado "Movimiento Ecuménico"; ha sido comprometida por las transigencias del "Neoevangelicalismo" y el evangelismo ecuménico de tantas "cruzadas unidas"; y ha sido parcializada por el Denominacionalismo que, en su afán de perpetuar las particulares tradiciones históricas de cada confesión, perpetúa con ello mismo diferencias y discrepancias bajo un manto de "tolerancia cristiana" que permite la coexistencia de verdad y error... en nombre de la verdad, una absoluta incongruencia. Concilios de Iglesias: ecuménicos, antiecuménicos y de mitad de camino entre ambos extremos, prueban tal síndrome o estado general del eclesiasticismo contemporáneo. Cualquier creyente medianamente informado, lo sabe. Y aquí es donde el mandato de "Comprar la Verdad y no venderla" adquiere para todo cristiano que se precie de fundamental y para toda Iglesia Fundamentalista, una nueva dimensión: el costo de un Testimonio, por la Palabra y el Nombre del Señor.

Aquí es donde la Iglesia "en Philadelphia" (Ap. 3:7 a 13) es presentada como nuestro "modelo en el monte", pues su particular testimonio viene avalado por el Testimonio que el mismo Señor Jesús dio de ella al decirle: "Has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre". Mas en esa misma declaración de fidelidad queda señalado el "precio" de ella: (1) "Guardar La Palabra"; (2) "No negar el Nombre" de Cristo Jesús. ¿Y cuál es "la Palabra" a guardar? Para un creyente en las Escrituras, hay una sola respuesta a esta pregunta: "TODO EL CONSEJO DE DIOS" (Actos 20:27). Y es claro como la luz meridiana que esto no significa una parte de las verdades bíblicas. ni aun la mayor parte de ellas, sino TODO cuanto el Espíritu de Verdad nos ha dado en la Palabra de Verdad. No hay lugar aquí para parcializaciones, ni selección, ni minimización alguna: "TODO" significa precisamente eso, "TODO" el rico contenido doctrinal de las Santas Escrituras. quien osara afirmar lo contrario, sería un ignorante o un empedernido, por sincero que pudiera ser en su demanda.

No nos acuse el lector de exagerar la nota: considere antes el contexto de la protesta del apóstol Pablo a los ancianos de la Iglesia en Efeso y verá que tratamos con asuntos de extrema gravedad. En efecto, Pablo les dijo:

"Por tanto, yo os protesto el dia de hoy, que yo soy limpio de la sangre de todos: porque no he rehuido de anunciaros todo el consejo de Dios." (Hechos 20:26, 27).

¡Cuán terrible solemnidad! Volveremos sobre esto un poco más adelante. Mientras tanto, digamos aquí que los ancianos de Efeso debían necesariamente estar al tanto de lo que significaba "todo el consejo de Dios" si es que las palabras de Pablo debían ser de algún valor para ellos. Cabe aquí que nos preguntemos: ¿Cómo podríamos saber lo que aquellos hermanos tenían en mente entonces? La respuesta es: Nuestra única posibilidad consiste hoy en tratar de "espigar", por así decirlo, cuál fuese el "Consejo de Dios" que estuviere contenido en los pasajes Bíblicos que nos cuentan del ministerio de Pablo en Efeso. Y esos pasajes son:

Hechos 18:19-21; Hechos cp., 19; Hechos 20:1, 4, 15-38; 1ª Co. 15:32 y 16:8, 9; la epístola de Pablo a los Efesios; 1ª Tim. 1:3, 4; 2ª Tim. 1:16, 18 y 4:12. Como lectura adicional, la carta del Señor a la Iglesia en Efeso: Ap. 2:1-7.

Ahora bien: para espigar y obtener así el "Consejo de Dios" contenido en esos pasajes, debemos discernir, extraer y luego codificar, las doctrinas que ellos revelan. El resultado de nuestra paciente tarea, nos entregará un cuadro sorprendente de lo que hoy día solemos llamar "Teología Sistemática". ¡Nada menos! Por supuesto, va sin decir que no hallaremos las doctrinas definidas por sus nombres específicos o técnicos, ni agrupadas en el preciso orden que seguidamente damos, ni desarrolladas en forma exhaustiva; pero esas doctrinas están allí, explícita o implícitamente reveladas: a veces en varios textos, otras en un solo versículo y en ocasiones tan sólo en una parte de un versículo. Y reunidas como evidencia, ofrecen un impresionante ejemplo de lo que significa hablar de "todo el consejo de Dios". Compartimos con el lector, el resultado de nuestra codificación doctrinal. Helo aquí:

1. De la Eternidad antecedente, o de "antes de la fundación del mundo": Ef. 1:4 y 3:9, 10.

2. De la Eternidad consiguiente, o futura: Ef. 3:21.

3. De Dios, el Dios Trino. La Trinidad Ergonómica, o sea, las Personas de la Santísima Trinidad en sus funciones en el Plan de la Redención: Ef. 1:2, 3, S, 7, 10, 13, 14; 2:4-7; 10 18.

4. De Dios, como Creador, y la Creación (no "evolución", como se verá): Ef. 3:9 y 1:4b .

5. De la Deidad y Eternidad de Cristo, Hijo de Dios: Ef. 3:11, 14, 15, 19 y 4:13; comparar Ef. 6:9.

6. Del Espíritu Santo, como Una Persona (no una "influencia"): Hch. 20:28; Ef. 4:30.

7. Del Espíritu Santo, como Revelador del "Misterio de Cristo": Ef. 3:3-5.

8. De la Autoridad de las Escrituras: "la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios": Ef. 6:17.

9. Del hombre, en su estado caído, "muerto en delitos y pecados": Ef. 2:1-3.

10. De la Redención, por la "sangre" del Señor Jesús: Ef. 1:7 y 2:13; Ofrenda y sacrificio a Dios": Ef. 5:2.

11. De la Salvación, por Gracia y por Fe, "no por obras" humanas: El. 2:5-9; recibida al momento de oír y creer el mensaje del Evangelio: Ef. 1:13.

12. De las Dispensaciones, o distintas épocas o edades, del trato de Dios con los hombres en el curso de la Historia Bíblica: Ef. 1:10- 21; 2:7, 12; 3:1-9, 21.

13. De la Elección y Predestinación de los creyentes y de sus propósitos: Ef. 1:4, 5; 2:7; 3:9-11.

14. De la Experiencia Cristiana:

a) Posición del creyente según la obra consumada de Cristo: resucitado y sentado en los Cielos con Cristo Jesús": Ef. 2:SS.

b) La experiencia en la vida práctica del creyente:

15. De la Vida devocional del creyente (aplicación práctica):

a) De la Oración: "en el Espíritu": Ef. 6:18. Ejemplo dado por Pablo: oraciones con motivos espirituales profundos y no sólo por necesidades temporales: Ef. 1 16-23 y 3:14-19; comp. Ef. 2:18.

b) Las relaciones en la vida del hogar: conyugales, paternales y filiales: Ef. 5:22-24, 28, 33; 6:1-4.

c) Del testimonio del creyente en el mundo: Ef. 6:5-9 comp., vv. 21, 22; Ef. 4:1, 17-32; 5:3-17.

16. Del Amor:

a) Del Amor de Dios y de Cristo Jesús: Ef. 1:4; 2:4-7; 3:17-19; 5:2 y 6:23.

b) Del Amor del creyente al Señor: Ef. 6:24.

c) Del Amor Fraternal:

17. De la Iglesia de Cristo:

a) Su Fundamento y Piedra Angular, como un edificio espiritual: Ef. 2:20-22.

b) Su integración: las "nuevas criaturas" integran la Iglesia. La dicotomía Judío-Gentil termina en la Cruz y en la Sangre del Señor, Quien ha hecho un "nuevo hombre", morada de Dios en Espíritu: Ef. 2:11-22.

c) La Iglesia es el Cuerpo de Cristo: Ef. 1 22; 4:12, 16; 5:23.

d) Los miembros de la Iglesia son, a la vez: miembros de Cristo: Ef. 5:30; y miembros los unos de los otros: Ef. 4:25.

e) Cristo Jesús, Cabeza Unica de la Iglesia, establecida por el Padre: E:f. 1:22; 4:15; 5:23, 24.

f) Su Forma de Gobierno:

g) Su Edificación: se realiza principalmente por los ministerios básicos de evangelistas, pastores y doctores o enseñadores: Ef. 4-11, 12 edificándose en amor: Ef. 4:15, 16.

h) De su Pureza y Disciplina: Ef. 4:17 a 5:21; comp., Hch. 20:28-31.

i) De su Misión:

j) Del alcance de su Testimonio: no circunscripto a límites mundanos, sino que también testifica para "notificar la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en los cielos": Ef. 3:10, 21 (El "ecumenismo" de visión terrena-secular, es hallado falso).

k) De las Ordenanzas de la Iglesia:

l) De la Separación de apostasías y el mandato de redargüirlas. Hch. 20:29-31; 1ª Tim. 1:3, 4; Ef. 4:14 y 5:6-11; comp., Ap. 2:2, 6.

m) De la Unidad de la Iglesia:

18. De la Angelología, o de los ángeles de Dios: Ef. 3:10.

19. De la Satanología y Demonología, o de Satanás y los demonios: Ef. 2:2; 4:27; Hch. 19:13-20; Ef. 6:11, 12, 16.

20. De la Idolatría: Hch. 19:23-40; Ef. 5:3.

21. De la Escatología, o de la Venida del Señor y las Ultimas Cosas

a) De la Venida del Señor:

En Efesios 1:18, leemos: "Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos".

Esto nos conecta directamente con la Venida del Señor. pues "esperanza" apunta al futuro y ese futuro tiene que ver tanto con Cristo como con nosotros. En aquel día, Su Vocación Redentora se verá saciada, pues se conocerán "las riquezas de la gloria". El espera verlas tanto como nosotros, pues no se trata aquí de la gloria del Cielo sino de otra gloria que es de carácter Personal. Gloria que El posee en Sí mismo pero que no poseen los suyos. Por eso leemos: "Su herencia en los santos". Cuando Él venga producirá en nosotros tal estado de gloria y cuanto más gloriosos nosotros, más rica en gloria la herencia suya. ¡Bendita esperanza! Esto nos abre el sentido para entender los hechos correspondientes, que son:

b) Del Reino Venidero y el Estado Eterno de los redimidos.

"Reino de Cristo" (una referencia al reino milenial) "y de Dios" (una referencia al reino eterno): Ef. 5:5 (última cláusula!. "A El sea Gloria en la Iglesia por todas edades del siglo de los sitios": Ef. 3:21; comparar Ef. 1:21.

c) Del Castigo Eterno de los impíos.

Los "hijos de desobediencia": Ef. 2:2 son los hijos de ira": Et. 2:3. Por Ef. 5:5, vemos su fin: no tienen herencia en el reino de Cristo y de Dios; en el reino de Cristo son regidos con vara de hierro y en el reino de Dios no entran y quedan excluidos y con ello, eternamente separados de Dios.

22. De la Teología Pastoral, o de los ministros y sus labores: Ef. 4:11, 12.

a) Ancianos, obispos, pastores, apacentadores. No jerarquías, sino distintas facetas de un mismo oficio: Hch. 20:17, 28.

b) De las tareas de evangelización: Hch. 18:19-21; 19:8-10; 20:18-21; comparar 1 Co. l6:8, 9.

e) De las tareas de defensa y confirmación del Evangelio: Hch. 20:29-31; 1 Tim. 1:3, 4; 2 Tim. 4:12.

d) De la consagración a las tareas espirituales; no codiciando bienes materiales: Hch. 20:20, 21, 33-35.

e) De la fidelidad en la carrera cristiana, aun hasta el sacrificio: Hch. 20:22-24 comparar Ef. 6:19, 20.

Tal la riqueza doctrinal de los textos que tratan del ministerio de Pablo en Efeso. Adiciónese a ella, toda la enseñanza dictada personalmente por el apóstol durante sus tres años de labores allí, que seguramente suplió cuanto detalle era necesario a la sana doctrina Además, recuérdese que Pablo daba instrucciones a- las iglesias para que intercambiaran entre ellas las epístolas apostólicas (Colosenses 4:16), lo cual complementaba su instrucción. Tan amplio espectro, nos hace concluir que la expresión "TODO EL CONSEJO DE DIOS" significa: TODAS LAS DOCTRINAS DE LA PALABRA DE DIOS, SIN OMITIR NI MINIMIZAR NINGUNA.

Somos muy enfáticos en esa afirmación. Porque si el Señor Jesús, hablando de la Ley, dijo: "ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas" (Mateo 5:18), es lógico afirmar que también las jotas y los tildes de las doctrinas de la Gracia que hallamos en el Nuevo Testamento, no deben ser pasados por alto. Esto significa que aun los detalles que pudieran considerarse los más pequeños, tienen importancia en ojos de Dios y deben ser respetados por los hombres.

A la luz de cuanto antecede, se equivocan pues los hermanos que, inadvertidamente, han minimizado doctrinas por haberlas encasillado en categorías" de "fundamentales" y "secundarias" o "vitales" y "no esenciales". En las Escrituras no hallamos regla alguna que permita hacer tales "clasificaciones" comparativas. Según la Palabra de Dios, toda doctrina y todo detalle de ella. es fundamental y es vital, al propósito para el cual Dios nos la ha dado. En esto, rige la misma ley que la que rige en nuestros cuerpos: "Ni el ojo puede decir a la mano: No te he menester; ni asimismo la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros" (1ª Co. 12:21). "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina" mandó Pablo a Timoteo (1ª Tim. 4:16).

Sin embargo las tales "categorías" son moneda corriente en la opinión general y han llegado a producir un "status quo" (condición o estado imperante) de relaciones inter-iglesias que se rige por esta regla: "en lo esencial, unidad; en lo demás, libertad; en todo, caridad». Suena simpático, pero no es Bíblico, como lo veremos. En efecto: entre las doctrinas que se consideran Secundarias", o "no esenciales", figuran asuntos tan serios y graves como los del Bautismo, la Forma de Gobierno de la Iglesia y los eventos relacionados con la Venida de Cristo, para citar los más conocidos. Preguntarnos: ¿Son estos asuntos "no esenciales"? Contestamos: Son esenciales y mucho; porque en el Bautismo, se invoca EL NOMBRE del Señor y, por consiguiente, si el acto del bautismo no es correcto, se está invocando el Nombre de Dios en vano; en cuanto a la forma de Gobierno, si no es la correcta, se compromete LA AUTORIDAD DEL SEÑOR como Cabeza Unica de la Iglesia; y en cuanto a los asuntos relacionados con la Escatología, se compromete LA VENIDA DEL SEÑOR Y LA ESPERANZA DE SU IGLESIA. Tales cosas no pueden quedar libradas a aquello de "en lo demás, libertad", pues esto equivale a decir que cada uno las crea y practique como lo crea más conveniente, aunque se contradigan los unos a los otros. (!) !NO!, hermanos, eso no es Bíblico, porque tal "status quo" permite la coexistencia de verdad y error—sin riesgo alguno para el error que, indiscutiblemente, subyace protegido, dentro de las discrepancias que existen entre los mismos hermanos que, paradójicamente, confiesan que la Biblia es su única autoridad en doctrina y prácticas. Ante tal hecho, innegable, la frase de: "en lo demás, libertad", cae de lleno condenada por la sentencia apostólica que manda: "no como teniendo la libertad por cobertura de malicia" (1ª P. 2:16), como lo permite el "status quo". En cuanto a la última parte de la frase: "y en todo, caridad", buena como suena, no es Caridad Bíblica la que calla o se complace en la convivencia verdad-error, pues escrito está: "La caridad... se huelga de la verdad" (1ª Co. 13:6).

Pero hoy día, hermanos que militan en Concilios fundamentalistas, nos dicen que ellos están "por todo el consejo de Dios", sin apercibirse que en esos Concilios impera—lo sepan ellos o no—el "status quo". Sus Cartas Constitucionales, nada dicen de procurar la solución de las discrepancias doctrinales entre sus Denominaciones-Miembros. Y aún en sus "Declaraciones Doctrinales" se echa de ver, en la honrosa mención de doctrinas Bíblicas de las clasificadas como Fundamentales, que no se mencionan otras a las que se califica sí, como "igualmente Bíblicas" pero que no se incluyen, porque se sabe que aquellas Denominaciones-Miembros, discrepan sobre las mismas. Además, en la redacción de su artículo de fe sobre Escatología, hay un fuerte husmillo del método "dialéctico" (tipo Barthista o Neoortodoxo) que permite expresar una idea o una doctrina mediante una terminología de "síntesis" que a todos les viene bien... sea que la entiendan en una manera o en otra. Se lee "La Venida del Señor con poder y gloria", frase que todos aprobarían, aunque no todos creen lo mismo en cuanto a los propósitos de esa venida, que no se mencionan porque se sabe que unos creen que el Señor viene para arrebatar a Su Iglesia y otros no lo creen, y unes creen que también vendrá a establecer Su reino milenial sobre la tierra y otros no lo creen..., por lo cual lo dejan "librado" a la interpretación particular de cada confesión. ¿Es eso "estar por todo el Consejo de Dios"?

Las palabras de Pablo a los ancianos de Efeso: "Yo os protesto el día de hoy, que yo soy limpio de la sangre de todos: porque no he rehuido de anunciaros todo el consejo de Dios" (Hch. 20:26, 27), no pueden asociarse con omisiones doctrinales, ni acomodamientos, ni desinterés por corregir tales deficiencias y discrepancias, porque todas esas cosas afectan la integridad de las doctrinas que integran "todo el consejo de Dios". Y todas esas cosas, son permitidas y aún amparadas por el "status quo", en el cual, además, se tiene como "tabú" ( cosa prohibida o puesta a un lado, etc.), hablar siquiera de buscar la eliminación de las discrepancias "siguiendo la verdad en amor" ante la Biblia abierta y la cerviz y las rodillas dobladas delante del Señor.

Mirémoslo desde otro punto de vista: el del Nombre del Señor. "has guardado mi palabra y no has negado mi nombre", dijo Cristo Jesús a la Iglesia en Filadelfia (Ap. 3:8). ¿Qué de las "Denominaciones" que se aferran a sus "nombres" porque tras ellos están no sólo sus "glorias históricas» sino sus "distintivos doctrinales" que los diferencian de otros con quienes —en muchas de esas doctrinas—discrepan? ¡Ah!, se nos dice, pero sobre todo somos Cristianos. Eso parecería honrar al Nombre "que es sobre todo nombre" (Ef. 1:19-23), inclusive sobre los nombres ‘’denominacionalistas’’, pero en realidad eso les acusa más aún, porque no se puede pretender cubrirse bajo el nombre de Cristianos para mantener otros nombres que hablan de las discrepancias entre ellos. El Nombre de Cristo no puede servir de cubierta a divisiones doctrinales protegidas por otros nombres. Cristo no está dividido ni puede ser ministro de discrepancias. (1ª Co. 1:10-13). "A SU NOMBRE GLORIA" cantamos todos; pues entonces a rendir nuestros "nombres" y a someter las discrepancias doctrinales por ellos representadas, al juicio de la Verdad de la Palabra de Verdad. Eso sería, nos parece, la mejor manera de mostrar que "No negamos el Nombre", el Nombre de Cristo Jesús, pues El es la Verdad y, como lo dijo ante Pilato: "Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad Oye mi voz" (Jn. 18:37). Nosotros también debemos dar testimonio a la verdad. Seamos pues "cooperadores" a ella (3 Jn. v. 8b).

Pero hermanos dirigentes de Concilios, nos han dicho que éstos no tienen ni hombres, ni tiempo ni dinero, para ocuparse de estas cosas o para formar algún tipo de comité de estudio como el del movimiento "Fe y Orden" aunque sin la presencia de modernistas, por supuesto. Y agregan que si nosotros tenemos un sentir semejante, ellos no, de modo que a dejar tranquilos a los concilios Fundamentalistas y cada cual a lo suyo.

Hermanos: ¿es eso "estar por todo el Consejo de Dios"?, volvemos a preguntar. ¿Es que el costo de un Testimonio por la Palabra y el Nombre del Señor, debe medirse por valoraciones pragmáticas en las que se pone en la balanza, dinero y tiempo y posibilidades de individuos, o mayores o menores garantías previas de éxito? La Cruz con su mensaje de sacrificio, la Biblia que es expuesta a escándalo por nuestras discrepancias sobre doctrinas de ella, también reclaman un lugar en esa balanza y seguro que inclinan el fiel a Su favor. Mientras el "ecumenismo" usurpa y tergiversa la Unidad Cristiana, poniendo en su erróneo intento masas de dinero y de hombres que producen toneladas de literatura sumamente llena de sutil engaño, nosotros los "fundamentalistas", ¿no somos capaces de humillarnos y clamar al Dios Vivo y Verdadero para que nos provea, capacite y use en todo cuanto realmente significa la Doctrina Bíblica de la Unidad Cristiana? ¿Y nos negamos a ello mientras clamamos a voz en cuello que "estamos por todo el Consejo de Dios"? Nos parece —y duelen nuestras entrañas al decirlo— que a nuestra falta de sabiduría solemos agobiarla con nuestra falta de conciencia de responsabilidad Cristiana. Que el Señor nos aplique en esto también, los beneficios de Su Preciosa Sangre y nos capacite por Su Espíritu a servirle también en este frente del Testimonio, sin medir el costo y sin mirar otros resultados que los que emanan de la Palabra que dice: "ESCUCHEN O DEJEN DE ESCUCHAR" (Ez. 2:7).

Creemos que todos los hermanos fundamentalistas, especialmente aquello, que un día —sin medir el costo— "salimos fuera del real llevando el vituperio de Cristo" y nos apartamos de Iglesias y Denominaciones apóstatas (en nuestro caso, el 15 de Noviembre de 1935, más de 62 años ya), tenemos el deber y el privilegio de testificar este Testimonio: LA UNIDAD CRISTIANA A NIVELES BIBLICOS. Creemos que la Iglesia en Filadelfia (Ap. 3:7-13) tiene algo que enseñarnos hoy: a testificar de tal manera que el Señor pueda testificar de nosotros: "Has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre".

En esa intención y vivo anhelo, un grupo de Iglesias Cristianas Evangélicas de Argentina y Uruguay, sintieron la carga espiritual de haber recibido del Señor, "bandera que alcen por la Verdad" (Salmo 60:4). Así emergió, el 17 de Agosto de 1966, el Testimonio "Philadelphia’’ o Testimonio de Amor Fraternal. Sienten ser necesario, en orden a la Unidad Cristiana, se definan Bíblicamente su doctrina y su práctica, tanto en lo espiritual, como en lo doctrinal, como en lo que se relaciona con la cooperación y comunión intereclesial, de todos los hermanos fundamentales en la fe que están sobre la tierra, en días ya cercanos a la preciosa venida del Señor "por" Su Iglesia, Una y Unica, "la cual ganó por su sangre", como leemos en Hechos 20:28.

Creemos que los creyentes debemos vivir en la santa expectación de la venida del Señor—sentir que es general en todos los hermanos creyentes Bíblicos a través del mundo— y debemos velar la vigilia y prepararnos para el arrebatamiento. Creemos que nuestras iglesias deben testificar un testimonio pleno tal como nos es mostrado por el Señor en Su Palabra, especialmente en su carta a la Iglesia en Filadelfia (Ap. 3:7-13) y que es necesario se mantengan fieles a su cometido para no perder el galardón completo que el Señor quiere darles.

Creemos que los Concilios de Iglesias creyentes en la Biblia, deben crear un capítulo para que trate, por la aplicación del método Bíblico de restauración de la unidad doctrinal, la eliminación de las discrepancias en doctrina y prácticas entre los hijos de Dios.

Creemos que el tiempo que nos queda es corto: las señales de los tiempos tiñen de arreboles las cumbres proféticas de la Palabra de Dios; urge pues la evangelización de las almas, la santificación de los creyentes v la fidelidad de los santos.

El Testimonio "Philadelphia" (Amor Fraternal) no es una "organización", es simplemente un Testimonio. No está gobernado por comisiones directivas. Quien lo comprenda, lo da en su lugar de residencia. Conferencias proféticas, jornadas espirituales, congresos, encuentros de obreros, se realizan en distintos países sobre bases absolutamente libres, voluntarias, según el Señor está guiando y moviéndose entre muchos santos y humildes hermanos.

Creemos que ahondar en la enseñanza de la Palabra de Dios sobre la doctrina de la separación y sobre la doctrina de la unidad, es un imperativo del Señor y no una opción.

Un Testimonio de esta naturaleza, tiene su precio, que nos parece bien expresado en las demandas santas que claman: "¡AL SEÑOR, EN PLENA SUMISION!, ¡A LA BIBLIA, EN PLENO ACATAMIENTO!" "Juntadme mis santos; los que hicieron conmigo pacto con sacrificio", leemos en el Salmo 50, verso 5.

"COMPRA LA VERDAD Y NO LA VENDAS" (Prov. 23:23), no permite alternativas y obliga a la Fidelidad. ¿Estaremos dispuestos a pagar el precio?

TAL EL COSTO, HERMANOS, EL COSTO DE UN TESTIMONIO "POR TODO EL CONSEJO DE DIOS" (Hch. 20:26, 27).