BASE BIBLICA DEL TESTIMONIO "PHILADELPHIA" (AMOR FRATERNAL)

por Armando Di Pardo 

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INDICE

 

"Y escribe al �ngel de la iglesia en FILADELFIA: Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras: he aqu�, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar; porque tienes un poco de potencia, y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre..."(Ap.3:7-8)

Hermanos: Al declarar solemnemente que el Testimonio "PHILADELPHIA" tiene Base B�blica, no s�lo significamos que lo que el testimonio dice es B�blico, sino que vamos m�s profundo para aseverar:

1.       La Palabra de Dios requiere la existencia del Testimonio "PHILADELPHIA"; se�ala el tiempo de la historia en el cual debe ser dado, e indica las causas por las cuales testificar�.

2.       Establece su nombre y prop�sitos, y da el m�todo para alcanzarlos.

A tales piadosas consideraciones somos requeridos. La regla para ello ser�: "Sola Scriptura" y nos la se�alan aquellos nobles hermanos de Berea, que "recibieron la palabra con toda solicitud, escudri�ando cada d�a las Escrituras, si estas cosas eran as�". (Hechos 17:10,11) . Hag�moslo tambi�n nosotros.

1. La Palabra de Dios requiere la existencia del Testimonio "PHILADELPHIA" (Amor Fraternal); se�ala el tiempo de su aparici�n, e indica las causas por las cuales testificar�.

En Ap.3:8, el Se�or Jesucristo, dice a la Iglesia en Filadelfia: "has guardado mi palabra y no has negado mi nombre..."

Aunque dirigidas a una determinada Iglesia local, esas palabras poseen la fuerza de un principio fundamental v�lido para toda Asamblea de Cristianos en todos los tiempos. Ese Principio es: guardar la Palabra y no negar el Nombre del Se�or.

Confirm�moslo con otras Escrituras. En Juan 14:23, leemos: "El que me ama mi Palabra guardar�". Y en Mateo 10:32,33: "Y cualquiera que me confesare delante de los hombres, le confesar�... delante de mi Padre... y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negar� yo tambi�n delante de mi Padre que est� en los cielos" (comp. Ro.10:9,10; 2�Ti.2:12). Tales declaraciones del Se�or, anteriores en alrededor de 60 a�os en el tiempo a la de Apocalipsis 3:8, son definitorias e indican:

a)      Que el mismo Se�or estableci� el Principio y luego confirm� su vigencia y reconoci� su cumplimiento en aquella peque�a Iglesia local de fines del Siglo I, existente en la ciudad del Asia Proconsular llamada "Philadelphia". Por lo tanto, ninguna ex�gesis puede ignorar que la expresa Voluntad del Se�or es que se guarde Su Palabra y se confiese Su Nombre. Luego: ese Principio, establecido por el mismo Se�or, vale hoy como ayer: guarda mi Palabra y no niegues mi Nombre, dice el Se�or.

b)      Que la vigencia de ese Principio Fundamental, requiere la presencia de grupos identificables, en los cuales se evidencia el Principio mismo.

En el Nuevo Testamento

Hallamos testimonio de la presencia de esos grupos durante el Siglo I. As� leemos que desde el principio de la Edad de la Iglesia, los disc�pulos "perseveraban en la doctrina de los ap�stoles... alabando a Dios y teniendo gracia con todo el pueblo" (Hechos 2:42-47). Leemos de la reuni�n conjunta de car�cter internacional para restaurar la unidad de la doctrina y testimonio amenazada por el legalismo (Hechos 15:1-31). De Efeso leemos que el Ap�stol les dio "todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27) previniendo a los Ancianos respecto de la futura aparici�n de perturbadores y lobos rapaces (v.28-30). En 2�Juan 4, leemos: "Mucho me he gozado porque he hallado que tus hijos andan en verdad, como nosotros hemos recibido el mandamiento del Padre". En 3�Juan vs. 3 y 4, leemos: "Ciertamente me goc� mucho cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, as� como t� andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que �ste, el o�r que mis hijos andan en la verdad". De la Iglesia en SMIRNA, s�lo leemos aprobaci�n del Se�or (Ap.2:8-11). De FILADELFIA, leemos del expreso reconocimiento del Principio en labios del mismo Se�or (Ap.3:8-11). Adem�s, las Ep�stolas fueron escritas para la ense�anza y preservaci�n del Principio (Fil.1:27-30; Col. 4:12; 2�Tes.2:15-17) y de la reprobaci�n de los transgresores (Rom.16:17,18; 1�Co.11:19; G�l.1:6-9, 5:1-12; Ef.5:11; Col.2:8; 2�Ts.2:6; 2�Ti.4:3-5;Tito 3:10,11; Stgo.4:4; 2�P.2:1-3; 2�Jn.9-11; 3�Jn.9-11; Jud.3,4,19). Y leemos que Evangelistas Misioneros fueron puestos en Efeso y en Creta para que el Principio fuera preservado (1�Ti.1:3; 3:16; 2�Ti.2:1,2; Tito 1:5-11, 2:1,7-13 ).

El correr de los Siglos

Los registros y el veredicto de la Historia Eclesi�stica, cuentan de los desv�os y los esfuerzos por corregirlos que no siempre tuvieron �xito. Los llamados "Concilios", que a veces transitaron la buena senda en la desaprobaci�n de los errores, lamentablemente en otras cayeron ellos mismos en errores. Se fueron estableciendo escuelas y corrientes teol�gicas y eclesi�sticas en conflicto, que finalmente dieron origen a distintos Cuerpos y Organizaciones. Para abreviar focalizaremos esas corrientes, mencionando ciertos desarrollos a trav�s de la Historia, de errores peculiares de las Iglesias en Efeso, P�rgamo, Tiatira, Sardis, y Laodicea, y ciertos desarrollos de virtudes encomiables en Efeso, Smirna y Filadelfia. (Algunos de los conceptos siguientes, los tomamos del libro "Notas Sobre El Apocalipsis" del Dr. H.A. Ironside; y de Notas De La Biblia Scofield, del Dr. C.I. Scofield, de la edici�n original en Ingl�s).

Efeso

Efeso significa "Deseable", lo que se�ala la pr�stina pureza y fidelidad de la Iglesia primitiva. La p�rdida del primer amor en Efeso (Ap.2:4), ha desarrollado hist�ricamente en el enfriamiento de la caridad de la mayor�a (comp. Mt.24:12); a�n en muchos que, como Efeso, pueden ostentar fidelidad en muchas �reas de doctrina ortodoxa y de reprobaci�n de la heterodoxia. Fundamentalista en su creencias, Efeso fall� en la real manifestaci�n del amor primero y cay�. Lo triste es que a pesar de la amonestaci�n del Se�or, su candelero, su Testimonio, finalmente fue quitado de su lugar. La lecci�n nos viene muy clara: "GUARDAR LA PALABRA" significa m�s que adhesi�n a un credo y a�n ciertas obras ortodoxas: se demuestra y vale en ojos del Se�or, tanto por la sana doctrina como por la manifestaci�n del fruto del Esp�ritu Santo en la vida y testimonio de los suyos. El amor al Se�or y a Su Palabra, a Su Persona y Obra, a Su Venida; el Amor de Dios derramado en el coraz�n por el Esp�ritu Santo; el Amor fraternal entre el pueblo de Dios; y el amor a las almas: son marcas que el Se�or encarece, sin las cuales el Testimonio ser�a hallado falto, pobre en autenticidad espiritual o �en extremos� a�n carente de �sta.

Smirna (Ap.2:8-11)

Smirna ("Mirra") representa la Iglesia bajo persecuci�n y martirio, machacada cual la "mirra" para dar su suave olor. Durante dos Siglos, las Iglesias sufrieron 10 edictos de persecuci�n romana pagana, desde Ner�n hasta Dioclesiano, "s� fiel hasta la muerte", dice all� el Se�or. A tal precio llega el costo de guardar la palabra y no negar el nombre; all� tambi�n se cumple "has guardado la palabra de mi paciencia" (Ap.3:10). Santo ejemplo de m�rtires, de los cuales el mundo no era digno (He.11:38), brotando del amor del coraz�n derramado en la abundancia de testimonio y efusi�n de sangre generosa. Pero "la sangre de los m�rtires es la semilla de la Iglesia" (S. Agust�n).

Pergamo y Tiatira

Sus errores se desarrollaron en el sistema eclesi�stico del Romanismo; y los de SARDIS y LAODICEA, en el Protestantismo formalista y ap�stata con sus "modernismos" y "ecumenismos". Veamos un poco en detalle estos hechos: PERGAMO (Ap.2:12-17), significando "ENLACE" y "ELEVACI�N", simboliza la uni�n de la Iglesia y Estado en sentido de poder pol�tico, lo cual ocurri� desde el a�o 312 con la as� llamada "conversi�n" del Emperador Constantino. Luego de la muerte de Dioclesiano y Galerio, Constantino y Maxencio contendieron por el trono del Imperio. Se dice que Constantino tuvo una visi�n de una cruz de fuego y que oy� una voz que dec�a: "EN ESTE SIGNO VENCE". Entonces llam� a Obispos Cristianos, acept� la nueva doctrina y se declar� ser su "patr�n" se�alado por Dios. Gan� la batalla contra Maxencio y conquist� el trono. Uno de sus primeros actos fue libertar a los Cristianos y cesar toda persecuci�n. Concedi� grandes honores a los obispos que se sentaron sobre tronos con los nobles del Imperio. Tal cosa hizo que la verdad de la venida del Se�or fuera abandonada pues se cre�a que ya la Iglesia estaba reinando. As� sigui�se hasta la Reforma (Siglo XVI) en que la luz volvi� a brillar. Junto con Poder Pol�tico, deriv� Poder Jer�rquico "Los hechos y la doctrina de los Nicola�tas" (de Nicolaos: "regidores de las gentes"). El llamado "clero", viene de all�. Adem�s, leemos de la "doctrina de Balaam" (comp. N�m.25:1-9) que ense�� a poner tropiezo: "fornicaci�n", que, entendida espiritualmente, es la mezcla de Iglesia y Mundo: Cristianismo y Paganismo. Vemos esto, a�n m�s declarado en "TIATIRA" (Ap.2:18-29), nombre dif�cil de traducir, pues proviene de dos palabras: una significando "un sacrificio" y la otra significando "continuamente", as� que sugiere "CONTINUO SACRIFICIO", una alusi�n muy notable al llamado "sacrificio de la misa". Fue adem�s en el Siglo VII que el obispo de Roma fue reconocido como "vicario de Cristo" y "cabeza visible de la Iglesia". Leemos adem�s, que Jezabel (que significa "intacta") es nombrada, y esto nos recuerda a la imp�a mujer del Rey Achab que busc� la s�ntesis Juda�smo-Fenicia, una mezcla sincretista. Que todo esto se�ala a Roma es obvio y hace actuales las palabras de A.J. GORDON: "El Romanismo hizo de sus sacramentos una red para recoger naciones enteras de un golpe y encerrarlas en la Iglesia; y el resultado de sus misiones ha sido que al cristianizar a los paganos, ha vuelto pagano al Cristianismo". (Del libro "El Espiritu Santo en las Misiones", pag.26).

Y en nada cambia la situaci�n, el tan decantado "aggiornamento" del ecumenismo Neo-Romanista surgido del Concilio Vaticano II, pues su "acercamiento" a lo B�blico es pura apariencia, ya que los tradicionales "dogmas" y "sacramentos" no B�blicos, quedan confesados como intocables. Adem�s, su "ecumenismo" tiene el invariable signo de "vuelta a Roma"...

Sardis

Significa un "Residuo" y representa a la incompleta Reforma del siglo XVI, as� leemos que el Se�or "no hall� sus obras perfectas delante de Dios" (Ap.3:2). Tales obras imperfectas, juntamente con otros errores posteriores han desarrollado en las distintas variantes de "modernismo" que han minado las mismas bases de sus cuerpos denominacionales a trav�s de aquellos que tienen nombre que viven y est�n muertos (3:1) lo cual marcha al lado de la falsa profesi�n de LAODICEA ("los derechos de las gentes"), carente de la vida del Esp�ritu Santo (3:17). Adem�s, esos "modernismos" o apostas�as doctrinales y �ticas, han desarrollado conceptos "ecum�nicos" que por una parte marchan hacia Roma y por la otra hacia el mundo, canalizados en corrientes de tipo "neo-Universalistas" que hacen de actualidad estas otras expresiones del ya citado A.J. GORDON:

"El racionalismo, con su dicho de que la Iglesia es coextensiva con la raza humana, ha repudiado pr�cticamente la Gran Comisi�n, sacando por conclusi�n l�gica que es tarea superflua procurar meter en el redil a los que no est�n realmente fuera de �l". (Obra citada, P�g.26) .

Y nadie piense que exageramos, pues la filosof�a sincretista y el neouniversalismo han sido tan conspicuos dentro del conglomerado del Concilio Mundial de Iglesias, que, en Marzo del a�o 1970, provoc� la reacci�n de un ala evang�lica desde Frankfurt, Alemania, canalizada en una Declaraci�n que denuncia tales tendencias y se pronuncia por un Evangelismo B�blico como la Misi�n de la Iglesia. Lamentablemente, en la "Declaraci�n Frankfurt" no ha sido contemplada la obediencia a la doctrina B�blica de la separaci�n de las apostas�as, y sus redactores a�n quedaron all�. Quiera el Se�or que sus ojos sean abiertos plenamente. Por nuestra parte, estamos estableciendo contactos con los l�deres de esa reacci�n, desde nuestra Oficina en los Estados Unidos.

�Y qu� de las virtudes de "Philadelphia"? (Ap.5:7-13). �No han de tener ninguna proyecci�n ni identidad reconocible en estos postreros tiempos?

La respuesta es: SI! Porque escrito est� que el Se�or "no se dej� a s� mismo sin testimonio" (Hechos 14:17 ). Y tambi�n est� escrito: "Has dado a los que te temen bandera que alcen por la verdad" (Salmo 60:4). Y adem�s "Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio" (Salmo 50:5 ). Ve�moslo.

Quienes, en qu� tiempo y en qu� forma representan "FILADELFIA"; y por cu�les causas testificar�n?

Estas preguntas requieren tratamiento en detalle.

a) Qui�nes, en qu� tiempo de la Historia y en qu� forma representan "Philadelphia"

En Ap.3:10, leemos: "Porque has guardado la palabra de mi paciencia, yo tambi�n te guardar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el mundo (oikoumene), para probar a los que moran en la tierra (geo)".

Esta escritura contiene una notable revelaci�n, que debiera ser muy clara para cuantos tienen la vista Dispensacional de la Palabra de Dios; y que expresamos as�:

"PHILADELPHIA", identifica a un n�mero de creyentes, quienes, por el car�cter de la palabra que guardan "la palabra de mi paciencia", y de la promesa que reciben por ello "te librar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el mundo": necesariamente incluye m�s que a los miembros renacidos de una sola Iglesia local.

Porque: tanto la "palabra de mi paciencia" como la Promesa "te librar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el mundo...", refieren directamente a la Venida del Se�or para arrebatar a SU Iglesia antes de la Tribulaci�n.

Y "SU IGLESIA", no se integra solamente con los renacidos de una particular Iglesia local, sino con TODOS los renacidos a trav�s de la Historia de la Iglesia, junto con los miembros renacidos de TODAS LAS IGLESIAS LOCALES que existan sobre la faz de la tierra, en el preciso momento de Su Venida "por" ellos. (V�ase Jn.14:1-3; 1�Co.15:23, 51; 58; 1�Ts.1:9,10, 4:13-18, 5:9; 2�Ts.2:1-12).

Tres hechos se nos hacen ahora muy claros:

Primero. Si el Se�or prometi� a aquella particular Iglesia en "FILADELFIA", librarla de la Tribulaci�n, luego, esa Iglesia deber� estar en alguna manera presente sobre la tierra en el momento del cumplimiento de la Promesa.

Segundo. Ese momento, l�gicamente, acaecer� durante el tiempo previo a la Tribulaci�n, o sea, durante el tiempo previo al arrebatamiento de la Iglesia. Y si las "se�ales de los tiempos" nos dicen que �sta es la �poca de la Historia que marcha a ritmo acelerado hacia esos desenlaces, luego: este es el tiempo en que "Filadelfia" debe estar presente sobre la tierra.

Tercero. Pero: �en qu� forma lo estar�? Pues como esa "presencia" no puede recaer sobre las mismas personas de aquella "Filadelfia" del Siglo I las cuales est�n con el Se�or, de necesidad se sigue que esa "presencia" deber� asumir otra forma.- �Y CUAL FORMA? La �nica respuesta l�gica es: otros la representar�n, otros renacidos, miembros de todas las iglesias locales que dar�n el mismo Testimonio de aquella primera "Filadelfia": guardar la Palabra, no negar el Nombre del Se�or, guardar la palabra de su paciencia. Y necesariamente, esa forma ser� la forma de un Testimonio!

Considerada desde esta luz, aquella primera "Filadelfia" hist�rica, adquiere el car�cter de un tipo, representativo y prof�tico, de la aparici�n en estos postreros d�as de Iglesias locales fieles en la fe, que, unidas en la comuni�n del Esp�ritu, testificar�n, sin parcializaciones ni omisiones, por la Palabra y el Nombre del Se�or, en el tiempo previo al arrebatamiento, frente a las ap�statas "Sardis" y "Laodicea" que junto con "P�rgamo y Tiatira" marchan irremisiblemente desarroll�ndose en la Babilonia que sufrir� en la Gran Tribulaci�n.

Como lo dijera el Dr. C.I. SCOFIELD: "Filadelfia representa a todos aquellos que dan un claro Testimonio de la Palabra y el Nombre, en un tiempo descripto por Laodicea y que se caracteriza por la satisfacci�n propia en aquella forma de profesi�n religiosa que no pasa de ser externa". (Nota original sobre Ap.1:20, tomada de la Biblia Scofield Edici�n Inglesa Original y Versi�n Castellana).

b) Por cu�les causas testificar�n?

Si penetramos inductiva y subjetivamente la expresi�n del Se�or: "has guardado la palabra de mi paciencia", discerniremos que la "paciencia" del Se�or tiene vigencia en dos �reas: (1) en permitir que Su Iglesia soporte las condiciones de un mundo hostil (Jn.16:33 ); y (2) en la espera "por" Su Iglesia durante los siglos y experiencias necesarios para su formaci�n y completamiento hasta el d�a y hora determinados por el Padre para que El la tome a S� mismo, present�ndosela gloriosa para S�, UNA Iglesia santa y sin mancha (V�ase Ef.5:27; 1�Ts.3:10; 2� Ts.3:5; comp. He. 10:36,37 y Stgo.5:7,8; 2�P.3:4,9; Mt.24:36,42).

Esa long�nime tolerancia y paciente espera del Se�or, as� como la de los que son del Se�or, y que incluye la formaci�n, completamiento y manifestaci�n de la Iglesia, abarca por lo tanto, la consumaci�n de todo el "misterio de Cristo" (Ef.3:1-12), para cuya develaci�n y claro entendimiento concurre todo el Cuerpo B�blico Doctrinal, ya que el misterio de la Iglesia se remonta a la elecci�n en Cristo desde antes de la fundaci�n del mundo (Ef.1) y se extiende hasta las �ltimas cosas, (1�Co.15:23,24). Por lo tanto: tiene que ver con hechos relacionados a la Teolog�a, Cosmolog�a, Angelolog�a, Cosmogon�a, Antropolog�a, Hamartiolog�a, Soteriolog�a, Evangelolog�a, Pneumatolog�a, Eclesiolog�a y Escatolog�a; lo cual equivale a decir: "todo el consejo de Dios", tal como nos ha sido dado por el Esp�ritu Santo en las Santas Escrituras!

c) Pregunt�monos ahora: �Est�n dando ese Testimonio, las Organizaciones, Convenciones, Comuniones y Concilios de Iglesias Fundamentalistas?

L�gicamente, cabr�a suponer que todos los creyentes renacidos, los que se distinguen a s� mismos como fundamentales en la fe, los que creen y guardan la Palabra de Dios, que confiesan Su Nombre y aman y esperan Su Venida, debieran estar dando ese Testimonio.

Pero realmente, deploramos decir que no es as�. Porque no todos los que integran esa hueste de Cristianos fundamentales en la fe, han tomado conciencia de estos hechos. Por ejemplo: algunos se hallan a�n envueltos en Iglesias , Denominaciones y Concilios modernistas-ecum�nicos, sin la visi�n ni el coraje para obedecer el mandamiento B�blico de no juntarse en yugo con los infieles (2�Co.6:14-18). Y muchos otros que por la gracia de Dios han sido fieles en el testimonio de la Doctrina B�blica de la separaci�n de las apostas�as, son tristemente hallados faltos en el discernimiento y obediencia de la Doctrina B�blica de la Unidad Cristiana, por lo cual no est�n representando genuinamente a "FILADELFIA".

Es por esto �ltimo, que la mayor�a de las Iglesias Fundamentalistas, que debieran dar el Testimonio "Filadelfia" en integridad, se presentan en ojos del Se�or y de los hombres como un complejo eclesi�stico de Iglesias "Denominacionalistas" e Iglesias "No-Denominacionalistas" o Independientes, que est�n a la vez, unidas y desunidas entre s�. Unidas en el Esp�ritu y en su fe en las doctrinas as� llamadas "Fundamentales", pero desunidas y a�n divididas por sus discrepancias en muchas Doctrinas y Pr�cticas B�blicas.

En efecto: el Fundamentalismo, ese santo movimiento levantado desde principios de Siglo como reacci�n ante el "modernismo" y su posterior derivado el "ecumenismo", se ha desarrollado en corrientes de interpretaci�n teol�gica y comuniones y concilios eclesi�sticos, que han omitido reconocer el hecho que: "guardar la Palabra" no puede verse cumplido enfatizando solamente los as� llamados "FUNDAMENTALES DE LA FE", porque tal cosa, expl�cita o impl�cita pero irremisiblemente, minimiza, divide y omite partes, del "Consejo de Dios".

Como lo dij�ramos en la Convenci�n de Iglesias Fundamentales en Lymerlk, Penna, U.S.A., las presentes condiciones hist�ricas de la Iglesia, requieren que el Testimonio "Philadelphia" sea dado en plenitud y no parcializado o restringido a un n�mero predeterminado de doctrinas s� y doctrinas no. Tal hecho, adem�s de no cumplir el Principio de "guarda mi Palabra", incurre en las siguientes defecciones:

1. Afecta la Autoridad de las Sagradas Escrituras, porque las mismas Denominaciones Fundamentales que un�nimemente la confiesan, mantienen al mismo tiempo sus interdiscrepancias en doctrinas y pr�cticas que cada grupo proclama como "B�blicas" lo cual, impl�citamente, declara "NO B�BLICAS" a las de los otros.

2. Afecta la Doctrina B�blica de la Iglesia, porque el esp�ritu "Denominacionalista" se opone al hecho de que la Iglesia del Nuevo Testamento es No-Denominacional.

3. Afecta la Doctrina B�blica de la Unidad Cristiana, porque los mismos renacidos, que poseen y proclaman la Unidad del Esp�ritu, se contentan en quedar reconocidos con ello y en cuanto a la Unidad en la Palabra, se limitan a los llamados "Fundamentales" sin ninguna otra preocupaci�n por completar su Unidad en las dem�s doctrinas y pr�cticas B�blicas. Tal actitud, invalida la lecci�n que nos es dada en Hechos 15:1-31.

4. Afecta la Testimonio Cristiano, pues la Predicaci�n, la Ense�anza y a�n la Esperanza de la Iglesia, son dispares al estar las doctrinas y pr�cticas de un grupo en conflicto con las de otros grupos. Y esto es causa de esc�ndalo ante los incr�dulos.

Hermanos: es axiom�tico que si alguna Doctrina B�blica es afectada, el Cuerpo entero de Doctrinas B�blicas lo es, dada la Unidad interdoctrinas de la Palabra de Dios, una de las pruebas de su Inspiraci�n. Recordemos, por analog�a, la expresi�n Paulina: "...si un miembro padece, todos los miembros a una se duelen..." (1�Co.12:26).

Parcializar u omitir doctrinas, parcializa proporcionalmente al Testimonio. Por lo tanto, o se corrige tal cosa, o caso contrario los mismos que debieran dar el Testimonio peculiar y propio de la Iglesia en "Filadelfia", har�n que �sta sea hallada falta como Sardis con sus "obras no perfectas delante de Dios" y por ende, careciendo de genuina identificaci�n en sentido B�blico. Dar tan s�lo una parte, como si fuera el todo del Testimonio de la Palabra, haciendo tal cosa "en el Nombre del Se�or", es obviamente contradictorio, antit�tico.

Reiteramos: "guardar la Palabra " y "no negar el Nombre del Se�or", exigen que el Testimonio debe ser dado no s�lo "EN PARTE" o "POR UNA PARTE" y ni a�n "POR LA MAYOR PARTE", sino por "TODO EL CONSEJO DE DIOS". La declaraci�n de Pablo, que dej� a los ancianos de Efeso sin excusa, fue "no he rehuido de anunciaros todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27).

Y producido el Nuevo Testamento y completado con ello el canon de las Escrituras, testificar por "todo el Consejo de Dios" significa para nosotros, dar claro testimonio por todo el contenido doctrinal de la Palabra de Dios!

Confirm�moslo a�n, examinando otro texto, que aporta evidencia colateral a esa aseveraci�n. En Ap.22:16, leemos: "Yo Jes�s, he enviado mi �ngel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias".

En este solo vers�culo, la Palabra del Se�or no da los cinco elementos constitutivos de un Testimonio B�blico completo. Estos son:

1.       LA INICIATIVA DE LA ACCION;

2.       EL INSTRUMENTO DEL SE�OR;

3.       LA ACCION MISMA;

4.       EL CAR�CTER O CONTENIDO DE LA ACCION; Y

5.       LOS DESTINATARIOS.

Examin�moslos brevemente.

1. La iniciativa de la Acci�n es del Se�or mismo: "Yo Jes�s he enviado".

Esta es la �nica vez en el libro de Apocalipsis en que el Se�or se llama a S� Mismo con Su Nombre "Jes�s", lo cual es sintom�tico. Jes�s, como es sabido, deriva del Hebreo "Jehoshua" o de su forma abreviada "Joshua", en castellano "Josu�" (He.4:8) y significa (la) Salvaci�n de Jehov� o Jehov� (el) Salvador. O sea, es el nombre asociado con el Se�or en orden a "salvar a su pueblo de sus pecados" (Mt.1:21). Tiene, pues, especial referencia a la encarnaci�n as� como a su humillaci�n y obediencia hasta la muerte (Fil.2:8); y tal entendimiento nos sugiere que el Testimonio debe glorificar a Jesucristo y a Su Obra. Tambi�n leemos "he enviado", del griego "Pempo" (enviar), que es una palabra muy singular en el original, pues indica que el Enviador acompa�a al enviado (comp. Luc.7:6: "Y Jes�s fue con ellos").

2. El Instrumento, es llamado "mi �ngel", del griego "angelos", significando "un mensajero". Y as� como Juan en el �ngel o mensajero por el cual el Se�or nos ha dado el libro de Apocalipsis a nosotros, luego por implicaci�n, todo aquel que recibe una carga del Esp�ritu Santo para dar un testimonio del Se�or, es tambi�n "Su" Angel o mensajero

3. "Para dar testimonio", leemos seguidamente. Aqu� se define la Acci�n misma, como la Acci�n de testificar, o dar testimonio. Esto es obvio.

4. "De estas cosas", dice el Se�or luego, lo que nos da el car�cter y contenido del Testimonio. Y tal expresi�n en ning�n sentido es limitativa a ciertas cosas s� y ciertas otras cosas no, sino que incluye todas las cosas, en este caso particular, del Apocalipsis. Y surge espont�nea la compresi�n de que si la expresi�n "estas cosas" en relaci�n con el libro de Apocalipsis abarca todo el contenido del libro: luego, la expresi�n "todo el consejo de Dios" abarca todo el contenido doctrinal de las Santas Escrituras.

5. Finalmente leemos: "en las iglesias". Esto nos da los destinatarios espec�ficos, expl�citamente definidos sin otra distinci�n que esta: "las iglesias". Con ello, el Se�or define el Testimonio como no-denominacional y se�ala que su difusi�n no puede estar limitada a ninguna jurisdicci�n. Concurre a confirmarlo, la repetida expresi�n que hallamos en Ap. 2 versos 7, 11, 17 y 28 y Ap. 3 versos 6, 13 y 22, que leen: "el que tiene o�do, oiga lo que el Esp�ritu dice a las iglesias", lo cual indica que aunque las cartas del Se�or estaban dirigidas a Iglesias locales definidas, sin embargo, el mensaje dirigido a una debe ser conocido por las otras, o sea: el Testimonio debe ser difundido inter-iglesias.

Adem�s, dado el hecho de que han quedado perpetuadas en las Santas Escrituras, inferimos que su difusi�n y conocimiento no reconoce limitaci�n alguna y tiene alcance mundial!

Que todo esto plantea la urgente necesidad de que el TESTIMONIO "PHILADELPHIA" (AMOR FRATERNAL), pleno y claro, sea dado, nos es ya por dem�s evidente. Pero veamos a�n m�s, de lo estatuido por la Palabra de Dios.

II. Nombre del Testimonio; prop�sitos y m�todo para lograrlos

El Nombre

Obviamente el Nombre de "PHILADELPHIA", esa palabra griega que significa "Amor Hermanable" o "Amor Fraternal".

A la raz�n de identificaci�n de la necesaria presencia, que ya hemos discernido, se une ahora esta otra: la del significado y sentido definitorio de esa palabra:

"Amor Hermanable", "Amor Fraternal", nos indica que la acci�n testificante, no tiene motivaciones bastardas, ni presuntuosas, ni de orgullo carnal o espiritual. Emana, sat�rase y act�a en, con y por "Amor Fraternal", que es una de las preciosas manifestaciones del "Amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo que nos es dado" (Ro.5:5; Gal.5:22). El "Amor Fraternal" es la manifestaci�n de car�cter familiar del Amor de Dios; es Su Amor verti�ndose en el seno de la Hermandad, que proviene de la Paternidad de Dios sobre la Hermandad de Cristo y que de El deriv�. Hermandad que El Se�or mismo, por Su Esp�ritu que estaba en los profetas (1�P.1:11,12) luego de prenunciar los padecimientos de la Cruz por los cuales llegar�a a esa Hermandad (Salmo 21:1-21), brot� de su Victoria y profetiz�: "anunciar� a mis hermanos tu nombre; en medio de la congregaci�n te alabar�" (Sal.22:22). Hermandad que brot� espont�nea de su coraz�n resucitado cuando dijo a la Magdalena: "...ve a mis hermanos y diles: subo a mi Padre y a vuestro Padre: a mi Dios y a vuestro Dios" (Jn. 20:17,18).

Amor que proviene de la Eterna Fuente (Jer.31:3), que se acrisola en el sacrificio vicario sobre la Cruz para descender luego en las lenguas �gneas del Pentecost�s (Hechos 2) verti�ndose y ardiendo en los corazones de los santos, quienes son exhortados a mostrarlo (2�P.1:5-7) no espor�dica sino permanentemente como est� escrito: "permanezca el amor fraternal" (He.13:1); amor que debe saturar toda nuestra vida y conducta (1�Co.16:14 ).

Prop�sitos y M�todo para llegar a la Meta.

En el nombre "PHILADELPHIA" (AMOR FRATERNAL), se hallan igualmente contenidos los Prop�sitos del Testimonio, el derrotero a seguir y el M�todo para alcanzar el blanco.

a) Prop�sitos.

El amor, para ser consecuente consigo mismo, debe cumplir su vocaci�n santa de ser "el v�nculo de la perfecci�n", como leemos en Col.3:14.

Por tal raz�n, jam�s podr� ser "el v�nculo de la perfecci�n" adscripto a funci�n ni yugo alguno que lo trasmutara en "el v�nculo de la imperfecci�n". Es decir, que, focalizada la virtud y acci�n del Amor en orden a la Unidad Cristiana en el seno de la Hermandad, ese Amor no podr� ser jam�s, v�nculo de unidad y desunidad a la vez. Tal cosa negar�a su propia naturaleza, har�a desaparecer su aut�ntica vocaci�n y perder su �ntima genuinidad.

El Amor, para ser consecuente consigo mismo, mover� a buscar y hallar la f�rmula B�blica para rectificar el error, pues no puede servir de v�nculo ni cobertura entre verdad y error: no puede por lo tanto contentarse si es invocado para pretexto de preservaci�n de discrepancias, causas de las divisiones entre los hijos de Dios. Y no nos equivoquemos: la "ferviente caridad que cubrir� multitud de pecados (1�P.4:8), no tiene referencia alguna con el amparo del error ni de la injusticia, pues escrito est� : "la caridad...no se huelga de la injusticia mas se huelga de la verdad" (1�Co.13:6). La frase Petrina, refiere leg�timamente a sobrellevarnos los unos a los otros (Efesios 4:2) mientras andamos el camino que procura la correcci�n de los males que traen dolor y divisi�n al Cuerpo de Cristo. El Amor Fraternal, que sobrellevar� al hermano, no se satisfar� con no ayudarle a esclarecer su conciencia, si cree que su hermano mora en error; as� como no se satisfar� en no socorrerle si puede compartir con �l un pedazo de pan, abrigo o consuelo (Ver 1�Jn.3:17), pues est� escrito: "hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad" (1�Jn.3:18; comp. Stgo.2:15,16)

CONCRETANDO ESTE PUNTO: El Amor, como "v�nculo de la perfecci�n", actuando en orden a la Unidad Cristiana en el seno de la Hermandad, se mover� en los corazones de los renacidos que no se lo impiden, para guiarlos a promover entre hermanos toda la Unidad que muestre a "PHILADELPHIA" en el pleno despliegue de Su Testimonio. Los Prop�sitos de "PHILADELPHIA", se condensan y manifiestan, en un Movimiento desde adentro, un movimiento de Amor, que testificar� y promover� la Unidad de la Hermandad en todo lo que la Palabra de Dios establece en doctrina y pr�ctica y testimonio, para el Pueblo de Dios. S�lo as� habr� sobre la faz de la tierra, en estos postreros d�as, una representaci�n digna de aquella primera "PHILADELPHIA" a la que fue dada Promesa directa, en virtud del reconocimiento directo de un Testimonio sin componendas ni reproche, por la Palabra y el Nombre del Se�or.

b) M�todo para alcanzar la Meta.

El M�todo se relaciona directamente a los Prop�sitos.

Prop�sitos de Amor, requieren M�todo de Amor. Prop�sitos de "guardar la Palabra" requieren M�todos conforme a la Palabra.

En Fil.2:2, leemos: "Que sint�is lo mismo, teniendo el mismo amor, un�nimes, sintiendo una misma cosa".

Sentir lo mismo, tener el mismo amor, un�nimes, no tiene lugar para perpetuaci�n de discrepancias ni desunidad ni divisi�n. "Sentir lo mismo" no es "concordar en quedar sin concordar". Significa un sentir que desechar� tal irracionalidad y promover� la decisi�n de concordar en la necesidad de concordar y promover� un fraternal dialogo fraterno, entre renacidos apartados de las apostas�as, en el cual la respetuosa confrontaci�n de las discrepancias ser� llevada al plano espiritual de la Oraci�n y el Estudio B�blico conjunto; oraci�n y estudio b�blico, que reclamar�n perentoriamente su parte vital en el m�todo.

Esto se fundamenta en el claro entendimiento de que, tanto la Unidad Cristiana Esencial o Unidad del Esp�ritu, como el Amor, la Oraci�n y la Palabra de Dios o Santas Escrituras, son todas producto de una misma fuente: El Esp�ritu Santo.

En efecto:

1.      La Unidad Cristiana Esencial, siendo Unidad del Esp�ritu, obviamente proviene del Esp�ritu Santo.

"Porque por un Esp�ritu somos todos bautizados en un cuerpo, ora Jud�os o Griegos, ora siervos o libres y todos hemos bebido de un mismo Esp�ritu" (1�Co. 12:13).

���� ��2.El Esp�ritu Santo es la fuente del Amor.

"Porque el Amor de Dios est� derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo que nos es dado" (Rom.5:5 ).

"El fruto del Esp�ritu es: caridad". (Gal.5:22� ).

����� 3.�� El Esp�ritu es "esp�ritu de oraci�n".

"Y derramar� sobre la casa de David y los moradores de Jerusalem, esp�ritu de gracia y de oraci�n" (Zac.12:10 ).

"...el mismo Esp�ritu pide por nosotros con gemidos indecibles". (Ro.8:26).

"Orando en todo tiempo con toda deprecaci�n y s�plica en el Esp�ritu..." (Ef.6:18).

���� 4.�� El Esp�ritu ha inspirado las Santas Escrituras.

"Toda Escritura es Inspirada divinamente ..." (2�Tim.3:16,17)

"Los santos hombres de Dios hablaron siendo Inspirados del Esp�ritu Santo" (2�P.1:21b).

Por lo tanto: en el coraz�n de los renacidos, en los cuales mora el mismo Esp�ritu que da testimonio a nuestro esp�ritu que somos hijos de Dios" (Ro.8:16), esa fuente, manar� las aguas que le son propias. Los "r�os de agua viva" del Esp�ritu Santo (Jn.7:38,39), no pueden echar por una misma abertura "agua dulce y amarga a la vez" (Sgo.3:11,12). De modo que cuando el Esp�ritu Santo se mueva, lo har� con y en Sus Virtudes, Capacidades y Realizaciones: Unidad, Amor, Oraci�n, Santas Escrituras: all� est� determinado el m�todo del Esp�ritu, el m�todo b�blico que aplicado sin cortapisas ni vacilaciones, conducir� a la meta del Testimonio.

         "Sol�citos a guardar la unidad del Esp�ritu" (Ef.4:2).

         "La caridad se huelga de la verdad" (1�Co.13:6).

         "Amad verdad y paz" (Zac.8:19).

         "Siguiendo la verdad en amor" (Ef.4:15).

         "Orando por el Esp�ritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Se�or Jesucristo para vida eterna" (Jud.20,21).

En cuantos more el Esp�ritu de Unidad, Amor, Oraci�n y Verdad; y posean una conciencia de lo que ello significa, habr� el mismo sentir. En los renacidos, ha llegado la hora de una mayor comprensi�n de que "la Iglesia del Dios vivo", es "columna y apoyo de la verdad" (1�Tim.3:15). Por lo mismo, la iglesia no podr� contentarse con ser: "columna y apoyo de contradictorias confesiones credales interdenominacionales". "La iglesia columna y apoyo de la Verdad", s�lo podr� serlo de la Palabra de Verdad (Jn.17:17), que son, las Sagradas Escrituras, que son Santas porque son Inspiradas, Inmutables, Infalibles.

La Iglesia debe testificar por "todo el consejo de Dios", si ha de ser lo que debe ser: Columna y apoyo de la Verdad. Toda Iglesia local que comprenda la necesidad de definir su posici�n en esta hora de confusi�n, si llega al entendimiento de que forma parte de la representaci�n de "Philadelphia", testificar�, como todas sus hermanas de id�ntica convicci�n, por todo el Consejo de Dios.

Se identificar� a la compa��a de creyentes que integran EL TESTIMONIO "PHILADELPHIA", y ello no ser� una "presunci�n detestable" como alguien sin otro entendimiento m�s profundo dijo alguna vez. Ser� obligada necesidad que cumplir� la proyecci�n prof�tica de aquella primera "PHILADELPHIA" y que necesariamente debe aparecer sobre la tierra con un testimonio claro a la Palabra y el Nombre del Se�or, y a la Palabra de Su Paciencia, seg�n lo establecido en Ap.3:10, en las v�speras del Arrebatamiento, antes de la Tribulaci�n!

III. El Esp�ritu Santo ha despertado y puesto en marcha al Testimonio "Philadelphia"

"Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio" (Salmo 50:5)

En enero de 1966, el Esp�ritu, que "sopla donde quiere", sopl� en la Escuela B�blica de Teolog�a "ALERTA" de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Gui� a la realizaci�n de una Conferencia Prof�tica entre los obreros Cristianos Fundamentalistas del R�o de la Plata. Muchos invitados, pocos asistentes: un grupo de pastores y misioneros de la Comuni�n "ADELPHIA" de Argentina, de la Comuni�n "ADELPHOS" de Uruguay y de otras pocas Iglesias, todas Independientes y Fundamentales en la Fe. Durante 4 d�as, fueron analizados el panorama eclesi�stico contempor�neo con sus corrientes teol�gicas, Concilios y movimientos espirituales, a la luz de la Palabra de Dios. Entregados al estudio B�blico y a la oraci�n, meditamos tambi�n sobre las se�ales de los tiempos y la inminencia del arrebatamiento pretribulacionista de la Iglesia que el Se�or gan� con Su Sangre. y entonces vino la carga del Esp�ritu Santo sobre nuestros corazones, constri��ndonos a "levantar Bandera por la Verdad" (Sal.60:4) y a redactar la "Declaraci�n <<Philadelphia>> (Amor Fraternal)", que luego fue presentada en la ciudad de Buenos Aires, el 17 de agosto de l966; en la ciudad de Montevideo el 3 de setiembre de 1966 y en la ciudad de Filadelfia, EE.UU., el 15 de noviembre de l966. Desde entonces, su mensaje ha llegado a distintos pa�ses de los cinco Continentes y sigue alcanzando a hermanos de todas las latitudes en su marcha sacrificada y triunfal. Hermanos en Suiza, Suecia, Inglaterra, Nueva Zelandia, Nigeria, Korea, Jap�n, India, Espa�a, Alemania, Austria, adem�s de Argentina, Uruguay, Estados Unidos y Canad� saben ya de este Movimiento santo.

Algunos han temido e inquirido si esto no es el germen de una nueva "Denominaci�n". La respuesta en NO, pues una "Denominaci�n" en sentido cl�sico y corriente, es una Organizaci�n eclesi�stica, mientras que "Philadelphia" no es una Organizaci�n: es un Testimonio representativo de car�cter prof�tico, como lo hemos visto.

Su Lema es:

"�Al Se�or, del todo! �A la Biblia en todo!

�Al Se�or, en plena sumisi�n! �A la Biblia en pleno acatamiento!"

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Sus Prop�sitos:

Testificar por la Palabra de Dios sin parcializaciones ni compromisos; promover la conciencia de la Unidad Cristiana de conformidad con la Palabra de Dios, no s�lo reconociendo la Unidad del Esp�ritu que nos ha dado el Se�or, sino la Unidad en doctrina y pr�cticas B�blicas que requieren la oraci�n y el Estudio B�blico para eliminaci�n de discrepancias entre los renacidos. As� como hemos discernido la doctrina B�blica de la separaci�n de las apostas�as, debemos discernir la doctrina B�blica de la Unidad.

Somos llamados a Guardar la Palabra, No Negar el Nombre del Se�or, y Guardar la Palabra de Su Paciencia, velando, amando y esperando Su Venida, prepar�ndonos para ella. Somos llamados a urgir la evangelizaci�n de las almas; y nuestra santificaci�n y fidelidad. Somos llamados a manifestar el amor de Dios y el amor fraternal en tiempos de grave enfriamiento de la caridad de la mayor�a. Somos llamados a testificar juntamente con todos los fieles que integran el Testimonio representativo de aquella "Filadelfia" del siglo I. No somos nosotros solos el todo de ese Testimonio: Nosotros pertenecemos a ese Testimonio, juntamente con los fieles en todo el mundo que levantan la misma bandera por la Palabra y el Nombre del Se�or, en el presente d�a de pleno desarrollo y formaci�n de Laodicea. El hecho de que hayamos levantado una Declaraci�n para testificarlo, usando ese nombre distintivo, lo ha sido para identificarnos e identificar a nuestros hermanos en el mundo entero que tienen ese �ntimo sentir y convicci�n, honrando la Palabra que dice: "juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio"(Sal.50:5).

Es decir, que todos los que en alguna manera hemos pagado y seguimos pagando el precio de la VERDAD, conforme est� escrito "compra la verdad y no la vendas" (Prov.23:23 ), "Saliendo fuera". como dice la Palabra, apart�ndonos de apostas�as modernistas-ecum�nicas sin medir el costo, para llevar el vituperio de Cristo, debemos reconocernos, tanto como hermanos en Cristo, nacidos del Esp�ritu y como hermanos en Cristo que debemos consumar nuestra unidad en la fe, doctrinas, pr�cticas y testimonio, a la luz de la Palabra de Dios, en amor fraternal, en sumisi�n al Se�or, orando los unos por los otros y abriendo juntos la bendita Palabra de Dios. Como lo dijo el Se�or en Su Oraci�n por nosotros: "para que todos sean una cosa como t�, oh Padre en m� y yo en ti que tambi�n ellos sean en nosotros una cosa... consumadamente una misma cosa" (Juan 17).

Hermanos: Estamos en las v�speras del arrebatamiento de la Iglesia y por ende en las v�speras de la aparici�n del Se�or para llevarnos de "oikoumene", de esta tierra habitada. Y en las v�speras de la aparici�n del Gran Anticristo de la Historia y de la Tribulaci�n a la cual entrar�n cuantos seres humanos no renacidos integran este mundo y las profesantes organizaciones eclesi�sticas representativas de P�rgamo, Tiatira, Sardis, y Laodicea.

Este es el tiempo para que cuantos integran la hueste de renacidos que representan aquella "Filadelfia" del siglo I, demos juntos el Testimonio que esa representaci�n exige. Bajo esta convicci�n del Esp�ritu Santo, confesamos humilde pero firmemente: EL TIEMPO HA LLEGADO y aqu�, desde las m�rgenes del anchuroso Plata, que como un s�mbolo, al verter sus aguas en el Oc�ano toma contacto con ondas de alcance mundial, ha comenzado a oirse la voz del Testimonio, el Testimonio "Amor Fraternal", el Testimonio "Filadelfia". Cuantos hermanos en el mundo lo integran, hemos de buscarnos, reconocernos y darlo juntos, para la �nica gloria de Aquel que pronto vendr� por su pueblo! Honremos Su Mandato: �Guarda mi Palabra, no niegues mi Nombre, guarda la Palabra de mi Paciencia! Y goc�monos en la esperanza de su promesa: "te librar� de la hora de la tentaci�n que ha de venir en todo el mundo para probar a los que moran en la tierra" �Y que la llama arda y la Bandera flamee a impulsos del fuego y el soplo del Esp�ritu Santo! �As� sea, Am�n! ▄