BASE BIBLICA DEL TESTIMONIO "PHILADELPHIA" (AMOR FRATERNAL)
por Armando Di Pardo
�
Copyright 2002, Adelphia.
Gral.
E. Mart�nez 889, (C1426BBM) Buenos Aires, Argentina. www.philadelphos.org
INDICE
I. La Palabra de Dios requiere la existencia del Testimonio "PHILADELPHIA"
II. Nombre del Testimonio; prop�sitos y m�todo para lograrlos
III. El Esp�ritu Santo ha despertado y puesto en marcha al Testimonio "Philadelphia"
"Y escribe al �ngel de la iglesia en
FILADELFIA: Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus
obras: he aqu�, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede
cerrar; porque tienes un poco de potencia, y has guardado mi palabra, y no has
negado mi nombre..."(Ap.3:7-8)
Hermanos: Al
declarar solemnemente que el Testimonio "PHILADELPHIA" tiene
Base B�blica, no s�lo significamos que lo que el testimonio dice es B�blico,
sino que vamos m�s profundo para aseverar:
1.
La Palabra de Dios requiere la existencia del
Testimonio "PHILADELPHIA"; se�ala el tiempo de la
historia en el cual debe ser dado, e indica las causas por las cuales
testificar�.
2.
Establece su nombre y prop�sitos, y da el m�todo para
alcanzarlos.
A
tales piadosas consideraciones somos requeridos. La regla para ello ser�:
"Sola Scriptura" y nos la se�alan aquellos nobles hermanos de Berea,
que "recibieron la palabra con toda solicitud, escudri�ando cada d�a
las Escrituras, si estas cosas eran as�". (Hechos 17:10,11) .
Hag�moslo tambi�n nosotros.
1.
La Palabra de Dios requiere la existencia del Testimonio
"PHILADELPHIA" (Amor Fraternal); se�ala el tiempo de su aparici�n, e
indica las causas por las cuales testificar�.
En
Ap.3:8, el Se�or Jesucristo, dice a la Iglesia en Filadelfia: "has
guardado mi palabra y no has negado mi nombre..."
Aunque
dirigidas a una determinada Iglesia local, esas palabras poseen la fuerza de un
principio fundamental v�lido para toda Asamblea de Cristianos en
todos los tiempos. Ese Principio es: guardar la Palabra y no negar el
Nombre del Se�or.
Confirm�moslo con otras Escrituras. En Juan 14:23,
leemos: "El
que me ama mi Palabra guardar�". Y en
Mateo 10:32,33: "Y
cualquiera que me confesare delante de los hombres, le confesar�... delante de
mi Padre... y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negar� yo
tambi�n delante de mi Padre que est� en los cielos" (comp. Ro.10:9,10;
2�Ti.2:12).
Tales declaraciones del Se�or, anteriores en alrededor de 60 a�os en el
tiempo a la de Apocalipsis 3:8, son definitorias e indican:
a)
Que el mismo Se�or estableci� el Principio y luego
confirm� su vigencia y reconoci� su cumplimiento en aquella peque�a Iglesia
local de fines del Siglo I, existente en la ciudad del Asia Proconsular llamada
"Philadelphia". Por lo tanto, ninguna ex�gesis puede ignorar que la
expresa Voluntad del Se�or es que se guarde Su Palabra y se confiese Su Nombre.
Luego: ese Principio, establecido por el mismo Se�or, vale hoy como ayer: guarda
mi Palabra y no niegues mi Nombre, dice el Se�or.
b)
Que la vigencia de ese Principio Fundamental,
requiere la presencia de grupos identificables, en los cuales se evidencia el
Principio mismo.
En
el Nuevo Testamento
Hallamos testimonio de la presencia de esos grupos
durante el Siglo I. As� leemos que desde el principio de la Edad de la Iglesia,
los disc�pulos "perseveraban
en la doctrina de los ap�stoles... alabando a Dios y teniendo gracia con todo
el pueblo"
(Hechos 2:42-47). Leemos de la reuni�n conjunta de car�cter internacional
para restaurar la unidad de la doctrina y testimonio amenazada por el legalismo
(Hechos 15:1-31). De Efeso leemos que el Ap�stol les dio "todo el consejo de
Dios" (Hechos 20:27) previniendo a los Ancianos respecto de la futura
aparici�n de perturbadores y lobos rapaces (v.28-30). En 2�Juan 4, leemos: "Mucho me he gozado
porque he hallado que tus hijos andan en verdad, como nosotros hemos recibido
el mandamiento del Padre". En 3�Juan vs. 3 y 4, leemos: "Ciertamente me goc� mucho
cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, as� como t�
andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que �ste, el o�r que mis hijos andan
en la verdad". De la
Iglesia en SMIRNA, s�lo leemos aprobaci�n del Se�or (Ap.2:8-11). De FILADELFIA,
leemos del expreso reconocimiento del Principio en labios del mismo Se�or
(Ap.3:8-11). Adem�s, las Ep�stolas fueron escritas para la ense�anza y
preservaci�n del Principio (Fil.1:27-30; Col. 4:12; 2�Tes.2:15-17) y de la
reprobaci�n de los transgresores (Rom.16:17,18; 1�Co.11:19; G�l.1:6-9, 5:1-12;
Ef.5:11; Col.2:8; 2�Ts.2:6; 2�Ti.4:3-5;Tito 3:10,11; Stgo.4:4; 2�P.2:1-3;
2�Jn.9-11; 3�Jn.9-11; Jud.3,4,19). Y leemos que Evangelistas Misioneros fueron
puestos en Efeso y en Creta para que el Principio fuera preservado (1�Ti.1:3;
3:16; 2�Ti.2:1,2; Tito 1:5-11, 2:1,7-13 ).
El
correr de los Siglos
Los
registros y el veredicto de la Historia Eclesi�stica, cuentan de los desv�os y
los esfuerzos por corregirlos que no siempre tuvieron �xito. Los llamados
"Concilios", que a veces transitaron la buena senda en la
desaprobaci�n de los errores, lamentablemente en otras cayeron ellos mismos en
errores. Se fueron estableciendo escuelas y corrientes teol�gicas y
eclesi�sticas en conflicto, que finalmente dieron origen a distintos Cuerpos y
Organizaciones. Para abreviar focalizaremos esas corrientes, mencionando
ciertos desarrollos a trav�s de la Historia, de errores peculiares de las
Iglesias en Efeso, P�rgamo, Tiatira, Sardis, y Laodicea, y ciertos desarrollos
de virtudes encomiables en Efeso, Smirna y Filadelfia. (Algunos de los
conceptos siguientes, los tomamos del libro "Notas Sobre El
Apocalipsis" del Dr. H.A. Ironside; y de Notas De La Biblia Scofield, del
Dr. C.I. Scofield, de la edici�n original en Ingl�s).
Efeso
Efeso
significa "Deseable", lo que se�ala la pr�stina pureza y fidelidad de
la Iglesia primitiva. La p�rdida del primer amor en Efeso (Ap.2:4), ha
desarrollado hist�ricamente en el enfriamiento de la caridad de la mayor�a
(comp. Mt.24:12); a�n en muchos que, como Efeso, pueden ostentar fidelidad en
muchas �reas de doctrina ortodoxa y de reprobaci�n de la heterodoxia.
Fundamentalista en su creencias, Efeso fall� en la real manifestaci�n del amor
primero y cay�. Lo triste es que a pesar de la amonestaci�n del Se�or, su
candelero, su Testimonio, finalmente fue quitado de su lugar. La lecci�n nos
viene muy clara: "GUARDAR LA PALABRA" significa m�s que adhesi�n a un
credo y a�n ciertas obras ortodoxas: se demuestra y vale en ojos del Se�or,
tanto por la sana doctrina como por la manifestaci�n del fruto del Esp�ritu
Santo en la vida y testimonio de los suyos. El amor al Se�or y a Su Palabra, a
Su Persona y Obra, a Su Venida; el Amor de Dios derramado en el coraz�n por el
Esp�ritu Santo; el Amor fraternal entre el pueblo de Dios; y el amor a las
almas: son marcas que el Se�or encarece, sin las cuales el Testimonio ser�a
hallado falto, pobre en autenticidad espiritual o �en extremos� a�n carente de
�sta.
Smirna
(Ap.2:8-11)
Smirna
("Mirra") representa la Iglesia bajo persecuci�n y martirio,
machacada cual la "mirra" para dar su suave olor. Durante dos Siglos,
las Iglesias sufrieron 10 edictos de persecuci�n romana pagana, desde Ner�n
hasta Dioclesiano, "s� fiel hasta la muerte", dice all�
el Se�or. A tal precio llega el costo de guardar la palabra y no negar el
nombre; all� tambi�n se cumple "has guardado la palabra de
mi paciencia" (Ap.3:10). Santo ejemplo de m�rtires, de los cuales
el mundo no era digno (He.11:38), brotando del amor del coraz�n derramado en la
abundancia de testimonio y efusi�n de sangre generosa. Pero "la
sangre de los m�rtires es la semilla de la Iglesia" (S. Agust�n).
Pergamo
y Tiatira
Sus
errores se desarrollaron en el sistema eclesi�stico del Romanismo; y los de SARDIS
y LAODICEA, en el Protestantismo formalista y ap�stata con sus
"modernismos" y "ecumenismos". Veamos un poco en detalle
estos hechos: PERGAMO (Ap.2:12-17), significando "ENLACE"
y "ELEVACI�N", simboliza la uni�n de la Iglesia y Estado en
sentido de poder pol�tico, lo cual ocurri� desde el a�o 312 con la as� llamada
"conversi�n" del Emperador Constantino. Luego de la muerte de
Dioclesiano y Galerio, Constantino y Maxencio contendieron por el trono del
Imperio. Se dice que Constantino tuvo una visi�n de una cruz de fuego y que oy�
una voz que dec�a: "EN ESTE SIGNO VENCE". Entonces
llam� a Obispos Cristianos, acept� la nueva doctrina y se declar� ser su
"patr�n" se�alado por Dios. Gan� la batalla contra Maxencio y
conquist� el trono. Uno de sus primeros actos fue libertar a los Cristianos y
cesar toda persecuci�n. Concedi� grandes honores a los obispos que se sentaron
sobre tronos con los nobles del Imperio. Tal cosa hizo que la verdad de la
venida del Se�or fuera abandonada pues se cre�a que ya la Iglesia estaba
reinando. As� sigui�se hasta la Reforma (Siglo XVI) en que la luz volvi� a
brillar. Junto con Poder Pol�tico, deriv� Poder Jer�rquico "Los hechos y
la doctrina de los Nicola�tas" (de Nicolaos: "regidores de las
gentes"). El llamado "clero", viene de all�. Adem�s, leemos de
la "doctrina de Balaam" (comp. N�m.25:1-9) que ense�� a poner
tropiezo: "fornicaci�n", que, entendida espiritualmente, es la
mezcla de Iglesia y Mundo: Cristianismo y Paganismo. Vemos esto, a�n m�s
declarado en "TIATIRA" (Ap.2:18-29), nombre dif�cil de
traducir, pues proviene de dos palabras: una significando "un
sacrificio" y la otra significando "continuamente", as� que
sugiere "CONTINUO SACRIFICIO", una alusi�n muy notable
al llamado "sacrificio de la misa". Fue adem�s en el Siglo VII que el
obispo de Roma fue reconocido como "vicario de Cristo" y "cabeza
visible de la Iglesia". Leemos adem�s, que Jezabel (que significa
"intacta") es nombrada, y esto nos recuerda a la imp�a mujer del Rey
Achab que busc� la s�ntesis Juda�smo-Fenicia, una mezcla sincretista. Que todo
esto se�ala a Roma es obvio y hace actuales las palabras de A.J. GORDON:
"El Romanismo hizo de sus sacramentos una red para recoger naciones
enteras de un golpe y encerrarlas en la Iglesia; y el resultado de sus misiones
ha sido que al cristianizar a los paganos, ha vuelto pagano al
Cristianismo". (Del libro "El Espiritu Santo en las Misiones",
pag.26).
Y
en nada cambia la situaci�n, el tan decantado "aggiornamento" del
ecumenismo Neo-Romanista surgido del Concilio Vaticano II, pues su
"acercamiento" a lo B�blico es pura apariencia, ya que los
tradicionales "dogmas" y "sacramentos" no B�blicos, quedan
confesados como intocables. Adem�s, su "ecumenismo" tiene el
invariable signo de "vuelta a Roma"...
Sardis
Significa
un "Residuo" y representa a la incompleta Reforma del siglo XVI, as�
leemos que el Se�or "no hall� sus obras perfectas delante de Dios"
(Ap.3:2). Tales obras imperfectas, juntamente con otros errores posteriores han
desarrollado en las distintas variantes de "modernismo" que han
minado las mismas bases de sus cuerpos denominacionales a trav�s de aquellos
que tienen nombre que viven y est�n muertos (3:1) lo cual marcha
al lado de la falsa profesi�n de LAODICEA ("los derechos de
las gentes"), carente de la vida del Esp�ritu Santo (3:17). Adem�s, esos
"modernismos" o apostas�as doctrinales y �ticas, han desarrollado
conceptos "ecum�nicos" que por una parte marchan hacia Roma y por la
otra hacia el mundo, canalizados en corrientes de tipo
"neo-Universalistas" que hacen de actualidad estas otras expresiones
del ya citado A.J. GORDON:
"El
racionalismo, con su dicho de que la Iglesia es coextensiva con la raza humana,
ha repudiado pr�cticamente la Gran Comisi�n, sacando por conclusi�n l�gica que
es tarea superflua procurar meter en el redil a los que no est�n realmente
fuera de �l". (Obra citada, P�g.26) .
Y
nadie piense que exageramos, pues la filosof�a sincretista y el
neouniversalismo han sido tan conspicuos dentro del conglomerado del Concilio
Mundial de Iglesias, que, en Marzo del a�o 1970, provoc� la reacci�n de un ala
evang�lica desde Frankfurt, Alemania, canalizada en una Declaraci�n que
denuncia tales tendencias y se pronuncia por un Evangelismo B�blico como la
Misi�n de la Iglesia. Lamentablemente, en la "Declaraci�n Frankfurt"
no ha sido contemplada la obediencia a la doctrina B�blica de la separaci�n de
las apostas�as, y sus redactores a�n quedaron all�. Quiera el Se�or que sus
ojos sean abiertos plenamente. Por nuestra parte, estamos estableciendo
contactos con los l�deres de esa reacci�n, desde nuestra Oficina en los Estados
Unidos.
�Y
qu� de las virtudes de "Philadelphia"? (Ap.5:7-13). �No han de tener
ninguna proyecci�n ni identidad reconocible en estos postreros tiempos?
La
respuesta es: SI! Porque escrito est� que el Se�or "no se dej� a s� mismo
sin testimonio" (Hechos 14:17 ). Y tambi�n est� escrito: "Has dado a los que te
temen bandera que alcen por la verdad" (Salmo 60:4). Y adem�s
"Juntadme
mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio" (Salmo 50:5 ). Ve�moslo.
Quienes,
en qu� tiempo y en qu� forma representan "FILADELFIA";
y por cu�les causas testificar�n?
Estas
preguntas requieren tratamiento en detalle.
a)
Qui�nes, en qu� tiempo de la Historia y en qu� forma representan
"Philadelphia"
En
Ap.3:10, leemos: "Porque has guardado la palabra de mi paciencia, yo tambi�n te
guardar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el mundo
(oikoumene), para probar a los que moran en la tierra (geo)".
Esta
escritura contiene una notable revelaci�n, que debiera ser muy clara para
cuantos tienen la vista Dispensacional de la Palabra de Dios; y que expresamos
as�:
"PHILADELPHIA", identifica a un n�mero de
creyentes, quienes, por el car�cter de la palabra que guardan "la
palabra de mi paciencia", y de la promesa que reciben por ello "te
librar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el mundo": necesariamente
incluye m�s que a los miembros renacidos de una sola Iglesia local.
Porque:
tanto la "palabra de mi paciencia" como la Promesa
"te librar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el
mundo...", refieren directamente a la Venida del Se�or para
arrebatar a SU Iglesia antes de la Tribulaci�n.
Y
"SU IGLESIA", no se integra solamente con los renacidos
de una particular Iglesia local, sino con TODOS los renacidos a
trav�s de la Historia de la Iglesia, junto con los miembros renacidos de TODAS
LAS IGLESIAS LOCALES que existan sobre la faz de la tierra, en el
preciso momento de Su Venida "por" ellos. (V�ase Jn.14:1-3; 1�Co.15:23, 51; 58; 1�Ts.1:9,10, 4:13-18,
5:9; 2�Ts.2:1-12).
Tres
hechos se nos hacen ahora muy claros:
Primero. Si el
Se�or prometi� a aquella particular Iglesia en "FILADELFIA",
librarla de la Tribulaci�n, luego, esa Iglesia deber� estar en alguna manera
presente sobre la tierra en el momento del cumplimiento de la Promesa.
Segundo. Ese
momento, l�gicamente, acaecer� durante el tiempo previo a la Tribulaci�n, o
sea, durante el tiempo previo al arrebatamiento de la Iglesia. Y si las
"se�ales de los tiempos" nos dicen que �sta es la �poca de la
Historia que marcha a ritmo acelerado hacia esos desenlaces, luego: este
es el tiempo en que "Filadelfia" debe estar presente sobre la tierra.
Tercero. Pero: �en
qu� forma lo estar�? Pues como esa "presencia" no puede
recaer sobre las mismas personas de aquella "Filadelfia" del Siglo I
las cuales est�n con el Se�or, de necesidad se sigue que esa
"presencia" deber� asumir otra forma.- �Y CUAL FORMA? La �nica
respuesta l�gica es: otros la representar�n, otros renacidos, miembros de
todas las iglesias locales que dar�n el mismo Testimonio de aquella primera
"Filadelfia": guardar la Palabra, no negar el Nombre del Se�or,
guardar la palabra de su paciencia. Y necesariamente, esa forma ser� la forma
de un Testimonio!
Considerada
desde esta luz, aquella primera "Filadelfia" hist�rica, adquiere el
car�cter de un tipo, representativo y prof�tico, de la aparici�n en estos
postreros d�as de Iglesias locales fieles en la fe, que, unidas en la comuni�n
del Esp�ritu, testificar�n, sin parcializaciones ni omisiones, por
la Palabra y el Nombre del Se�or, en el tiempo previo al arrebatamiento, frente
a las ap�statas "Sardis" y "Laodicea" que junto con
"P�rgamo y Tiatira" marchan irremisiblemente desarroll�ndose en la
Babilonia que sufrir� en la Gran Tribulaci�n.
Como
lo dijera el Dr. C.I. SCOFIELD: "Filadelfia representa a
todos aquellos que dan un claro Testimonio de la Palabra y el Nombre, en un
tiempo descripto por Laodicea y que se caracteriza por la satisfacci�n propia
en aquella forma de profesi�n religiosa que no pasa de ser externa". (Nota
original sobre Ap.1:20, tomada de la Biblia Scofield Edici�n Inglesa Original y
Versi�n Castellana).
b)
Por cu�les causas testificar�n?
Si
penetramos inductiva y subjetivamente la expresi�n del Se�or: "has
guardado la palabra de mi paciencia", discerniremos que la
"paciencia" del Se�or tiene vigencia en dos �reas: (1) en permitir
que Su Iglesia soporte las condiciones de un mundo hostil (Jn.16:33 ); y (2) en
la espera "por" Su Iglesia durante los siglos y experiencias
necesarios para su formaci�n y completamiento hasta el d�a y hora determinados
por el Padre para que El la tome a S� mismo, present�ndosela gloriosa para S�,
UNA Iglesia santa y sin mancha (V�ase Ef.5:27; 1�Ts.3:10; 2� Ts.3:5; comp. He.
10:36,37 y Stgo.5:7,8; 2�P.3:4,9; Mt.24:36,42).
Esa
long�nime tolerancia y paciente espera del Se�or, as� como la de los que son
del Se�or, y que incluye la formaci�n, completamiento y manifestaci�n de la
Iglesia, abarca por lo tanto, la consumaci�n de todo el "misterio de
Cristo" (Ef.3:1-12), para cuya develaci�n y claro entendimiento concurre
todo el Cuerpo B�blico Doctrinal, ya que el misterio de la Iglesia se remonta a
la elecci�n en Cristo desde antes de la fundaci�n del mundo (Ef.1) y se
extiende hasta las �ltimas cosas, (1�Co.15:23,24). Por lo tanto: tiene que ver
con hechos relacionados a la Teolog�a, Cosmolog�a, Angelolog�a, Cosmogon�a,
Antropolog�a, Hamartiolog�a, Soteriolog�a, Evangelolog�a, Pneumatolog�a,
Eclesiolog�a y Escatolog�a; lo cual equivale a decir: "todo el
consejo de Dios", tal como nos ha sido dado por el Esp�ritu Santo en las
Santas Escrituras!
c)
Pregunt�monos ahora: �Est�n dando ese Testimonio, las Organizaciones,
Convenciones, Comuniones y Concilios de Iglesias Fundamentalistas?
L�gicamente,
cabr�a suponer que todos los creyentes renacidos, los que se distinguen a s�
mismos como fundamentales en la fe, los que creen y guardan la Palabra de Dios,
que confiesan Su Nombre y aman y esperan Su Venida, debieran estar dando ese
Testimonio.
Pero
realmente, deploramos decir que no es as�. Porque no todos los
que integran esa hueste de Cristianos fundamentales en la fe, han tomado
conciencia de estos hechos. Por ejemplo: algunos se hallan a�n envueltos en
Iglesias , Denominaciones y Concilios modernistas-ecum�nicos, sin la visi�n ni
el coraje para obedecer el mandamiento B�blico de no juntarse en yugo con los
infieles (2�Co.6:14-18). Y muchos otros que por la gracia de Dios han sido
fieles en el testimonio de la Doctrina B�blica de la separaci�n de las
apostas�as, son tristemente hallados faltos en el discernimiento y obediencia
de la Doctrina B�blica de la Unidad Cristiana, por lo cual no est�n
representando genuinamente a "FILADELFIA".
Es
por esto �ltimo, que la mayor�a de las Iglesias Fundamentalistas, que debieran
dar el Testimonio "Filadelfia" en integridad, se presentan en ojos
del Se�or y de los hombres como un complejo eclesi�stico de Iglesias
"Denominacionalistas" e Iglesias "No-Denominacionalistas" o
Independientes, que est�n a la vez, unidas y desunidas entre s�.
Unidas en el Esp�ritu y en su fe en las doctrinas as� llamadas
"Fundamentales", pero desunidas y a�n divididas por sus discrepancias
en muchas Doctrinas y Pr�cticas B�blicas.
En
efecto: el Fundamentalismo, ese santo movimiento levantado desde principios de
Siglo como reacci�n ante el "modernismo" y su posterior derivado el
"ecumenismo", se ha desarrollado en corrientes de interpretaci�n
teol�gica y comuniones y concilios eclesi�sticos, que han omitido reconocer el
hecho que: "guardar la Palabra" no puede verse cumplido
enfatizando solamente los as� llamados "FUNDAMENTALES DE LA FE",
porque tal cosa, expl�cita o impl�cita pero irremisiblemente, minimiza, divide
y omite partes, del "Consejo de Dios".
Como
lo dij�ramos en la Convenci�n de Iglesias Fundamentales en Lymerlk, Penna,
U.S.A., las presentes condiciones hist�ricas de la Iglesia, requieren que el
Testimonio "Philadelphia" sea dado en plenitud y no parcializado o
restringido a un n�mero predeterminado de doctrinas s� y doctrinas no. Tal
hecho, adem�s de no cumplir el Principio de "guarda mi Palabra",
incurre en las siguientes defecciones:
1.
Afecta la Autoridad de las Sagradas Escrituras, porque las mismas
Denominaciones Fundamentales que un�nimemente la confiesan, mantienen al mismo
tiempo sus interdiscrepancias en doctrinas y pr�cticas que cada grupo proclama
como "B�blicas" lo cual, impl�citamente, declara "NO
B�BLICAS" a las de los otros.
2.
Afecta la Doctrina B�blica de la Iglesia, porque el esp�ritu
"Denominacionalista" se opone al hecho de que la Iglesia del Nuevo
Testamento es No-Denominacional.
3.
Afecta la Doctrina B�blica de la Unidad Cristiana, porque los mismos
renacidos, que poseen y proclaman la Unidad del Esp�ritu, se contentan en
quedar reconocidos con ello y en cuanto a la Unidad en la Palabra, se limitan a
los llamados "Fundamentales" sin ninguna otra preocupaci�n por
completar su Unidad en las dem�s doctrinas y pr�cticas B�blicas. Tal actitud,
invalida la lecci�n que nos es dada en Hechos 15:1-31.
4.
Afecta la Testimonio Cristiano, pues la Predicaci�n, la Ense�anza y a�n
la Esperanza de la Iglesia, son dispares al estar las doctrinas y pr�cticas de
un grupo en conflicto con las de otros grupos. Y esto es causa de esc�ndalo
ante los incr�dulos.
Hermanos:
es axiom�tico que si alguna Doctrina B�blica es afectada, el Cuerpo entero de
Doctrinas B�blicas lo es, dada la Unidad interdoctrinas de la Palabra de Dios,
una de las pruebas de su Inspiraci�n. Recordemos, por analog�a, la expresi�n
Paulina: "...si
un miembro padece, todos los miembros a una se duelen..." (1�Co.12:26).
Parcializar
u omitir doctrinas, parcializa proporcionalmente al Testimonio. Por lo tanto, o
se corrige tal cosa, o caso contrario los mismos que debieran dar el Testimonio
peculiar y propio de la Iglesia en "Filadelfia", har�n que �sta sea
hallada falta como Sardis con sus "obras no perfectas delante de
Dios" y por ende, careciendo de genuina identificaci�n en sentido B�blico.
Dar tan s�lo una parte, como si fuera el todo del Testimonio de la Palabra,
haciendo tal cosa "en el Nombre del Se�or", es obviamente
contradictorio, antit�tico.
Reiteramos: "guardar
la Palabra " y "no negar el Nombre del Se�or",
exigen que el Testimonio debe ser dado no s�lo "EN PARTE" o
"POR UNA PARTE" y ni a�n "POR LA MAYOR PARTE",
sino por "TODO EL CONSEJO DE DIOS". La declaraci�n de
Pablo, que dej� a los ancianos de Efeso sin excusa, fue "no he rehuido de
anunciaros todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27).
Y
producido el Nuevo Testamento y completado con ello el canon de las Escrituras,
testificar por "todo el Consejo de Dios" significa para
nosotros, dar claro testimonio por todo el contenido doctrinal de la
Palabra de Dios!
Confirm�moslo
a�n, examinando otro texto, que aporta evidencia colateral a esa aseveraci�n.
En Ap.22:16, leemos: "Yo Jes�s, he enviado mi �ngel para dar testimonio de estas cosas
en las iglesias".
En
este solo vers�culo, la Palabra del Se�or no da los cinco elementos
constitutivos de un Testimonio B�blico completo. Estos son:
1.
LA INICIATIVA DE LA ACCION;
2.
EL INSTRUMENTO DEL SE�OR;
3.
LA ACCION MISMA;
4.
EL CAR�CTER O CONTENIDO DE LA ACCION; Y
5.
LOS DESTINATARIOS.
Examin�moslos
brevemente.
1. La
iniciativa de la Acci�n es del Se�or mismo: "Yo Jes�s he enviado".
Esta
es la �nica vez en el libro de Apocalipsis en que el Se�or se llama a S� Mismo
con Su Nombre "Jes�s", lo cual es sintom�tico. Jes�s,
como es sabido, deriva del Hebreo "Jehoshua" o de su
forma abreviada "Joshua", en castellano "Josu�"
(He.4:8) y significa (la) Salvaci�n de Jehov� o Jehov� (el) Salvador.
O sea, es el nombre asociado con el Se�or en orden a "salvar a su
pueblo de sus pecados" (Mt.1:21). Tiene, pues, especial referencia
a la encarnaci�n as� como a su humillaci�n y obediencia hasta la muerte
(Fil.2:8); y tal entendimiento nos sugiere que el Testimonio debe glorificar a
Jesucristo y a Su Obra. Tambi�n leemos "he enviado",
del griego "Pempo" (enviar), que es una palabra muy
singular en el original, pues indica que el Enviador acompa�a al enviado (comp.
Luc.7:6: "Y Jes�s fue con ellos").
2. El
Instrumento, es llamado "mi �ngel", del griego "angelos",
significando "un mensajero". Y as� como Juan en el
�ngel o mensajero por el cual el Se�or nos ha dado el libro de Apocalipsis a
nosotros, luego por implicaci�n, todo aquel que recibe una carga del Esp�ritu
Santo para dar un testimonio del Se�or, es tambi�n "Su" Angel o
mensajero
3. "Para
dar testimonio", leemos seguidamente. Aqu� se define la Acci�n
misma, como la Acci�n de testificar, o dar testimonio.
Esto es obvio.
4. "De
estas cosas", dice el Se�or luego, lo que nos da el car�cter y
contenido del Testimonio. Y tal expresi�n en ning�n sentido es limitativa a
ciertas cosas s� y ciertas otras cosas no, sino que incluye todas las
cosas, en este caso particular, del Apocalipsis. Y surge espont�nea la
compresi�n de que si la expresi�n "estas cosas" en
relaci�n con el libro de Apocalipsis abarca todo el contenido del
libro: luego, la expresi�n "todo el consejo de Dios"
abarca todo el contenido doctrinal de las Santas Escrituras.
5.
Finalmente leemos: "en las iglesias". Esto nos da los destinatarios
espec�ficos, expl�citamente definidos sin otra distinci�n que esta: "las
iglesias". Con ello, el Se�or define el Testimonio como no-denominacional
y se�ala que su difusi�n no puede estar limitada a ninguna jurisdicci�n.
Concurre a confirmarlo, la repetida expresi�n que hallamos en Ap. 2 versos 7,
11, 17 y 28 y Ap. 3 versos 6, 13 y 22, que leen: "el que tiene o�do,
oiga lo que el Esp�ritu dice a las iglesias", lo cual indica que
aunque las cartas del Se�or estaban dirigidas a Iglesias locales definidas, sin
embargo, el mensaje dirigido a una debe ser conocido por las otras, o sea: el
Testimonio debe ser difundido inter-iglesias.
Adem�s,
dado el hecho de que han quedado perpetuadas en las Santas Escrituras,
inferimos que su difusi�n y conocimiento no reconoce limitaci�n alguna y tiene
alcance mundial!
Que
todo esto plantea la urgente necesidad de que el TESTIMONIO
"PHILADELPHIA" (AMOR FRATERNAL), pleno y claro, sea dado, nos
es ya por dem�s evidente. Pero veamos a�n m�s, de lo estatuido por la Palabra
de Dios.
II.
Nombre del Testimonio; prop�sitos y m�todo para lograrlos
El
Nombre
Obviamente el Nombre de "PHILADELPHIA",
esa palabra griega que significa "Amor Hermanable" o "Amor
Fraternal".
A
la raz�n de identificaci�n de la necesaria presencia, que ya hemos discernido,
se une ahora esta otra: la del significado y sentido definitorio de esa
palabra:
"Amor
Hermanable", "Amor Fraternal", nos
indica que la acci�n testificante, no tiene motivaciones bastardas, ni
presuntuosas, ni de orgullo carnal o espiritual. Emana, sat�rase y act�a en,
con y por "Amor Fraternal", que es una de las preciosas
manifestaciones del "Amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu
Santo que nos es dado" (Ro.5:5; Gal.5:22). El "Amor
Fraternal" es la manifestaci�n de car�cter familiar del Amor de
Dios; es Su Amor verti�ndose en el seno de la Hermandad, que proviene de la
Paternidad de Dios sobre la Hermandad de Cristo y que de El deriv�. Hermandad
que El Se�or mismo, por Su Esp�ritu que estaba en los profetas (1�P.1:11,12)
luego de prenunciar los padecimientos de la Cruz por los cuales llegar�a a esa
Hermandad (Salmo 21:1-21), brot� de su Victoria y profetiz�: "anunciar� a mis
hermanos tu nombre; en medio de la congregaci�n te alabar�"
(Sal.22:22). Hermandad que brot� espont�nea de su coraz�n
resucitado cuando dijo a la Magdalena: "...ve a mis hermanos y
diles: subo a mi Padre y a vuestro Padre: a mi Dios y a vuestro Dios" (Jn. 20:17,18).
Amor
que proviene de la Eterna Fuente (Jer.31:3), que se acrisola en el sacrificio
vicario sobre la Cruz para descender luego en las lenguas �gneas del
Pentecost�s (Hechos 2) verti�ndose y ardiendo en los corazones de los santos,
quienes son exhortados a mostrarlo (2�P.1:5-7) no espor�dica sino
permanentemente como est� escrito: "permanezca el amor fraternal"
(He.13:1); amor que debe saturar toda nuestra vida y conducta (1�Co.16:14 ).
Prop�sitos
y M�todo para llegar a la Meta.
En
el nombre "PHILADELPHIA" (AMOR FRATERNAL), se hallan
igualmente contenidos los Prop�sitos del Testimonio, el derrotero a seguir y el
M�todo para alcanzar el blanco.
a)
Prop�sitos.
El
amor, para ser consecuente consigo mismo, debe cumplir su vocaci�n santa de ser
"el v�nculo de la perfecci�n", como leemos en Col.3:14.
Por
tal raz�n, jam�s podr� ser "el v�nculo de la perfecci�n"
adscripto a funci�n ni yugo alguno que lo trasmutara en "el v�nculo
de la imperfecci�n". Es decir, que, focalizada la virtud y acci�n
del Amor en orden a la Unidad Cristiana en el seno de la Hermandad, ese Amor no
podr� ser jam�s, v�nculo de unidad y desunidad a la vez. Tal cosa negar�a su
propia naturaleza, har�a desaparecer su aut�ntica vocaci�n y perder su �ntima
genuinidad.
El Amor, para ser consecuente consigo mismo, mover� a
buscar y hallar la f�rmula B�blica para rectificar el error, pues no puede
servir de v�nculo ni cobertura entre verdad y error: no puede por lo tanto
contentarse si es invocado para pretexto de preservaci�n de discrepancias,
causas de las divisiones entre los hijos de Dios. Y no nos equivoquemos: la
"ferviente caridad que cubrir� multitud de pecados (1�P.4:8), no tiene
referencia alguna con el amparo del error ni de la injusticia, pues escrito
est� : "la
caridad...no se huelga de la injusticia mas se huelga de la verdad"
(1�Co.13:6). La frase Petrina, refiere leg�timamente a sobrellevarnos
los unos a los otros (Efesios 4:2) mientras andamos el camino que procura la
correcci�n de los males que traen dolor y divisi�n al Cuerpo de Cristo. El Amor
Fraternal, que sobrellevar� al hermano, no se satisfar� con no ayudarle a
esclarecer su conciencia, si cree que su hermano mora en error; as� como no se
satisfar� en no socorrerle si puede compartir con �l un pedazo de pan, abrigo o
consuelo (Ver 1�Jn.3:17), pues est� escrito: "hijitos, no amemos de palabra ni de
lengua, sino de obra y en verdad" (1�Jn.3:18; comp. Stgo.2:15,16)
CONCRETANDO
ESTE PUNTO: El Amor, como "v�nculo de la perfecci�n",
actuando en orden a la Unidad Cristiana en el seno de la Hermandad, se mover�
en los corazones de los renacidos que no se lo impiden, para guiarlos a
promover entre hermanos toda la Unidad que muestre a "PHILADELPHIA"
en el pleno despliegue de Su Testimonio. Los Prop�sitos de "PHILADELPHIA",
se condensan y manifiestan, en un Movimiento desde adentro, un movimiento de
Amor, que testificar� y promover� la Unidad de la Hermandad en todo lo
que la Palabra de Dios establece en doctrina y pr�ctica y testimonio, para el
Pueblo de Dios. S�lo as� habr� sobre la faz de la tierra, en estos postreros
d�as, una representaci�n digna de aquella primera "PHILADELPHIA"
a la que fue dada Promesa directa, en virtud del reconocimiento directo de un
Testimonio sin componendas ni reproche, por la Palabra y el Nombre del Se�or.
b)
M�todo para alcanzar la Meta.
El
M�todo se relaciona directamente a los Prop�sitos.
Prop�sitos
de Amor, requieren M�todo de Amor. Prop�sitos de "guardar la Palabra"
requieren M�todos conforme a la Palabra.
En
Fil.2:2, leemos:
"Que sint�is lo mismo, teniendo el mismo amor, un�nimes, sintiendo una
misma cosa".
Sentir
lo mismo, tener el mismo amor, un�nimes, no tiene lugar para perpetuaci�n de
discrepancias ni desunidad ni divisi�n. "Sentir lo mismo" no es
"concordar en quedar sin concordar". Significa un sentir que
desechar� tal irracionalidad y promover� la decisi�n de concordar en la
necesidad de concordar y promover� un fraternal dialogo fraterno,
entre renacidos apartados de las apostas�as, en el cual la respetuosa
confrontaci�n de las discrepancias ser� llevada al plano espiritual de la
Oraci�n y el Estudio B�blico conjunto; oraci�n y estudio b�blico, que
reclamar�n perentoriamente su parte vital en el m�todo.
Esto
se fundamenta en el claro entendimiento de que, tanto la Unidad Cristiana
Esencial o Unidad del Esp�ritu, como el Amor, la Oraci�n y la Palabra de Dios o
Santas Escrituras, son todas producto de una misma fuente:
El Esp�ritu Santo.
En
efecto:
1.
La Unidad Cristiana Esencial, siendo Unidad del
Esp�ritu, obviamente proviene del Esp�ritu Santo.
"Porque por un Esp�ritu somos todos
bautizados en un cuerpo, ora Jud�os o Griegos, ora siervos o libres y todos
hemos bebido de un mismo Esp�ritu" (1�Co.
12:13).
���� ��2.� �El
Esp�ritu Santo es la fuente del Amor.
"Porque el Amor de Dios est�
derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo que nos es dado" (Rom.5:5
).
"El fruto del Esp�ritu es: caridad".
(Gal.5:22� ).
����� 3.��
�El Esp�ritu es "esp�ritu
de oraci�n".
"Y derramar� sobre la casa de David y los
moradores de Jerusalem, esp�ritu de gracia y de oraci�n" (Zac.12:10 ).
"...el mismo Esp�ritu pide por nosotros con
gemidos indecibles". (Ro.8:26).
"Orando en todo tiempo con toda deprecaci�n y
s�plica en el Esp�ritu..." (Ef.6:18).
���� 4.�� �El
Esp�ritu ha inspirado las Santas Escrituras.
"Toda Escritura es Inspirada divinamente
..." (2�Tim.3:16,17)
"Los santos hombres de Dios hablaron siendo
Inspirados del Esp�ritu Santo" (2�P.1:21b).
Por
lo tanto: en el coraz�n de los renacidos, en los cuales mora el mismo Esp�ritu
que da testimonio a nuestro esp�ritu que somos hijos de Dios" (Ro.8:16),
esa fuente, manar� las aguas que le son propias. Los "r�os
de agua viva" del Esp�ritu Santo (Jn.7:38,39), no
pueden echar por una misma abertura "agua dulce y amarga a la vez"
(Sgo.3:11,12). De modo que cuando el Esp�ritu Santo se mueva, lo har� con y en
Sus Virtudes, Capacidades y Realizaciones: Unidad, Amor, Oraci�n, Santas
Escrituras: all� est� determinado el m�todo del Esp�ritu, el m�todo b�blico que
aplicado sin cortapisas ni vacilaciones, conducir� a la meta del Testimonio.
�
"Sol�citos a guardar la unidad del Esp�ritu" (Ef.4:2).
�
"La caridad se huelga de la verdad" (1�Co.13:6).
�
"Amad verdad y paz" (Zac.8:19).
�
"Siguiendo la verdad en amor" (Ef.4:15).
�
"Orando por el Esp�ritu Santo, conservaos en el amor de Dios,
esperando la misericordia de nuestro Se�or Jesucristo para vida eterna"
(Jud.20,21).
En
cuantos more el Esp�ritu de Unidad, Amor, Oraci�n y Verdad; y posean una
conciencia de lo que ello significa, habr� el mismo sentir. En los renacidos,
ha llegado la hora de una mayor comprensi�n de que "la Iglesia del
Dios vivo", es "columna y apoyo de la verdad"
(1�Tim.3:15). Por lo mismo, la iglesia no podr� contentarse con
ser: "columna y apoyo de contradictorias confesiones credales
interdenominacionales". "La iglesia columna y apoyo de la
Verdad", s�lo podr� serlo de la Palabra de Verdad (Jn.17:17), que
son, las Sagradas Escrituras, que son Santas porque son
Inspiradas, Inmutables, Infalibles.
La Iglesia debe testificar por "todo el consejo de Dios", si
ha de ser lo que debe ser: Columna y apoyo de la Verdad. Toda
Iglesia local que comprenda la necesidad de definir su posici�n en esta hora de
confusi�n, si llega al entendimiento de que forma parte de la representaci�n de
"Philadelphia", testificar�, como todas sus hermanas de
id�ntica convicci�n, por todo el Consejo de Dios.
Se
identificar� a la compa��a de creyentes que integran EL TESTIMONIO
"PHILADELPHIA", y ello no ser� una "presunci�n
detestable" como alguien sin otro entendimiento m�s profundo dijo alguna
vez. Ser� obligada necesidad que cumplir� la proyecci�n prof�tica de aquella
primera "PHILADELPHIA" y que necesariamente debe
aparecer sobre la tierra con un testimonio claro a la Palabra y el Nombre del
Se�or, y a la Palabra de Su Paciencia, seg�n lo establecido en Ap.3:10, en las
v�speras del Arrebatamiento, antes de la Tribulaci�n!
III.
El Esp�ritu Santo ha despertado y puesto en marcha al Testimonio
"Philadelphia"
"Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo
pacto con sacrificio" (Salmo 50:5)
En
enero de 1966, el Esp�ritu, que "sopla donde quiere", sopl� en la
Escuela B�blica de Teolog�a "ALERTA" de la ciudad de
Buenos Aires, Argentina. Gui� a la realizaci�n de una Conferencia Prof�tica
entre los obreros Cristianos Fundamentalistas del R�o de la Plata. Muchos
invitados, pocos asistentes: un grupo de pastores y misioneros de la Comuni�n "ADELPHIA"
de Argentina, de la Comuni�n "ADELPHOS" de
Uruguay y de otras pocas Iglesias, todas Independientes y Fundamentales en la
Fe. Durante 4 d�as, fueron analizados el panorama eclesi�stico contempor�neo
con sus corrientes teol�gicas, Concilios y movimientos espirituales, a la luz
de la Palabra de Dios. Entregados al estudio B�blico y a la oraci�n, meditamos
tambi�n sobre las se�ales de los tiempos y la inminencia del arrebatamiento
pretribulacionista de la Iglesia que el Se�or gan� con Su Sangre. y entonces
vino la carga del Esp�ritu Santo sobre nuestros corazones,
constri��ndonos a "levantar Bandera por la Verdad"
(Sal.60:4) y a redactar la "Declaraci�n <<Philadelphia>>
(Amor Fraternal)", que luego fue presentada en la ciudad de Buenos
Aires, el 17 de agosto de l966; en la ciudad de Montevideo el 3 de setiembre de
1966 y en la ciudad de Filadelfia, EE.UU., el 15 de noviembre de l966. Desde
entonces, su mensaje ha llegado a distintos pa�ses de los cinco Continentes y
sigue alcanzando a hermanos de todas las latitudes en su marcha sacrificada y
triunfal. Hermanos en Suiza, Suecia, Inglaterra, Nueva Zelandia, Nigeria,
Korea, Jap�n, India, Espa�a, Alemania, Austria, adem�s de Argentina, Uruguay,
Estados Unidos y Canad� saben ya de este Movimiento santo.
Algunos
han temido e inquirido si esto no es el germen de una nueva
"Denominaci�n". La respuesta en NO, pues una "Denominaci�n"
en sentido cl�sico y corriente, es una Organizaci�n eclesi�stica, mientras que "Philadelphia"
no es una Organizaci�n: es un Testimonio representativo de
car�cter prof�tico, como lo hemos visto.
Su
Lema es:
"�Al Se�or, del todo! �A
la Biblia en todo!
�Al Se�or, en plena sumisi�n! �A
la Biblia en pleno acatamiento!"
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Sus
Prop�sitos:
Testificar por la Palabra de Dios sin parcializaciones
ni compromisos; promover la conciencia de la Unidad Cristiana de conformidad
con la Palabra de Dios, no s�lo reconociendo la Unidad del Esp�ritu que nos ha
dado el Se�or, sino la Unidad en doctrina y pr�cticas B�blicas que requieren la
oraci�n y el Estudio B�blico para eliminaci�n de discrepancias entre los
renacidos. As� como hemos discernido la doctrina B�blica de la separaci�n de
las apostas�as, debemos discernir la doctrina B�blica de la Unidad.
Somos llamados a Guardar la Palabra, No Negar el
Nombre del Se�or, y Guardar la Palabra de Su Paciencia, velando, amando y
esperando Su Venida, prepar�ndonos para ella. Somos llamados a urgir la
evangelizaci�n de las almas; y nuestra santificaci�n y fidelidad. Somos
llamados a manifestar el amor de Dios y el amor fraternal en tiempos de grave
enfriamiento de la caridad de la mayor�a. Somos llamados a testificar
juntamente con todos los fieles que integran el Testimonio representativo de
aquella "Filadelfia" del siglo I. No somos nosotros solos el todo de
ese Testimonio: Nosotros pertenecemos a ese Testimonio, juntamente con los
fieles en todo el mundo que levantan la misma bandera por la Palabra y el
Nombre del Se�or, en el presente d�a de pleno desarrollo y formaci�n de
Laodicea. El hecho de que hayamos levantado una Declaraci�n para testificarlo,
usando ese nombre distintivo, lo ha sido para identificarnos e identificar a
nuestros hermanos en el mundo entero que tienen ese �ntimo sentir y convicci�n,
honrando la Palabra que dice: "juntadme mis santos, los que hicieron conmigo
pacto con sacrificio"(Sal.50:5).
Es
decir, que todos los que en alguna manera hemos pagado y seguimos pagando el
precio de la VERDAD, conforme est� escrito "compra la verdad y no la vendas"
(Prov.23:23 ), "Saliendo fuera". como dice la Palabra,
apart�ndonos de apostas�as modernistas-ecum�nicas sin medir el costo, para
llevar el vituperio de Cristo, debemos reconocernos, tanto como hermanos en
Cristo, nacidos del Esp�ritu y como hermanos en Cristo que debemos consumar
nuestra unidad en la fe, doctrinas, pr�cticas y testimonio, a la luz de la
Palabra de Dios, en amor fraternal, en sumisi�n al Se�or, orando los unos por
los otros y abriendo juntos la bendita Palabra de Dios. Como lo dijo el Se�or
en Su Oraci�n por nosotros: "para que todos sean una cosa como t�, oh Padre en m� y yo en ti
que tambi�n ellos sean en nosotros una cosa... consumadamente una misma cosa"
(Juan 17).
Hermanos: Estamos
en las v�speras del arrebatamiento de la Iglesia y por ende en las v�speras de
la aparici�n del Se�or para llevarnos de "oikoumene", de esta
tierra habitada. Y en las v�speras de la aparici�n del Gran Anticristo de la
Historia y de la Tribulaci�n a la cual entrar�n cuantos seres humanos no
renacidos integran este mundo y las profesantes organizaciones eclesi�sticas
representativas de P�rgamo, Tiatira, Sardis, y Laodicea.
Este
es el tiempo para que cuantos integran la hueste de renacidos que representan
aquella "Filadelfia" del siglo I, demos juntos el Testimonio que esa
representaci�n exige. Bajo esta convicci�n del Esp�ritu Santo, confesamos
humilde pero firmemente: EL TIEMPO HA LLEGADO y aqu�, desde las m�rgenes del
anchuroso Plata, que como un s�mbolo, al verter sus aguas en el Oc�ano toma
contacto con ondas de alcance mundial, ha comenzado a oirse la voz del
Testimonio, el Testimonio "Amor Fraternal", el Testimonio
"Filadelfia". Cuantos hermanos en el mundo lo integran, hemos de
buscarnos, reconocernos y darlo juntos, para la �nica gloria de Aquel que
pronto vendr� por su pueblo! Honremos Su Mandato: �Guarda mi
Palabra, no niegues mi Nombre, guarda la Palabra de mi Paciencia! Y goc�monos
en la esperanza de su promesa: "te librar� de la hora de la tentaci�n
que ha de venir en todo el mundo para probar a los que moran en la tierra"
�Y que la llama arda y la Bandera flamee a impulsos del fuego y el soplo del
Esp�ritu Santo! �As� sea, Am�n! ▄